https://youtu.be/DS1DCXAfzOU
- Deut 26, 16-19
- Sal 118
- Mt 5, 43-38
Esta primera semana de Cuaresma nos ofrece textos bíblicos que nos presentan actitudes propias de este tiempo: invitación a la santidad, escucha de la Palabra de Dios, conversión, oración.
Las lecturas nos recuerdan el compromiso que tenemos como cristianos, compromiso que debemos asumir con toda responsabilidad con actitudes como:
- Lealtad y respeto: El texto del Deutoronomio nos habla del compromiso del pueblo ante Dios y las implicaciones fundamentales de la alianza. Es un pacto recíproco y está presidido por la lealtad y el respeto. Tiene un carácter dialogal y personal: Israel es un interlocutor libre y responsable, ante un Dios que es fiel y se compromete a ser el Dios de ese pueblo; son el uno para el otro.
Esa alianza, que sigue su curso a lo largo de la historia de la salvación, también tiene para nosotros, hoy, unas exigencias insoslayables. En primer lugar, nos invita a valorar el proyecto de Dios, que, por amor, ha querido crearnos y destinarnos a mantener con él una relación de amistad que culminará en nuestra felicidad imperecedera; y eso sin ningún mérito nuestro. A renglón seguido, nos pide que vivamos con lealtad nuestro compromiso con él, escuchando su palabra y cumpliendo fiel y asiduamente su voluntad.
- Cumplir la Voluntad del Señor: “Dichoso el que cumple la Voluntad del Señor.” Cabría preguntarnos: ¿Cuál es la bisagra, la amalgama que logra unir la voluntad de Dios y la humana? El secreto es simple y grande: el amor. Una experiencia de amor logra conciliar el deber y el corazón. Aúna voluntades —la mía y la de Dios― de la misma manera que el querer y el sueño de dos que se aman y miran hacia el mismo horizonte. Quien se sabe intensamente amado por Dios, logra penetrar con lucidez en su auténtica ley —el amor— y hace suya, con total libertad y con pasión, la voluntad de Dios. Entra en una dinámica amorosa, en la que cumplir no es algo forzado ni superficial, sino un verdadero impulso del corazón.
- Amar como ama el Señor: “Si ustedes aman a los que los aman que mérito tienen?” Esta es, desde este punto de vista, la gran novedad que aporta Jesús y por tanto el cristianismo a la historia de la humanidad. El mal desencadena un proceso, una dinámica que se puede comparar a la bola de nieve que, mientras rueda por la ladera, va creciendo sin parar hasta que ese “efecto bola de nieve” termina por arrastrar y destruir cuanto encuentra a su paso. Ese es el mal cuando se desata todo su poder. Pero en la historia, Dios ha puesto el límite a este poder devastador del mal y se llama misericordia. En este contexto podemos decir que Jesucristo ha traído al mundo y a los hombres la misericordia divina, principio de renovación y restauración del todo sorprendente e inesperado por el cual la historia avanza.
Gracias a hombres y mujeres que han cogido esta misericordia en su corazón y la han practicado en su vida. Cada uno de ellos se ha convertido, sabiéndolo o sin saberlo, en otro Cristo viviente, que se convierte en un sumidero de muerte y a la vez una fuente de vida. En los corazones misericordiosos se realiza el mayor proceso de reciclaje que el hombre puede conseguir imaginar. Entra el mal y sale el bien, entra ofensa y sale perdón.
El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, «y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador» (Concilio Vaticano II): ésta es la razón más alta de su dignidad. El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad. De aquí que la exigencia del don sincero de uno mismo devenga un precepto divino: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial»
Nos explica el Papa Francisco: “… la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza…”
Pidamos con la Oración Universal: Haznos perfectos en el Amor, Señor.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/03/04/la-misericordia-es-la-esperanza-del-hombre/
- http://vivirsalmos.blogspot.com/2017/02/dichoso-el-que-camina-en-la-voluntad.html
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- http://es.catholic.net/op/articulos/13073/el-amor-a-los-enemigos.html#modal
Palabra de Vida Mes de Marzo 2023
“ Vivan como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad,justicia y verdad» (Ef 5, 8-9) | https://ciudadnueva.com.ar/wp-content/uploads/2022/12/PV-03-2023_doble.doc
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.