https://youtu.be/MaE9j_h8zxc
- Is 11, 1-10
- Sal 71
- Lc 10, 21-24
Adviento es tiempo de esperanza. Hoy la liturgia nos invita a tratar de abrir espacios a los humildes, a los pequeños, y a reconocer nuestra fragilidad. Que el Señor nos conceda la sencillez de reconocernos débiles y pequeños ante Él.
Estamos llamados a recibir este espíritu de prudencia y sabiduría, de consejo y valentía, de ciencia y temor del Señor; que nos habla el texto de Isaías.
Y como acabamos de leer, el elemento CENTRAL que, de hecho es el que domina toda la escena que nos describe este texto de la primera lectura, es la acción del Espíritu de Dios, el cual dirige toda la nueva realidad mesiánica. Es por medio de la acción poderosa de Dios que se puede vivir una realidad diferente en la vida del hombre.
Movidos por Él, no cabe el miedo en nuestra vida, pues nos hará vivir para Dios en todos los momentos de nuestra vida.
Si nuestro mundo vive aún bajo el régimen de la injusticia, de la violencia, del egoísmo, es porque muchos de aquellos que desde el bautismo hemos recibido este Espíritu, no lo dejamos obrar con libertad, y preferimos continuar viviendo de acuerdo a nuestros criterios y deseos.
“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.” Jesús, prorrumpe, movido por el mismo Espíritu, en una oración de alabanza. ¿El motivo? Que Dios se fija en lo pequeño, en lo débil, en lo que no cuenta. ¿Hay algo más débil que un tronco viejo, o más limitado que un niño pequeño? Pues esos son los pequeños a los que Dios ha revelado las cosas del Reino. Así le ha parecido bien al Padre.
Afrima el Papa Francisco: “También nosotros debemos ser sencillos, concretos: la concreción te lleva a la humildad, porque la humildad es concreta. “Todos somos pecadores” es algo abstracto. No: “Yo soy un pecador por esto, por esto y por esto”, y esto me lleva a sentir vergüenza de mirar a Jesús: “Perdóname”. La verdadera actitud del pecador. «Si decimos: “No tenemos pecado”, nos engañamos y no hay verdad en nosotros» (1Jn 1,8). Es una forma de decir que estamos sin pecado, es esa actitud abstracta del “sí, somos pecadores, sí, perdí la paciencia una vez…”, pero “todo en el aire”. No me doy cuenta de la realidad de mis pecados. “Pero, usted lo sabe bien, todos, todos hacemos estas cosas, lo siento, lo siento… me duele, no quiero hacerlo más, no quiero decirlo más, no quiero pensarlo más”. Es importante que dentro de nosotros demos nombre a nuestros pecados. La concreción. Porque si nos “mantenemos en el aire”, terminaremos en las tinieblas. Volvámonos como los pequeños, que dicen lo que sienten, lo que piensan: todavía no han aprendido el arte de decir las cosas un poco envueltas para que se entiendan, pero no se digan. Este es un arte de los grandes, que muchas veces no nos hace ningún bien».
Y nosotros, sin embargo, pretendemos seguir siendo poderosos, fuertes, grandes, sabios, entendidos. No hemos comprendido aún que el Reino se manifiesta en lo pequeño, en lo humilde, en lo débil. Que Dios no necesita nuestras grandes obras para querernos, Él nos ama en medio de la imperfección, la debilidad, el pecado.
Ojalá este Adviento seamos capaces de purificar nuestro corazón y nuestra mente para escuchar bien la Palabra de Dios, para escuchar a Cristo y así conocer al Padre. Que pena da cuando en Misa suena un móvil y se salen de la Iglesia para atender la llamada. ¿Qué palabra es más importante? Pero así somos, sabios y entendidos de nada y vacíos.
Jesús concluye afirmando a sus discípulos cuando les llama dichosos. Los llama dichosos porque han sido elegidos para ver y oír los secretos del Reino que está llegando.
También esos discípulos a los que Jesús les habla aparte, somos nosotros, es todo aquel que abre su corazón a la alabanza, a la gratitud, a vivir en gratuidad, porque hemos recibido gratis un tesoro que nos salva y estamos llamados a darlo gratis, ¡por eso somos dichosos!
Somos dichosos porque El se nos entrega en cada Eucaristía, somos dichosos porque lo podemos contemplar en el Sagrario y somos dichosos porque lo podemos escuchar en cada Liturgia de la Palabra.
Por eso el Salmista nos invita a orar: “Ven, Señor, Rey de justicia y de paz
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/11/29/el-bucle-magnetico/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=29-11-2022
- https://es.catholic.net/op/articulos/10571/cat/504/has-revelado-grandes-cosas-a-los-pequenos.html#modal
- https://es.catholic.net/op/articulos/75524/cat/1036/dichosos-los-ojos-que-ven-lo-que-ustedes-ven.html#modal
Palabra de Vida Mes de Noviembre 2022
“Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.” (Mateo 5, 7) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.