https://youtu.be/F62-9yUdNcg
- Jos 5, 9. 10-13
- Sal 33
- 2 Cor 15,12. 16-20
- Lc 15, 1-3. 11-32
Este domingo de Cuaresma, llamado Laetare, marca la dimensión gozosa que es propia de todo camino de conversión, pues se nos anuncia en las lecturas que el mal, no tiene la última palabra, sino que es realmente posible vivir la existencia nueva que el Señor nos trajo. Y es que de verdad, ¿quién de nosotros no aspira a la alegría perfecta y eterna que llamamos salvación? El problema es que a menudo sentimos que transformar nuestra vida, implica un esfuerzo muy grande para nuestra limitadas fuerzas, esto porque olvidamos que quien nos las dará es Dios, y con él todo es posible, tan solo es necesario que le creamos de verdad.
Por eso, hoy en la liturgia, se nos presenta la vida nueva que Dios quiere concedernos a cada uno de nosotros y nos mostrará cómo acoger esos dones de la Misericordia Divina, como lo hace el texto de Josué quien para llamar a los israelitas, y hoy a nosotros, a la fidelidad, nos recuerda las obras realizadas por Dios, siempre fiel a la alianza. Así la cesación del Maná será un signo de esa lealtad del Señor que cumple sus promesas guiando y sosteniendo al pueblo en un camino de progresiva madurez y responsabilidad, como nos invita a vivirlo nosotros también, por eso nuestra misión es mantenernos firmes en el Señor y vivir nuestra libertad con responsabilidad: cuidando nuestra tierra, respetando a todas las personas, construyendo en definitiva un mundo más habitable para todos, más fraterno y fundamentado en la justicia. Ahora nos toca cultivar esta tierra que tenemos, como hizo el pueblo de Israel, ser agradecidos con lo recibido, para dar fruto y poder celebrar la pascua con Dios.
El salmista para motivarnos en esta misión, nos insta a través de este himno de acción de gracias a través del estribillo “haz la prueba y verás que bueno es el Señor”.
Pablo, en la segunda lectura nos dice, como a los Corintios, “Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.” Pasar de lo antiguo a lo nuevo es estar abierto a la misericordia de Dios, nos recuerda San Pablo. Transformar nuestra vida, y poner a Dios en nuestro corazón, y eliminando aquello con lo que uno no se siente satisfecho y es que Pablo nos está hablando de un Dios que no lleva cuenta de nuestros pecados y que al ser humano lo que le corresponde es acoger esa bondad divina con tal fuerza que incluso pueda compartirla.
Nos explica el Papa Francisco: “Cada vez que nos confesamos: allí recibimos el amor del Padre que vence nuestro pecado: nuestro pecado ya no existe, porque Dios lo olvida. Cuando Dios perdona, pierde la memoria, olvida nuestros pecados, se olvida. ¡Es tan bueno con nosotros! No como nosotros, que después de decir “no te preocupes”, a la primera oportunidad nos acordamos de las heridas que hemos sufrido. No, Dios anula el mal, nos hace nuevos por dentro y así hace renacer en nosotros la alegría, no la tristeza, no la oscuridad en nuestro corazón, no la sospecha, sino la alegría”
Debemos pues aprender a confiar en el rostro verdadero de Dios, debemos entender que El espera con paciencia hasta que regresemos libremente a sus brazos, hasta que regresemos a casa como nos muestra el Evangelio.
Palabra de Vida Mes de Marzo 2022
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/02/27/marzo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.