https://youtu.be/ldYSUG2s-eM
- Deut 26, 4-10
- Sal 90
- Rom 10, 8-13
- Lc 4, 1-13
Al comienzo de la Cuaresma podemos tener la tentación de preguntarnos: ¿Qué me puede aportar otra Cuaresma más? Es verdad que muchos hemos visto pasar varias Cuaresmas, y quizás tengamos la impresión de que a pesar de habernos tomado en serio este tiempo litúrgico, con frecuencia seguimos en el mismo punto.
Sin embargo, la Iglesia nos vuelve a lanzar su invitación cada año, como el entrenador que invita a sus atletas al entrenamiento.
Para nosotros, cristianos, el objetivo de nuestro entrenamiento cuaresmal es llegar a ser mejores discípulos, acercarnos más al Señor, fortalecer nuestra amistad con él, vivir más intensamente nuestra condición de hijos de Dios. Y los grandes ejercicios recomendados para nuestro entrenamiento son la limosna o la caridad, la oración y el ayuno.
Durante este tiempo, dejémonos interpelar por el Señor y tomemos el camino de la Cuaresma con generosidad y confianza. Corramos el riesgo de que el Señor haga de nosotros mejores discípulos, mejores hijos de Dios.
Para no desviarnos de la ruta cuaresmal, tomemos como punto de partida las Palabras con las que Jesús venció al tentador en el desierto: Acojámonos a la Palabra de Dios, que no solo es el alimento de nuestro espíritu, sino también una espada y nuestro escudo; prefiramos a Dios antes que a los ídolos que nos esclavizan; confiemos inquebrantablemente en sus promesas, aunque de momento no veamos ni de lejos su realización definitiva.
El texto del libro del Deutoronomio nos presenta las ofrendas como un ejercicio que fruto de la unión profunda con el Señor, de tomar conciencia de reconocer que todo viene de Dios a quien le descubre y le conoce en medio de los acontecimientos de la historia humana.
Este itinerario espiritual que hemos iniciado, nos insta pues a descubrir en nuestra condición de bautizados a poner nuestra confianza en aquel que a pesar de nuestras fragilidades, nos invita una y otra vez a unirnos a El.
Sabiendo que confiar en Dios, significa seguirle fielmente y profesar nuestra fe en El que es nuestro refugio y nuestra salvación.
La segunda lectura, palabra de fe de que habla nuestro texto, el evangelio de la salvación por medio de Jesucristo y su muerte en nuestro lugar en la cruz, la palabra que proclama que todo el que cree en Cristo es salvo del pecado y la muerte eterna, entonces, no es nada despreciable o sin importancia. Es el medio por el cual el Espíritu Santo, y con él Cristo y su Padre, llegan a nosotros para acompañarnos y hasta morar dentro de nosotros. Cuando esta palabra mora en nuestro corazón por medio de la fe, Dios mismo mora allí con toda su ayuda, todo su perdón, todo su apoyo. No hay que ir a buscarlo lejos. En la palabra está allí.
Así se explica esta palabra de fe en el versículo siguiente: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Allí habla de la fe que resulta de la palabra en el corazón, la fe de que “Dios le levantó [a Cristo] de los muertos”. Esta resurrección de Cristo es la corona y el sello de todo lo que enseñó e hizo para nosotros. Esto ha sido el mensaje de todos los apóstoles.
Cuando Pablo habla de confesar con la boca que Jesús es el Señor, expresa la misma cosa en pocas palabras que todos nosotros confesamos en la explicación del Segundo Artículo del Credo en nuestro Catecismo.
En el evangelio de hoy la Iglesia nos recuerda desde el primer domingo de cuaresma que hemos de estar vigilantes porque la labor del tentador no cesa. “A cada uno lo tienta su propio deseo cuando lo arrastra y lo seduce; después el deseo concibe y da a luz al pecado, y entonces el pecado, cuando madura, engendra muerte” (St 13, 14). Santiago pone en evidencia la estrategia del tentador: fomenta el deseo y cuando consentimos se da a luz el pecado.
Nos explica el Papa Francisco que durante los cuarenta días de la Cuaresma, como cristianos estamos invitados a seguir las huellas de Jesús y afrontar el combate espiritual contra el maligno con la fuerza de la Palabra de Dios. No con nuestra palabra, no sirve. La Palabra de Dios: esa tiene la fuerza para derrotar a satanás. Por esto es necesario familiarizarse con la Biblia: leerla a menudo, meditarla, asimilarla. La Biblia contiene la Palabra de Dios, que es siempre actual y eficaz. Alguno ha dicho: ¿qué sucedería si usáramos la Biblia como tratamos nuestro móvil? si leyéramos los mensajes de Dios contenidos en la Biblia como leemos los mensajes del teléfono, ¿qué sucedería? De hecho, si tuviéramos la Palabra de Dios siempre en el corazón, ninguna tentación podría alejarnos de Dios y ningún obstáculo podría hacer que nos desviáramos del camino del bien.”
Como Jesús en el desierto, armados con la sabiduría de la Escritura, nos sentimos llamados a proclamar en nuestro mundo consumista que el hombre está diseñado a escala divina y que sólo puede colmar su hambre de felicidad cuando abre de par en par las puertas de su vida a Jesucristo Redentor del hombre.
Bibliografía
- Folleto la Misa de Cada Dia.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
- https://teologialuterana.com/serrom10_8_13a.pdf
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/03/06/vigilar-porque-el-demonio-no-deja-de-buscar-a-quien-devorar/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Marzo 2022
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/02/27/marzo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.