Este es el Camino. Síguelo sin desviarte.
https://youtu.be/NK7ZPm_-jhw
- Is 30, 19-21. 23-26
- Sal 146
- Mt 9, 35-10. 1. 6-8
Nuestro Dios es por encima de todo un Dios conmovido por el hombre. Su actuar es siempre un movimiento de respuesta a nuestra necesidad. Cuando el Dios de Israel interviene en Egipto lo hace porque ha escuchado el dolor de su pueblo.
Esto dice el Señor, el Santo de Israel: «Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar, se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.Afirma Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P., que el profeta habla a un pueblo que está desanimado políticamente y religiosamente. Y se dirige a los pobres y a los afligidos para darles ánimos. Y les anuncia que Dios no les olvida, que se apiada de ellos porque es rico en misericordia. El anuncio de esperanza del profeta se cumplirá en Cristo Jesús.
Santa Catalina de Siena ilustrará este pensamiento con una sentencia maravillosa, “Cristo, movido por nuestro amor…” Es decir, a Dios le mueve el corazón humano, es un Dios alcanzado por el amor humano, que responde dándose enteramente. La suya no es una autoridad de iniciativa sino de auxilio, de disposición. El enfoque es muy diferente.
El Señor solo necesita algo de nosotros para poder actuar y es como nos lo dice la lectura: “Este es el camino. Síguelo sin desviarte, ni a la derecha, ni a la izquierda.”
Y es que, como nos comenta el Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer, cuando ya llevamos una semana dentro del itinerario de preparación para la celebración de la Navidad, ya hemos constatado que una de las virtudes que hemos de fomentar durante el Adviento es la esperanza. Pero no de una manera pasiva, como quien espera que pase el tren, sino una esperanza activa, que nos mueve a disponernos poniendo de nuestra parte todo lo que sea necesario para que Jesús pueda nacer de nuevo en nuestros corazones.
Pero hemos de tratar de no conformarnos sólo con lo que nosotros esperamos, sino —sobre todo— ir a descubrir qué es lo que Dios espera de nosotros.
El Señor nos deja en el Evangelio de hoy una de esas frases por las que descubrimos cómo y cuánto Cristo es alcanzado por el hombre, “viendo a la muchedumbre, sentía compasión de ellos, porque andaban como ovejas que no tienen pastor”. Qué hermoso es echar un ojo al corazón humano de nuestro Señor. Encontrar en el Evangelio textos que se refieren a cosas escondidas, a los lugares desde donde nace el afecto y la ternura de Dios.
Más letal que el coronavirus es la indiferencia, el corazón que no entiende de conmociones.
Jesús, nos continua comentando Fray Carlos, se compadeció de aquella gente que se reunió en torno a él porque vagaba desorientada y solitaria; buscaba un guía que le congregara. Esa muchedumbre corresponde a muchos cristianos encerrados en sí mismos, a pesar de sus rezos y prácticas religiosas. Cristo quiere liberarnos para hacernos liberadores. La primera mediación es la comunidad. El que nos reunamos junto a él no sólo reunidos, sino también unidos a escuchar su palabra y compartirla, Y vivir así como hermanos.
Jesús libera y convierte en hombres nuevos a sus discípulos para que, a su vez, sean liberadores, continuadores del anuncio de la Buena Noticia y de la obra liberadora de toda opresión.
“La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”.
“Esta petición de Jesús, nos explica el Papa Francisco, es siempre válida. Siempre debemos orar al “dueño de la mies”, que es Dios Padre, para que envíe obreros a trabajar en su campo, que es el mundo. Y cada uno de nosotros lo debe hacer con un corazón abierto, con una actitud misionera; nuestra oración no debe limitarse solo a nuestras peticiones, a nuestras necesidades: una oración es verdaderamente cristiana si también tiene una dimensión universal.”
El Señor, concluye el reverendo, ha querido confiar en nosotros y quiere que en las muy diversas circunstancias respondamos a la vocación de convertirnos en apóstoles de nuestro mundo. La misión para la que Dios Padre ha enviado a su Hijo al mundo requiere de nosotros que seamos sus continuadores. En nuestros días también encontramos una multitud desorientada y desesperanzada, que tiene sed de la Buena Nueva de la Salvación que Cristo nos ha traído, de la que nosotros somos sus mensajeros. Es una misión confiada a todos. Conocedores de nuestras flaquezas y handicaps, apoyémonos en la oración constante y estemos contentos de llegar a ser así colaboradores del plan redentor que Cristo nos ha revelado.
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2021
«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Se-ñor!» (Lc 1, 45) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.