https://youtu.be/wmV7yVTSqBc?si=KZloPVywfeBj6lR4
- Iss63, 16-17. 19; 64, 2-7
- Sal 79
- 1 Cor 1, 3-9
- Mc 13, 33-37
¡El Señor viene! El Adviento nos ayuda a caer en la cuenta de esta verdad. Y nos predispone para intensificar nuestros encuentros personales con el Señor Jesucristo en la oración más intensa y en la más atenta escucha de su Palabra y de su paso entre nosotros.
Este tiempo particularmente santo, ante sala de la gran celebración de la Natividad del Señor, es una fuerte llamada a estar alerta. Porque el Señor viene, quiere venir a mi vida, a ofrecerme un plan, a encender mi esperanza, a despertar todas mis capacidades para el bien y el amor.
Él viene a sacarme de la plácida rutina, de la inconsciencia del compromiso débil, del melancólico paso del tiempo que me hace ser espectador indiferente de las grandes luchas y sueños de la humanidad.
Él viene sobre todo a recordarme la más importante de las citas: el encuentro definitivo con Él, ese que fijará mi destino eterno a su lado, y que ahora me exige vivir en vela y sin distracciones estériles, construyendo con su fuerza, y por su mismo Espíritu, ese futuro que desembocará en la Vida-sin-fin.
La liturgia nos invita a que se avive en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo y estar preparados mediante la práctica, no solo de la oracion, sino también de las Obras de Misericordia.
El profeta Isaías, nos ofrece un “credo” majestuoso sobre quién es Dios: nuestro padre y nuestro redentor. ¡Qué anhelo tan fuerte se siente!: “Descendiste, y las montañas se estremecieron. Jamás se oyó ni se escuchó,ni ojo vio un Dios, fuera de ti,que hiciera tanto por quien espera en él.
Sales al encuentro de quien practica con alegría la justicia y, andando en tus caminos, se acuerda de ti.”
Quiere que el cielo se rasgue y baje Dios en persona… Y ya percibe el profeta que esto ha sucedido. Efectivamente Dios no se ha quedado en su cielo, sino que ha bajado para ser uno de nosotros y enseñarnos a practicar la justicia y la solidaridad. Este Dios ha venido para salvarnos y liberarnos.
Esta es una de las imágenes del Adviento. Y entonces el hombre aprenderá a no ser más de lo que debe ser. De ahí que teniendo a Dios como “padre y redentor”, no importa sentirse como el “barro en manos del alfarero”, porque de sus manos siempre sale un vaso nuevo.
El salmo nos muestra un clamor que sale desde lo más profundo del alma de una persona que quiere el bien para los suyos y padece el sufrimiento de los mismos: “Señor múestranos tu favor y sálvanos…manifiéstate despierta tu poder… mira tu viña y visítala; protege la cepa plateada por tu mano, el renuevo que Tú mismo cultivaste” Nos enseña que la oración es muy importante y no puede faltar en la vida de un cristiano, y no solo en los momentos difíciles que es cuando tendemos a rezar más, sino que también debemos hacerlo en los días buenos, ser agradecidos es vital para mantener una buena comunión con el Altísimo.
En el texto de San Pablo, El que conoce que en esas comunidades había grupos bien diversos; algunos buscarán caminos de perfección y de conocimiento más altos y exigentes. Viven bajo la espera de la venida de Jesucristo y el Apóstol los alienta para que sin perder esa dimensión tan esencial de su fe no olviden que lo más importante, no obstante, es vivir la vida de Jesucristo. En esa tensión escatológica no valen de nada las elucubraciones y los miedos: quien vive la vida del Señor; quien tiene sus sentimientos, heredará la verdadera vida.
Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento […] No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos», nos dice Jesus en el texto del evangelio de hoy y el Papa Francisco, nos explica: “La persona que está atenta es la que, en el ruido del mundo, no se deja llevar por la distracción o la superficialidad, sino que vive de modo pleno y consciente, con una preocupación dirigida en primer lugar a los demás. Con esta actitud nos damos cuenta de las lágrimas y las necesidades del prójimo, y podemos percibir también sus capacidades y sus cualidades humanas y espirituales. La persona mira después al mundo, tratando de contrarrestar la indiferencia y la crueldad que hay en él y alegrándose de los tesoros de belleza que también existen y que deben ser custodiados. Se trata de tener una mirada de comprensión para reconocer tanto las miserias y las pobrezas de los individuos y de la sociedad, como para reconocer la riqueza escondida en las pequeñas cosas de cada día, precisamente allí donde el Señor nos ha colocado.
La persona vigilante es la que acoge la invitación a velar, es decir, a no dejarse abrumar por el sueño del desánimo, la falta de esperanza, la desilusión; y al mismo tiempo rechaza la llamada de tantas vanidades de las que está el mundo lleno y detrás de las cuales, a veces, se sacrifican tiempo y serenidad personal y familiar.
La persona que está atenta es la que, en el ruido del mundo, no se deja llevar por la distracción o la superficialidad, sino que vive de modo pleno y consciente, con una preocupación dirigida en primer lugar a los demás. Con esta actitud nos damos cuenta de las lágrimas y las necesidades del prójimo, y podemos percibir también sus capacidades y sus cualidades humanas y espirituales. La persona mira después al mundo, tratando de contrarrestar la indiferencia y la crueldad que hay en él y alegrándose de los tesoros de belleza que también existen y que deben ser custodiados. Se trata de tener una mirada de comprensión para reconocer tanto las miserias y las pobrezas de los individuos y de la sociedad, como para reconocer la riqueza escondida en las pequeñas cosas de cada día, precisamente allí donde el Señor nos ha colocado.
La persona vigilante es la que acoge la invitación a velar, es decir, a no dejarse abrumar por el sueño del desánimo, la falta de esperanza, la desilusión; y al mismo tiempo rechaza la llamada de tantas vanidades de las que está el mundo lleno y detrás de las cuales, a veces, se sacrifican tiempo y serenidad personal y familiar.
Comenzamos el Adviento, es pues, tiempo de espera y de esperanza. La esperanza cristiana no es una espera “a ver qué sucede.” Sabemos con certeza que el Señor vendrá “con gran poder y majestad,” lo que no sabemos es cuando. El hombre necesita de la esperanza, pero para eso necesita saber qué espera. Los creyentes, esperamos a Cristo, y para eso tenemos que estar en sintonía con Él y saber distinguirle entre otros.
La esperanza no es inactividad ni pasividad. Por la esperanza sabemos que todos nuestros trabajos, desvelos, fatigas e iniciativas tienen un fin, que no son en balde, aunque no den el resultado que nosotros quisiéramos. Por la esperanza estamos preparados para “levantarnos y alzar la cabeza,” y no podemos dejar que las piernas se nos duerman y se nos anquilosen las articulaciones. Tenemos que “fortalecer las rodillas vacilantes” y eso requiere aumentar la fe y la caridad.
Como nos dice la Oración de los Fieles: “Al iniciar el Adviento, pidamos a Dios que nos enseñe a vivir anhelando sus bendiciones, y termino con las palabras finales del Papa Francisco, en su meditación: “Estar atentos y vigilantes son las premisas para no seguir «vagando fuera de los caminos del Señor», perdidos en nuestros pecados y nuestras infidelidades; estar atentos y alerta, son las condiciones para permitir a Dios irrumpir en nuestras vidas, para restituirle significado y valor con su presencia llena de bondad y de ternura. Que María Santísima, modelo de espera de Dios e icono de vigilancia, nos guíe hacia su Hijo Jesús, reavivando nuestro amor por él.”
“¡Oh Dios, haznos volver a ti; haz que tu rostro brille sobre nosotros.!” Sal 80, 3
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/12/03/cuando-el-se-acerca-3/
- https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/30-11-2008/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2017/documents/papa-francesco_angelus_20171203.html
- https://detrasdelsalmo.com/salmo-79/
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2023
““Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús” (Primera Carta a los Tesalonicenses, 5, 16-18) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.