San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia.
Hoy celebramos la memoria de San Ambrosio, obispo y pastor de la Iglesia
- Is 40, 1-11
- Sal 95
- Mt 18, 12-14
Hoy recordamos la memoria de San Ambrosio, fue un destacado arzobispo y un importante teólogo y orador. Es uno de los Padres de la Iglesia y uno de los 33 doctores de la Iglesia Católica. Es el símbolo de la Iglesia que renace después de los duros años de persecuciones. Con la Oración Colecta pidamos al Señor que suscite en la Iglesia pastores según su corazón que la guíen con firmeza y sabiduría.
La primera lectura de Isaías, comienza con estas palabras: “Consuelen, consuelen a mi pueblo”. Es un llamado al profeta, llevar y brindar consuelo a quien sufre, al abatido, al desconsolado, al que ya no tiene esperanza, al que levanta la vista y sólo encuentra tristeza.
La consolación la anuncia el profeta, pero quien la da es Dios mismo. Dios es el portador de todo consuelo, el que levanta la esperanza, el que ofrece y asegura un mañana mejor, no para apaciguar nuestra conciencia o para darnos esperanza pasajera, pues, el consuelo de Dios permanece para siempre, nunca termina, es un consuelo que es bálsamo para las heridas.
…”el Señor Dios llega”. Nos adentramos en el Adviento, afirma la Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P., el tiempo por excelencia de la espera. Y no una espera cualquiera sino la espera de lo mejor que nos podía acontecer: ¡Dios viene a nuestro encuentro!
Dios, en Jesús es el verdadero buen samaritano, que despojándose de su dignidad, se detiene en el camino para atendernos cuando estamos agobiados y derrotados, nos cura, venda nuestras heridas y vela por nuestra total recuperación. En Jesús, Dios, el-que-está-siempre-con-nosotros, nos brinda la certeza de que nunca sufriremos sin ser asistidos por el Espíritu Consolador.
Nos confronta Fr. Damien LIN Yuanheng. ¿Cómo debiéramos entender la misericordia de nuestro Padre celestial? El Papa Francisco dijo que «Dios no perdona mediante un decreto, sino con un abrazo». El abrazo de Dios para con cada uno de nosotros se llama “Jesucristo”. Cristo manifiesta la misericordia paternal de Dios. En el capítulo cuarto del Evangelio de san Juan, Cristo no airea los pecados de la mujer samaritana. En lugar de ello, la divina misericordia cura a la Samaritana ayudándola a afrontar plenamente la realidad de su pecado. La misericordia de Dios es totalmente coherente con la verdad. La misericordia no es una excusa para tomarse rebajas morales. Sin embargo, Jesús debió haber provocado su arrepentimiento con mucha más ternura que la que sintió la mujer adúltera “herida por el amor” (cf. Jn 8,3-11). Nosotros también debemos aprender cómo ayudar a los demás a encararse con sus errores sin avergonzarles, con gran respeto hacia ellos como hermanos en Cristo, y con ternura. En nuestro caso, también con humildad, sabiendo que nosotros mismos somos “vasijas de barro”.
En el centro de esta parábola que nos ofrece el evangelio de hoy, está la alegría de Dios. Su alegría es encontrar de nuevo, es perdonar, es salvar, es devolver la felicidad. Su alegría es encontrarnos y llevarnos con él. Quiere a todas las otras ovejas; pero la perdida le ha dado una particular alegría y desde ahora se sentirá más vinculado a ella: porque le ha salvado la vida. Habría muerto desgraciada, lejos del rebaño. La consideración de esta verdad llenará nuestro corazón de esperanza y agradecimiento, de la alegría ante la cercanía de la venida del Señor a la vida de cada uno. A los primeros a quien Cristo Jesús quiere salvar en este Adviento es a nosotros mismos. Tal vez no seremos ovejas muy descarriadas, pero puede ser que tampoco estemos en un momento demasiado fervoroso en nuestro seguimiento del Pastor. Todos somos débiles y a veces nos distraemos del camino recto.
Cristo Jesús nos busca y nos espera. No sólo a los grandes pecadores y a los alejados, sino a nosotros, los cristianos que le seguimos con un ritmo más intenso, pero que también necesitamos el estímulo de estas llamadas y de la gracia de su amor. Somos nosotros mismos los invitados a confiar en Dios, a celebrar su perdón, a aprovechar la gracia de la Navidad. El que está en actitud de Adviento es él. Y esto también nos compromete a hacer nosotros lo mismo con los demás y ser también quienes llevan consuelo a su pueblo, particularmente a los más pequeños, quienes salen al encuentro de la oveja perdida.
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2021
«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Se-ñor!» (Lc 1, 45) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.