?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/jRaUXTH3D8Q
- Gen 3, 9-15. 20
- Sal 97
- Ef 1, 3: 6. 11-12
- Lc 1, 26-38
La Solemnidad de la Inmaculada Concepción, nos explica Fr. Raisel Matanzas Pomares, recuerda la voluntad de Dios de mantener su alianza con el hombre y borrarle toda mancha de pecado. Esta promesa posee un ejemplo singular en María. Hoy le tenemos presente como aquella que concibe a su Hijo desde la plenitud de la gracia que se le otorga. Hacemos memoria del testimonio de la mujer humilde de Nazaret, la anawin, que supo abrirse a Dios y confiar en Él.
En la fiesta litúrgica de la Madre de Dios, el Santo Padre recordó que, hoy se celebra una de las maravillas de la historia de la salvación: la Inmaculada Concepción de la Virgen María. “También ella fue salvada por Cristo – afirmó el Pontífice – pero de una forma absolutamente extraordinaria, porque Dios quiso que desde el instante de la concepción la madre de su Hijo no fuera tocada por la miseria del pecado”. Y por tanto María, precisó el Papa, durante toda su vida terrena, estuvo libre de cualquier mancha de pecado, «llena de gracia» y disfrutó de una singular acción del Espíritu Santo, para poder mantenerse siempre en su relación perfecta con el hijo Jesús, es más, era la discípula de Jesús: la Madre y discípula. Pero el pecado no estaba en ella.”
Así hoy especialmente y en el marco del Adviento que estamos viviendo, la liturgia de esta semana nos ayuda a reflexionar acerca de nuestra debilidad y cómo esta no debe ser obstáculo para la obra de Dios, pues El nos da la fuerza para vencer nuestros pecados y superar nuestras limitaciones, la figura de Maria nos ayude por su testimonio de vida de fe, de un constante Hágase, y su intercesión nos ayude a que purificados de todas nuestras culpas, como nos invita la oración colecta, lleguemos ante la presencia del Señor.
Es entonces que la meditación del relato de la primera lectura nos lleva a la conclusión de que aunque el origen de las realidades humanas como el pecado y el dolor es un hecho en nuestra vida. Dios ha prometido que finalmente saldrá vencedor el linaje de la mujer, es decir Cristo que volverá gloriosamente como lo anuncia el Adviento; y el salmista nos invita a unirnos para reconocer la grandeza del Señor y al orar en esta festividad que nos permita contemplar las grandezas que Dios ha hecho en la Virgen Maria como un reconocimiento de la grandeza con la que El está actuando en la historia, hasta que cada uno de nosotros alcance la plenitud que anticipa el Adviento.
La carta a los Efesios, indica Severiano Blanco, cmf, nos habla de ese destino deslumbrante que Dios ha diseñado para todos: “ser santos e irreprochables ante Él por el amor” para ser “alabanza de su gloria”; y para ello nos ha colmado de “toda clase de bienes espirituales y celestiales”. Al proponernos esta lectura, la Iglesia quiere que, en María, contemplemos nuestro propio destino ya realizado; obedece así a la afirmación conciliar, bien fundamentada bíblicamente, de que María es el icono de la Iglesia en su plenitud (LG 65), esa Iglesia que, según la misma carta a los Efesios, Jesús quiere “presentarse a sí mismo gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino que sea santa e inmaculada” (Ef 5,27).
Lo que la carta a los Efesios dice de todos los creyentes, el evangelista Lucas lo dice en particular de María de Nazaret. Ella es la llena de la predilección de Dios, de “su gracia”, la que vive “a la sombra de su Espíritu y bajo la acción de su poder” (Lc 1,35); por ello es “santa e inmaculada”
La fiesta de la Inmaculada Concepción es el día de celebrar nosotros que el don de Dios precede a todo, que Él “nos eligió antes de crear el mundo”, “nos amó primero” y que estamos llamados a decir “sí”, o “hágase en mí”, a esa orientación primordial en cada nueva situación. No es (como a veces popularmente se ha confundido) la fiesta de la virginidad de María, ni menos aún de su purificación fisiológica puerperal. Es la fiesta de la fidelidad, de su permanencia y la nuestra en el “sí permanente” a lo iniciado por Dios en nosotros, del “no” al poder de la serpiente.
Palabra de Vida Mes de Diciembre
“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?.” ( Salmo 27 (26), 1) Recuerda Dios existe y me ama. https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.