https://youtu.be/4cDofR101uY
- Heb 11, 32-40
- Sal 30
- Mc 5, 1-20
Hoy la liturgia nos ofrece el relato de grandes hombres y mujeres que nos da ejemplo de fe, aún a costa de torturas y hasta a precio de su vida. Creyentes que sin duda alguna confiaban profundamente en el Señor y no desesperaban en el momento de la prueba. Como también de esas personas que sintiéndose mal espiritualmente, ante su presencia corren y se postrar ante El y lo reconocen como el hijo de Dios.
Así pues, el texto de los Hebreos que nos ofrece hoy la liturgia, nos habla de los que por vivir su fe sufrieron severos castigos y fueron martirizados. De entrada, nos sorprende un poco oír lo que se dice de estas personas: “todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido; Dios tenía preparado algo mejor para nosotros, para que no llegaran sin nosotros a la perfección”. Algunos exegetas tratan de explicarnos que han tenido que esperar a la llegada de Cristo, el Hijo de Dios, el que nos ha conquistado la salvación para todos con su muerte y resurrección, para disfrutar de la promesa que encerraba “la perfección”, que podemos traducir por la vida de total felicidad en el cielo.
Y es que cuando hablamos de la fe estamos hablando no de un concepto, sino de una actitud ante la vida; es ir en contra de todas las evidencias y es por ello que sólo cuando todas las evidencias son contrarias a lo que Dios nos ha ofrecido, es cuando se entiende con exactitud lo que significa tener fe y finalmente, es tener la seguridad de que Dios, que es amor, está obrando con amor y misericordia en medio de nuestras crisis.
En medio de un mundo rodeado de dolor, de guerras, de violencia y enfermedad, hoy más que nunca debemos fortalecer la fe en el Dios del amor, de la paz y de la fraternidad.
“En el evangelio de san Marcos, nos explicó el Papa Benedicto XVI, una de cuyas características es el así llamado “secreto mesiánico”, es decir, el hecho de que Jesús no quiere que por el momento se sepa, fuera del grupo restringido de sus discípulos, que él es el Cristo, el Hijo de Dios. Por eso, en varias ocasiones, tanto a los Apóstoles como a los enfermos que cura, les advierte de que no revelen a nadie su identidad.
Por ejemplo, este pasaje evangélico, habla de un hombre poseído por el demonio, que repentinamente se pone a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios”. Y Jesús le ordena: “Cállate y sal de él”. E inmediatamente —constata el evangelista— el espíritu maligno, con gritos desgarradores, salió de aquel hombre.
Jesús no sólo expulsa los demonios de las personas, liberándolas de la peor esclavitud, sino que también impide a los demonios mismos que revelen su identidad. E insiste en este “secreto”, porque está en juego el éxito de su misma misión, de la que depende nuestra salvación. En efecto, sabe que para liberar a la humanidad del dominio del pecado deberá ser sacrificado en la cruz como verdadero Cordero pascual. El diablo, por su parte, trata de distraerlo para desviarlo, en cambio, hacia la lógica humana de un Mesías poderoso y lleno de éxito. La cruz de Cristo será la ruina del demonio; y por eso Jesús no deja de enseñar a sus discípulos que, para entrar en su gloria, debe padecer mucho, ser rechazado, condenado y crucificado (cf. Lc 24, 26), pues el sufrimiento forma parte integrante de su misión.”
Cabe recalcar que la liberación de un espíritu inmundo, es un término utilizado para referirse a un espíritu que es inmoral o lascivioso, que esclaviza a alguien a alguna pasión desenfrenada. Las personas que están atadas a esta clase de espíritus ya no tienen el control sobre sus vidas. No pueden pasar por un bar o visitar el internet sin ser arrastrados al pecado. Son atraídos hacia ello, adictos, poseídos por una pasión inmunda, que crece cada día más fuerte sobre ellos. Dentro de ellos claman en tormento como el endemoniado.
