https://youtu.be/6J1kQC0ClCM
- Dn 3, 14-20. 49-50. 91-92. 96
- Dn 3
- Jn 8, 31-42
Estamos por terminar nuestra Cuaresma y la palabra de Jesús resuena con fuerza en nuestro corazón: “Yo los he venido a liberar para que no sean más esclavos del pecado”.
Nuestras prácticas cuaresmales lo único que hacen es abrir el camino para que Dios nos salve. Es necesario reconocer nuestra incapacidad de vencer el pecado y gritarle con todas nuestras fuerzas: ¡Señor libérame, no quiero ser más esclavo! Esto te comprometerá a ser ahora siervo del Evangelio, pero te dará la felicidad de la libertad. ¿Qué esperas?
Y es que la verdadera fe, como acabamos de leer en la primera lectura, se expresa en la fidelidad y la fidelidad se expresa en los momentos de crisis, cuando se puede perder todo, cuando todo puede depender de nuestra actitud hacia Dios, cuando preferimos, incluso la misma muerte, que el ofender a Dios con nuestra infidelidad.
Quien haya conocido de verdad a Dios, al único Dios, y haya saboreado todo lo que otorga y regala a sus fieles y seguidores: su alianza de amor, su luz, su constante cercanía, su protección… como les ocurrió a Sidrac, Misac y Abdénago, no puede darle la espalda e ir detrás de otros dioses, por mucho que les obliguen, en este caso el rey Nabucodonosor, a adorar a otro dios, incluso a costa de la propia vida, a costa de ser quemados en “un horno encendido”.
Dios les protegió y les salvó de ser quemados, lo que llevó consigo el “milagro” del rey Nabucodonosor, que acabó reconociendo al verdadero Dios: “Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago”
Sin embargo, cabe resaltar que su fidelidad no estaba basada en la posibilidad de que Dios los salvara, pues a pesar de que esto no sucediera, ellos jamás le serían infieles, nos dice el texto.
Pensemos en cuántas veces nosotros le hemos dicho a Dios: “Haré esto o lo otro si tú me das a cambio”; nuestro Dios no es un Dios de trueques. Le amamos o no le amamos, le somos o no fieles, sin que esto dependa de lo que nos pueda o quiera dar. Por ello, la crisis y la tentación son la mejor oportunidad que tenemos para probarle a Dios si verdaderamente le amamos y le somos fieles.
Por otro lado, producto de la meditación del evangelio, cabe decir que hay palabras que están gastadas de tanto usarlas, que están gastadas de tanto disfrazarlas y que, de lo mal que sean han usado, parecen haber desdibujado su significado; una de ellas sin duda ha sido la palabra libertad. Ya en la antigüedad los filósofos querían domesticarla, hoy más que domesticarla pretendemos disfrazarla de cualquier cosa.
Los judíos que escuchan a Jesús hoy se sienten ofendidos cuando el Maestro les dice que la Verdad les hará Libres, porque ellos ya se sienten libres, ellos ya se creen libres, puesto que, como indican, no tienen la condición legal de esclavos… y calificarlos como tales puede entenderse verdaderamente como una provocación o un insulto. Los judíos tienen la piel muy fina cuando escuchan a Jesús, rápido se ofenden, pero Él parece no perder nunca la compostura.
Sin embargo la condición legal no recoge la realidad de la vida, igual que las leyes no expresan lo bueno o lo malo, simplemente recogen lo legal. Como decía, el no ser legalmente esclavo no es garantía de ser libre, de hecho siempre me ha sorprendido la reflexión de aquel preso que, en la cárcel, está tan encerrado el preso como el carcelero, que en la vida está tan atado el perro como el dueño que lo lleva así sujeto… A la luz de las lecturas podríamos preguntarnos quién es más libre Nabucodonosor o los tres jóvenes que arroja al horno, parece claro que los tres jóvenes.
Como afirma el Papa Francisco; “la libertad más verdadera, la de la esclavitud del pecado, ha brotado de la Cruz de Cristo. Precisamente ahí donde Jesús se ha dejado clavar, se ha hecho esclavo, Dios ha puesto la fuente de la liberación del hombre. Esto no deja de sorprendernos: que el lugar donde somos despojados de toda libertad, es decir la muerte, puede convertirse en fuente de la libertad. Pero este es el misterio del amor de Dios. Jesús mismo lo había anunciado cuando dijo: «Por eso me ama el Padre: porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo” (…). Jesús lleva a cabo su plena libertad al entregarse a la muerte; Él sabe que solo de esta manera puede obtener la vida para todos.”
Como nos dice San Agustín «¿Qué muerte más funesta para el alma como la libertad de errar?»
Y nos explica San Juan Pablo II; «“Liberación” significa transformación interior del hombre, que es consecuencia del conocimiento de la verdad. La transformación es, pues, un proceso espiritual en el que el hombre madura en justicia y santidad verdaderas»
Concluimos con el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.733) «En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay libertad verdadera más que en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y conduce a ‘la esclavitud del pecado’ (cf. Rom 6,17)».
Con el Salmista bendecimos al Señor, su santo y glorioso nombre, que penetra con su mirada los abismos y se sienta en un trono rodeado de querubines; ese Dios que, como nos indica la Oración Colecta, es compasivo y nos infunde el deseo de servirle con amor y que paternalmente escucha nuestras súplicas.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/04/06/libertad-libertad/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.