https://youtu.be/vq0FVb13nbo
- Os 8, 4-7. 11-13
- Sal 113
- Mt 9, 32-38
Hoy el Señor en la liturgia nos invita a formar parte de su equipo de trabajo para colaborar con El en la extensión de su Reino, para sembrando la semilla de la Palabras, cosechar paz, para que su Misericordia se derrame sobre todos aquellos que están angustiados, confundidos o alejados de El, aquellos que como nos indica el Profeta Óseas “siembran vientos y cosechan tempestades”.
Y es que, probablemente, también nosotros, en ocasiones, llenamos nuestra vida cotidiana de diosecillos (dinero, poder, reconocimiento, likes en las redes sociales…) que nos hacen poner las energías y el corazón en realidades que no nos llenan, no nos satisfacen y nos presentan un falso sendero de felicidad que nos aboca al abismo del sinsentido y del vacío; perdemos de vista quien es el verdadero Dios, el único que puede salvarnos, el único que puede dar sentido a nuestra existencia, el único que puede llenarnos de plenitud. Por ello te invito a la reflexión y a que te respondas con sinceridad: ¿Quién es el verdadero Dios en este momento en tu vida? ¿A quién le entregas tus fuerzas, tu corazón, tu alma y tus energías?
Debemos dar testimonio sobre todos en aquellos que se han puesto a sembrar vientos y recogerán tempestades. Esta frase nos recuerda las palabras de san Pablo en su carta a los Gálatas: se recoge aquello que se siembra. Hoy en día, es triste descubrir que estas palabras siguen siendo de gran actualidad para aquellos que piensan que basta con ir a misa para agradar a Dios, mientras que en sus vidas ordinarias se dedican a sembrar odios, violencia e injusticias; aquellos que continúan construyendo ídolos que no pueden salvarlos; gente ignorante que ha puesto su confianza en el dinero, en su poder y en otras tantas cosas que, en lugar de ayudarles a ser mejores y alcanzar la salvación, los alejan cada vez más de Dios.
Es tiempo, de regresar al Señor, de retomar su evangelio y buscar vivir conforme a éste, no sólo el domingo mientras estamos en misa, sino en todo momento, ser de los que como nos dice el Salmista “confiamos en el Señor” y por eso nos dejamos llenar con su Amor.
“Jesús, nos explica el Papa Francisco, dijo a los discípulos: “La mies es mucha y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies”… Esta petición de Jesús es siempre válida. Siempre debemos orar al “dueño de la mies”, que es Dios Padre, para que envíe obreros a trabajar en su campo, que es el mundo. Y cada uno de nosotros lo debe hacer con un corazón abierto, con una actitud misionera; nuestra oración no debe limitarse solo a nuestras peticiones, a nuestras necesidades: una oración es verdaderamente cristiana si también tiene una dimensión universal.”
Y es que cuando el Señor dice de la multitud que andan «como ovejas sin pastor» no está diciendo que les faltan curas y obispos. Dice que no hay quienes les guíen, les enseñen el evangelio y les muestren el Reino de Dios. Y eso lo hacen los obispos y sacerdotes de una manera que es específica de su ministerio y cualquier cristiano, que es un discípulo de Crsito y está llamado a dar testimonio, y hacer otros discípulos.
Es evidente, también en la actualidad, la desproporción que existe entre las multitudes que esperan la predicación de la Buena Nueva del Reino y la escasez de obreros. La solución nos la da Jesús al final del Evangelio: “rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a sus campos”
El Evangelio nos habla de la curación de un endemoniado mudo que provoca diferentes reacciones en los fariseos y en la multitud. Mientras que los fariseos, ante la evidencia de un prodigio innegable, lo atribuyen a poderes diabólicos —«Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios», la multitud se maravilla: «Jamás se vio cosa igual en Israel». San Juan Crisóstomo, comentando este pasaje, dice: «Lo que en verdad molestaba a los fariseos era que consideraran a Jesús como superior a todos, no sólo a los que entonces existían, sino a todos los que habían existido anteriormente».
A Jesús no le preocupaba la animadversión de los fariseos, Él continuaba fiel a su misión. Es más, Jesús, ante la evidencia de que los guías de Israel, en vez de cuidar y apacentar el rebaño, lo que hacían era descarriarlo, se apiadó de aquellas multitudes cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor.
Que las multitudes desean y agradecen una buena guía quedó comprobado en las visitas pastorales de San Juan Pablo II a tantos países del mundo. ¡Cuántas multitudes reunidas a su alrededor! ¡Cómo escuchaban su palabra, sobre todo los jóvenes! Y eso que el Papa no rebajaba el Evangelio, sino que lo predicaba con todas sus exigencias.
Todos nosotros, «si fuéramos consecuentes con nuestra fe, —dice san Josemaría Escrivá— al mirar a nuestro alrededor y contemplar el espectáculo de la historia y del mundo, no podríamos menos de sentir que se elevan en nuestro corazón los mismos sentimientos que animaron al de Jesucristo», lo cual nos conduciría a una generosa tarea apostólica.
Hoy, la mies sigue siendo mucha y los obreros pocos. ¿Estás dispuesto dejarte afectar por los sufrimientos y debilidades de nuestros hermanos y hermanas y que la misericordia te haga dar valientemente un paso adelante para acompañar sus vulnerabilidades y curar sus heridas?
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- PildorasdeFe.com
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/07/05/eh-que-eres-tu/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
«Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.