?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/WcJw6TeyLeU
- Lev 23, 1. 4-11. 1-16. 34-37
- Sal 80
- Mt 13, 54-58
Este pasaje del Levítico que nos presenta la liturgia de hoy nos ilustra cómo, ya desde el AT, el pueblo de Israel se reunía en Asamblea Litúrgica para darle culto a Dios como comunidad. Dentro de todo lo que podríamos hoy revisar sobre este pasaje y este tema, centremos nuestra atención sobre los elementos esenciales de esta participación litúrgica.
El primer elemento es que se trata de una FIESTA, es un día de alegría en la que se reúne el pueblo de Dios en su presencia; el motivo de esta fiesta es DARLE GLORIA, reconociendo con ello que es Dios, y al mismo tiempo que nosotros le amamos; es por ello UN DIA DEDICADO AL SEÑOR, en el que no se dedica tiempo a actividades serviles (trabajar). Es un día para orar y para convivir como comunidad (diríamos como familia); finalmente, es el día de presentar nuestro trabajo, nuestro esfuerzo de la semana al Señor, simbolizado en la ofrenda que damos al estar reunidos en comunidad.
Esto es precisamente lo que nos invita la Iglesia a vivir en cada Domingo, este es el sentido profundo de nuestra celebración Eucarística en la cual damos gloria al Señor, pero es también el día de la Familia, es el día del amor, es para nosotros los cristianos la fiesta de la resurrección de Cristo y por ende la fiesta de nuestra salvación. Es esta una invitación a darle verdadero sentido al domingo. Hacer de él, el día del Señor.
“Aclamemos al Señor, nuestro Dios.” No todos los salmos, nos comenta Fray José Antonio Solorzano Pérez O.P., tienen el mismo tono exultante y de alabanza. El salmista escribe según las circunstancias y probablemente según el día que él tuviera: más apesadumbrado, más gozoso, más alegre o más triste. Como no sucede a cada uno nosotros: no todos los días tenemos el mismo humor.
Lo que importa es tener presente la bondad de Dios para con los suyos. Estar siempre dispuesto a aclamarlo y reconocerlo. A veces, cuesta.
Afirma el Papa Francisco acerca del Evangelio que “cuando dejamos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender. […] Sin apertura a la novedad y sobre todo —escuchad bien— sin apertura a las sorpresas de Dios, sin asombro, la fe se convierte en una letanía cansada que lentamente se apaga y se convierte en una costumbre, una costumbre social. He dicho una palabra: el asombro. ¿Qué es el asombro? El asombro es precisamente cuando sucede el encuentro con Dios: “He encontrado al Señor”. Leemos en el Evangelio: muchas veces, la gente que encuentra a Jesús y lo reconoce, siente el asombro. Y nosotros, con el encuentro con Dios, tenemos que ir por este camino: sentir el asombro. Es como el certificado de garantía que ese encuentro es verdadero y que no es una mera costumbre.
También nos comenta el Rev. D. Jordi POU i Sabater, que hoy como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva a creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y no yo?’». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.
Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?
Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de “predicar” a los de casa.
San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’ (Mt 13,57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos.
Palabra de Vida Mes de Julio 2021
“Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado” (Mateo 9, 22) . https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.