?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Is 49, 1-6
- Sal 70
- Jn 13, 21-33, 35-38
El texto de la primera lectura no puede ser calificado de claro. Los especialistas en Sagrada Escritura y en lenguaje de los profetas verán en él lo que los que no tenemos ese conocimiento nos cuesta ver. Sí percibimos que trata de dos asuntos distintos: la vocación desde el seno materno, a ser profeta, boca de espada afilada; del fracaso de su misión profética: “en vano me he cansado…”; para reconocer que por encima de su debilidad esta la ayuda de Dios. Que le encomienda ser luz, no sólo de Israel, sino de todas las naciones; de modo “que mi salvación alcance hasta el confín de la Tierra”, superando las fronteras del “pueblo elegido”. Esa universalidad de la “salvación”, es el otro asunto que encontramos en la lectura. Es algo nuevo. Les costó entender a las primeras comunidades cristianas la dimensión universal de la acción liberadora y de su evangelio de Jesús de Nazaret.
Sobre la misión profética es necesario recordar que nadie ha de asumir la tarea de profeta, sino siente la llamada de Dios a serlo. Que no es llamada al triunfo personal, sino que ha de asumir el fracaso, para que aparezca de quién es la palabra y la acción profética. A lo largo de la historia, antes de Cristo y después de él, han aparecido muchos falsos profetas. Falsos no sólo por lo que proclamaban, sino y sobre todo porque se creían los protagonistas, y se predicaban a sí mismos con el objetivo de construir su propio grupo sectario de seguidores, que le adularan.
Ayer decíamos que la historia de la humildad ha sido y es aun diría, la lucha contra el bien y el mal, en la que siempre ha estado el Señor tratando de guiarnos, motivarnos y denunciar y desnudar al mal.
Trataremos de hacer un recorrido en este proceso, que es también el que nos presenta el evangelio de hoy en la actitud de Pedro y de Judas. Y es que como nos dice el adre Yepes en el audio, el corazón humano, no se sana de la noche a la mañana, pero tampoco se corrompe de la noche a la mañana .
Nos vamos a ir al enfrentamiento de Jesús con los fariseos y maestros de la ley. El martes, según nos dice el texto de guía para la Semana Santa (ver bibliografía), Jesus acude al Templo por el camino tantas veces recorrido. Los rostros de los que le acompañan están serios; ya no hay vítores de los acampados alrededor de Jerusalén, ni en la misma ciudad. Pero muchos quieren oír y ver al Maestro, al Hijo de David, al que resucitó a Lázaro, al que se ha proclamado Hijo del Padre eterno. Este día todos los grupos que se oponen a Jesús se van a unir y emplear sus armas dialécticas para destruirle. (Lc 20,20).
Muchas cosas van a quedar claras este día. Los fariseos se habían enfrentado con Jesús tanto el domingo como el lunes y estaban avergonzados. Ahora van a enviar discípulos camuflados para cogerle en una palabra comprometida; le preparan una pregunta que creen sin solución, o mejor, con todas las soluciones posibles negativas para Jesús: es la cuestión de la relación de la esfera religiosa con la autoridad política, gran tema de todos los tiempos y que tantos problemas ha llevado consigo. Acuden con retorcimiento mental, con adulación y falsedad y acompañados de los herodianos, que eran partidarios del poder de los romanos y de Herodes, como lo constatamos en Mateo 22, en donde tras la suavidad de las palabras se esconde la malicia. Ciertamente Jesús es veraz, pero a ellos no les interesa la verdad, sino atraparle y entregarlo como prisionero. Por eso plantean la cuestión que les parece insoluble. “Dinos, por tanto, qué te parece: ¿es lícito dar tributo al César, o no?”. El tema aparente es sólo el del impuesto, pero detrás lleva mucha más carga.
Jesús no rehuye el problema del momento, ni el más profundo, y va a dar una solución que recorrerá la historia a partir de entonces.
Toda autoridad viene de Dios, pues la sociedad necesita de la autoridad para no caer en el caos y en la anarquía. Se debe obedecer a esa autoridad en sus mandatos justos y en las leyes que no sean inmorales; pero lo político es autónomo de lo religioso. Por tanto es lícito pagarle el tributo al César que lo necesita para su función, pero siempre dando a Dios todo el corazón que es lo suyo propio.
El ambiente es tenso y expectante. Jesús vive con intensidad el momento. Quiere dejar algo muy importante a los que le escuchan. No se trata sólo de sus discusiones con los escribas, los fariseos y los saduceos. Se trata de denunciar la raíz del pecado en los corazones de los hombres. Sólo cuando se descubre el rostro de la soberbia, se puede vencer y vivir la vida de amor tantas veces anunciada, pero siempre lejana. Por eso Jesús manda que se reúnan los más posibles, también sus enemigos. Cuando, de pronto, Jesús eleva la voz para ser oído por todos, y con fuerza expresa de modo fuerte verdades que pueden doler, pero que pueden curar. Va denunciar el pecado interno de los escribas y de los fariseos que es actuar “para ser vistos”, no guiados por el amor. La soberbia espiritual lleva al engreimiento ante la propia perfección y su primer fruto es hacer las cosas para ser alabados por los hombres. La gloria y el amor de Dios se desdibujan, la humildad se hace imposible y, en una pendiente difícil de controlar, se deslizan una serie de abusos cada vez más notorios. No denuncia Jesús la doctrina de los escribas y fariseos pues dice “haced lo que dicen” sino las motivaciones de sus corazones. Sus palabras, sus gritos más bien, van a resonar en el templo como latigazos que intentan convertir a los duros de corazón.
