?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/izDLzl-JoEE
- Os 2, 16. 17-18. 21-22
- Sal 144
- Mt 9, 18-26
Este texto del profeta Oseas que nos presenta la liturgia de hoy, pertenece a un poema en el que describe su relación con Gómer, su esposa infiel, símbolo de la infidelidad de Israel a la alianza con su Dios.
Después de varios reproches y amenazas de castigos por su infidelidad, tenemos aquí la respuesta definitiva: el perdón. Lo que termina triunfando es el amor de Dios, que acoge de nuevo a la esposa, aunque ésta no se halle plenamente arrepentida. El acento recae sobre el amor gratuito de Dios.
Así es la Misericordia de Dios, la que proclamamos con el salmista; en los momentos de fragilidad y de pecado no nos abandona, nos sigue ofreciendo su perdón antes de que se lo pidamos, nos invita a reanudar nuestra relación con Él. Dios siempre está a la espera de nuestra vuelta cuando nos alejamos, y si hace falta, nos llevar al desierto, a la soledad donde podremos entrar con Él en una nueva alianza.
En la lectura del Evangelio de hoy, vemos, nos dice el Papa Francisco “que Jesús ha alabado mucho la fe…
Esta fe nos pide a nosotros dos actitudes: confesar y encomendarnos.
Confesar.
La fe es confesar a Dios, pero al Dios que se ha revelado a nosotros, desde el tiempo de nuestros padres hasta ahora; al Dios de la historia. Y esto es lo que todos los días rezamos en el Credo…
Y una cosa es rezar el credo desde el corazón y otra como papagayos, ¿no? Creo, creo en Dios, creo en Jesucristo, creo ¿Yo creo en lo que digo?
Esta confesión de fe ¿es verdadera o yo la digo un poco de memoria, porque se debe decir? ¿O creo a medias? ¡Confesar la fe! ¡Toda, no una parte! ¡Toda!…
Nosotros sabemos cómo pedir a Dios, cómo agradecer a Dios, pero adorar a Dios, ¡adorar a Dios es algo más! Sólo quien tiene esta fe fuerte es capaz de la adoración…
Encomendarse.
El hombre o la mujer que tiene fe se encomienda a Dios: ¡se encomienda! Pablo, en un momento oscuro de su vida, decía: “Yo sé bien a quién me he encomendado”. A Dios. Al Señor Jesús. Encomendarse: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza de Dios, el encomendarse a Dios nos lleva a una actitud de esperanza…”
El padre Yepes en el audio nos habla de dos coincidencias importantes en este texto.
Por un lado Jesús sana a dos mujeres. El primero fue a favor de una mujer considerada impura por una hemorragia irregular, que padecía desde hacía doce años. El otro, a favor de una muchacha que acababa de fallecer. Según la mentalidad de la época, cualquier persona que tocara la sangre o un cadáver era considerada impura y quien la tocaba, quedaba impuro/a. Sangre y muerte ¡eran factores de exclusión! Por esto, esas dos mujeres eran personas marginadas, excluidas de la participación en comunidad. Quien las tocara, quedaría impuro/a, impedido/a de participar en la comunidad y no podía relacionarse con Dios. Para poder ser readmitida en la plena participación comunitaria, la persona tenía que pasar por el rito de la purificación, prescrito por las normas de la ley. Ahora, curando a través de la fe la impureza de aquella señora, Jesús abrió un camino nuevo para Dios, un camino que no dependía de los ritos de purificación, controlados por los sacerdotes. Al resucitar a la muchacha, venció el poder de la muerte y abrió un nuevo horizonte para la vida.
Segundo, en los dos acontecimientos se presenta la importancia de los 12 años. Significa “elección”.
Cuando una niña judía cumple 12 años, y un niño judío cumple 13, son mayores de edad en cuanto a sus deberes y responsabilidades religiosos. La niña tiene doce años y esta como muerta, dormida.
La mujer tiene 12 años de padecer de la enfermedad, Marcos informa que la mujer se había gastado todo su patrimonio con los médicos y, en vez de estar mejor, estaba peor (Mc 5,25-26).
Concluye el Papa: …”Hay tantos cristianos con una esperanza con demasiada agua, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tienen la fuerza y el coraje de encomendarse al Señor.
Pero si nosotros los cristianos creemos confesando la fe, y también custodiando la fe, y encomendándonos a Dios, al Señor, seremos cristianos vencedores. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe!“
Palabra de Vida Mes de julio
«Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. Mt12, 50
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.