Aquel hombre antes se creía libre, fuerte y dominador; pero ante Jesús descubrió que en realidad era un pobre desgraciado, encadenado por el Enemigo. Y se dio cuenta de que Cristo, con su palabra, le había librado de convertirse para siempre (como en los cuentos) en un cerdo corriendo –como los demás– acantilado abajo para ahogarse en el mar.
La liberación del endemoniado termina con la muerte de los cerdos; esto nos deja un tanto perplejos. Pero lo que no nos deja perplejos, y es con lo que nos tenemos que quedar es el poder de Jesús de luchar y vencer al mal, en contra del “espíritu inmundo”.
Centrándonos en nuestra vida. Sabemos de la presencia del mal, venga de donde venga, en nuestra vida, el que intenta que no sigamos a Jesús como le hemos prometido. Acabamos de ver el poder de Jesús sobre el mal, sobre el espíritu inmundo. Ya sabemos a quién tenemos que acudir cuando ronde nuestro corazón.
¿Cómo no iba a proclamarlo a los cuatro vientos? Jesús le había salvado la vida, y por eso le estaba eternamente agradecido.
Otro punto importante para nuestra reflexión son las indicaciones dadas por el Señor al que ha sido sanado, se le encarga que proclame ante la gente la misericordia de Dios. “Cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo”, buena recomendación, que comience por su familia y después entre sus vecinos, se le invita a evangelizar partiendo de las maravillas que ha hecho en su propia vida, partiendo de su experiencia comunique y contagie su testimonio, alabe y muestre lo grande que el Señor ha obrado. Le esta dando las claves para evangelizar.
A lo mejor en tu caso ocurre algo similar, has sido liberado, sanado, perdonado por Dios y tienes una nueva misión, pero esta está incompleta hasta que no regreses con los tuyos, con tu casa a dar testimonio de lo que Dios ha hecho en ti, pero mientras tanto Dios tiene paciencia y es amoroso: Este hombre paso de ser un endemoniado a ser un evangelizador de 10 ciudades (Decapolis) recordemos que el número 10 en la Biblia simboliza la Ley, los mandamientos el orden de Dios, la responsabilidad del hombre por guardar los mandamientos y ordenanzas de Dios. Por tanto cuando le preguntes a Dios qué quiere de ti? Y desees seguir a Dios pero él te lo “impida” recuerda este pasaje…Dios llama a quien quiere, cuando quiere y como quiere, no a todos por el mismo camino pero si con la misma misión: ser portadores y testigos de la Buena nueva y del amor de Dios y su poder. ¡Pero siempre habrá que cumplir con lo que Dios pide primero porque el valor no se halla en la misión misma sino en la verdad, fidelidad y sinceridad con que se hagan! Evangelizar no es una tarea más para el cristiano, pero es la reacción natural y espontánea al sabernos liberados y salvados por aquel que nos ha amado con locura. No podemos dejar de gritar, como aquel hombre, que la razón de nuestra vida es Jesús.
“¡Qué grande es la bondad que has reservado, Señor, para tus fieles!… Tu presencia lo ampara…en mis horas de angustia ha prodigado las pruebas de su amor… Qué amen al Señor todos los fieles…”, nos dice el Salmista.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://es.catholic.net/op/articulos/72547/cat/17/de-endemoniado-a-testigo-y-evangelizador-mc-5-1-20-.html#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.worldchallenge.org/es/expulsando-esp%C3%ADritus-inmundos
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=30-01-2023
- https://www.mccmurcia.org/evangelio-del-dia-mc-51-20-vete-a-casa-con-los-tuyos-y-anunciales-lo-que-el-senor-ha-hecho-contigo-por-su-misericordia/
- https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090201.html
Palabra de Vida Mes de Enero 2023
«Aprendan a hacer el bien, busquen la justicia» (Is 1, 17). https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.