Los escribas y fariseos se agitan molestos. No aceptan la corrección. Murmuran. Jesús los mira con indignación; sus ojos llamean, el tono de su voz se eleva, golpea aquellas almas para que se les abran los ojos. El látigo de su lengua se agita en el aire, golpea las conciencias, y surgen otros siete ayes parecidos a los que en un pequeño grupo ya había dicho Jesús. Pero ahora la denuncia va a ser dicha en público y en el Templo de Dios. La justicia se hace voz que denuncian. Mt 23, 13-33.
- La palabra hipócritas llena el ambiente. Hombres de dos caras y de sentimientos retorcidos. Y ataca la actitud de cerrar el reino de los cielos a los humildes. Ni entran, ni dejan entrar. Han perdido la llave de la salvación al perder el sentido del amor que todo lo ilumina. Los cumplimientos externos no bastan si falta esa actitud del corazón, de la voluntad y de la mente.
- El proselitismo para acercar almas a Dios es bueno, y se debe vivir con celo. Pero una vez dentro ¿que se les da? lo mismo que ellos viven. Su celo es movido por falta de rectitud de intención y los que entran se encuentran con desorientación y con pecado. De poco valió el proselitismo.
- Pervierten el sentido de lo sagrado. Usan a Dios y abusan de su santo nombre. Por eso son ciegos que no ven que la santidad del juramento la da Dios mismo con su grandeza y poder.
- Cuidan cosas pequeñas e insignificantes, y descuidan las grandes. Bueno es cuidar lo mínimo, pero a condición de que lo grande sea tratado con esmero y delicadeza. Esa es la verdadera piedad.
- Las apariencias pueden llevara pensar en que son santos y perfectos. Pero a Dios nadie le puede engañar. Los malos deseos y los pensamientos desbordados es lo que deben cuidar, después vendrá lo exterior como fruto que nace de buena raíz.
- La imagen del sepulcro blanqueado ha cristalizado como señal de la hipocresía, la verdad y la sinceridad ante Dios puede llevar a superar esa corrupción.
- Esta es la denuncia fundamental. Jesús revela lo que en aquellos momentos está en sus corazones: el odio hasta la muerte contra toda justicia. Quieren matar al inocente, porque no aman a Dios. Son hijos de Caín que odia al inocente Abel porque sus obras eran malas y la vida del justo es un reproche inocente. Jesús advierte su irritación, pero no cede.
- El enfrentamiento cada vez es más total. Jesús quiere enderezar a aquellos hombres de su conducta desviada con la fuerza del profeta. Pero lo que consigue es que su odio llegue al máximo y pongan todos los medios para matarle.
Por esto, Jesus fue traicionando, condenado por las autoridades y llevado a la cruz.
El evangelio de hoy, nos dice el Papa Francisco, …”nos recuerda la despedida del Maestro y la promesa de volver a encontrarse con sus amigos. “Cuando vaya…, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén también ustedes”. Jesús no nos deja, no nos abandona nunca, nos precede en la casa del Padre y allá nos quiere llevar con Él.
Pero el Cenáculo recuerda también la mezquindad, la curiosidad –“¿quién es el traidor?”–, la traición. Y cualquiera de nosotros, y no sólo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados.
El Padre Serra, en su meditación del Camino de Semana Santa, aludiendo al texto de Mt 23, 37-39, nos presenta esa bella imagen materna del Señor, al proclamar su deseo de reunirnos como una gallina reúne a sus pollitos bajo sus alas en señal de protección. Y como ante la negativa de Jerusalén, hoy nosotros, la casa quedará desierta.
Es un claro llamado a nosotros que como Pedro, Judas, los maestros de la ley, los escribas y fariseos, no hemos acogido al Señor, aun no lo reconocemos.
En esta Semana Santa, en que por esta crisis, estamos en aislamiento, debemos entrar en el desierto del Amor con Jesus y tomar la decisión de nuestra vida, elegir a Jesus y seguirlo en este doloroso proceso con fe, estoicismo y esperanza, o traicionarlo por seguir al mundo y sus seducciones.
Creo que todos queremos acompañarlo hasta el calvario sin miedos, quejas, sin dudas; solo pidiéndole que en esa tumba que todos merecemos quede vacía y que este desierto de Amor nos ayude a vivir una relación más profunda, cercana y cariñosa con El y que le dejemos acurrucarnos como los polluelos bajo sus alas. Y con el salmista proclamar que en El hemos puesto nuestra esperanza, pues El es justo, es nuestro refugio y por eso proclamar su justicia y su misericordia.
“Me enseñaste a alabarte desde niña y seguir alabándote es mi orgullo.”
Mes de Abril
Intención de oración universal
Recemos por laS adicciones
Recemos para que todas las personas bajo la influencia de las adicciones sean bien ayudadas y acompañadas.
Palabra de Vida .
“¡Felices los que creen sin haber visto!” (Juan 20, 29)
Jesús quiere decirte que no estas en desventaja con respecto a los que vieron, pues tenemos fe, y este es el nuevo modo de “ver” a Jesús. Estas palabras, son una llamada a reavivar tu fe, a creer en su Amor.” Chi ara Lubich
https://ciudadnueva.com.ar/abril-2020/
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.
Bibliografía:
- https://lafamilia.info/semana-santa/martes-santo.
- Camino de Semana Santa, Padre Guillermo Serra.
- Píldoras de fe.net