- Jer 20, 10-13
- Sal 17
- Jn 10, 31-42
Ciertamente Jeremías tenía muchos enemigos que se oponían a su predicación y con ello, a que se realizara la voluntad de Dios.
Hoy nosotros podríamos decir que tenemos un solo enemigo y es nuestro pecado, es todo aquello que, como en tiempos del profeta, se opone a que el Reino de los cielos se establezca, primeramente en nuestro corazón y después en todo nuestro entorno
La liturgia nos invita a reflexionar si será que, como los judíos, tenemos el corazón duro y no nos sentimos hijos de Dios por lo que vivimos en una relación de lejanía entre Dios y nosotros, y despreciamos y perseguimos a los que vienen hoy también a anunciar la buena noticia de la Palabra de Dios, de ese Dios que es cercano, que nos ama, que lucha a nuestro lado y va delante de nosotros.
En la actualidad, vivimos en una sociedad en la que ser cristiano no está de moda. Una sociedad que, al igual que Israel, vive de espaldas a Dios. Los creyentes, por el bautismo, también somos profetas enviados para dar una palabra de parte del Señor. Tampoco lo tenemos fácil. Sufrimos esta soledad en muy diversos ambientes, algunos en el trabajo, otros en su misma familia o en sus centros de estudio. La tentación de ser aceptados y queridos por nuestro entorno la tenemos muy presente. Al igual que Jeremías necesitamos fortalecer nuestra relación personal con el Señor. Sin su Gracia, que nos capacita, sin su amor, que nos seduce, no podemos sostenernos.
El mundo emocional y la oración, la experiencia de Dios, en mi opinión, y en la de San Ignacio de Loyola bastante más cualificado que yo, no deben ser minusvalorados, todo lo contrario, deben ser atentamente escuchados. ¿Quién no siente angustia y tristeza ante la primera lectura de hoy? ¿Quién, escuchando el sufrimiento de Jeremías, no se siente llamado a la compasión? ¿Quién no reconoce en esa profecía el momento terrible y definitivo del Huerto de los Olivos?
El Evangelio de Juan que hoy se nos propone va en la misma linea, una escena de máxima tensión, anticipo de la pasión, los judíos cogen piedras para acabar con Jesús… A caso es posible leer con indiferencia esta escena, escuchar, como el que oye de fondo, sin emocionarse, el diálogo entre Jesús y los judíos… Es posible no reconocer a tantos justos perseguidos hoy en las palabras de Jesús… ¿De verdad es posible no emocionarse?.
El salmista nos dice: “en mi angustia le grité a mi Dios… Él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos.” Oremos, pidiendo al Señor que nos salve en el peligro, pues El es nuestro refugio, nuestra salvación, nuestros escudo, nuestro castillo.
“Jesús, nos explica el Papa Francisco, es el Hijo de Dios: por eso está perennemente vivo Él como está eternamente vivo su Padre. Esta es la novedad que la gracia enciende en el corazón de quien se abre al misterio de Jesús: la certeza no matemática, pero todavía más fuerte, interior, de haber encontrado la Fuente de Vida, la Vida misma hecha carne, visible y tangible en medio de nosotros.”
Y hoy viernes, cuando sólo falta una semana para conmemorar la muerte del Señor, el Evangelio nos presenta los motivos de su condena. Jesús trata de mostrar la verdad, pero los judíos lo tienen por blasfemo y reo de lapidación. Jesús habla de las obras que realiza, obras de Dios que lo acreditan, de cómo puede darse a sí mismo el título de “Hijo de Dios”… Sin embargo, habla desde unas categorías difíciles de entender para sus adversarios: “estar en la verdad”, “escuchar su voz”…; les habla desde el seguimiento y el compromiso con su persona que hacen que Jesús sea conocido y amado —«Maestro, ¿dónde vives?», le preguntaron los discípulos al inicio de su ministerio (Jn 1,38)—. Pero todo parece inútil: es tan grande lo que Jesús intenta decir que no pueden entenderlo, solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos.
Jesús lucha por presentar argumentos que puedan aceptar, pero el intento es en vano. En el fondo, morirá por decir la verdad sobre sí mismo, por ser fiel a sí mismo, a su identidad y a su misión. Como profeta, presentará una llamada a la conversión y será rechazado, un nuevo rostro de Dios y será escupido, una nueva fraternidad y será abandonado.
De nuevo se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno). Jesús ha de huir lado del Jordán y quienes de veras creen el Él se trasladan allí dispuestos a seguirle y a escucharle.
Hoy tienes una nueva oportunidad de renovar tu seguimiento de Cristo y ser portador de vida y esperanza, o de rectificar si has errado el camino. Mientras tengas vida puedes abrirte al amor si quieres. ¿Qué decides?
«Cree para comprender y comprende para creer» (San Agustín)
Bibliografía:
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.