https://youtu.be/W8K6mBJB6LM
- Am 2, 6-10. 13-16
- Sal 49
- Mt 8, 18-22
Hoy que celebramos la Fiesta del Perpetuo Socorro, pidamos a nuestra Madre nos ayude a ser fieles al Señor y que nuestra decisión de seguirle sea firme, que hoy nos dejemos de excusas y tomemos la determinación de hacer un verdadero cambio en nuestra vida y ser sus seguidores.
Y es que Dios ha puesto una ley de amor en nosotros, entonces debemos vivirla intensamente y ayudar a los demás a vivirla. Es triste el constatar que hoy, igual que como nos describe la primera lectura, en muchos sectores del Pueblo de Dios, nos encontramos con pecados realmente graves. Pecados sociales cometidos por personas que nos decimos Católicas, que asistimos a misa los domingos, que comulgamos y que en nuestras vidas privadas no respetamos ni ayudamos, muchas veces, al pobre, somos injustos en lo que pagamos aprovechando toda ocasión para obtener ventaja propia. Cuántas veces, nos pasamos por alto los mandamientos del Señor, de llevar una vida justa, respetuosa y misericordiosa, para entregarnos a todo tipo de excesos, avaricia y egoísmos. Todo esto porque Dios no está realmente en nuestras vidas y olvidamos darle gracias por su permanente cuidado y bondad. Nos hemos alejado del buen camino que lleva a la salvación de Dios. Hemos elegido la perdición, la condena, la vida impía. Por eso el profeta nos insta hoy, a cambiar el comportamiento, a volver a los valores del pacto con Dios, a recrear el mundo de santidad al que Dios nos invita, donde nadie tiene que sufrir las injusticias, la explotación, la codicia o la manipulación ajena, porque el bien de Dios es un mundo en paz, justicia y misericordia.
El evangelio nos dice que a “Jesus la multitud lo rodeaba.” Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, como hemos visto, somos presa fácil del mundo y caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses”, como los que nos describe el Profeta, que no pueden dar sentido a nuestra vida: el móvil, Internet, el trabajo desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país…. Verdad que es lo que les pasa a muchos actualmente.
«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (…). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.
“El discernimiento, nos explica el Papa Francisco, es un instrumento de lucha para seguir mejor al Señor. Nos hace falta siempre, para estar dispuestos a reconocer los tiempos de Dios y de su gracia, para no desperdiciar las inspiraciones del Señor, para no dejar pasar su invitación a crecer. Muchas veces esto se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la magnanimidad se muestra en lo simple y en lo cotidiano. Se trata de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello, pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega de hoy… El discernimiento nos lleva a reconocer los medios concretos que el Señor predispone en su misterioso plan de amor, para que no nos quedemos solo en las buenas intenciones.”
Meditemos entonces: ¿Cómo entiendo yo la radicalidad que Jesús pide en este evangelio?
Lo prioritario es el amor, es atender las necesidades de los hermanos y de los que están en la indigencia. Lo importante es estar volcados hacia los demás, esforzarse en construir un mundo más habitable, más justo y verdadero.
Nuevamente hablamos hoy como ayer de la libertad a la que nos llama Jesús, aquella que Pablo nos recuerda, la libertad en el Espíritu, el amor y el servicio fraterno. La libertad y coherencia de vivir el evangelio del amor, irreconciliable con el egoísmo, el libertinaje o una vida sin ética ni religión. “Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado”. Estamos llamados a ser testigos de ese amor, a contagiar nuestra fe, la esperanza y dar frutos de amor. El mundo que Dios quiere es un mundo mejor, más humano, más evangélico. Un mundo en que como dice el Papa Francisco, quepamos todos. Donde no haya que salir a las periferias, porque todos estemos recogidos y aceptados; donde la ternura y la compasión sean la tónica y el estilo de vida de nuestra sociedad. Como creyentes esa es nuestra tarea, ¡vivámosla siempre y seamos contagiosos en nuestro amor!
Bibliografía.
- Folleto La Misa de Cada Día.
- PildorasdeFe.com
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/06/27/atencion-los-que-olvidais-a-dios-2/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Junio 2022
«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti» (Sal 16, 2) https://www.focolare.org/espana/es/news/category/parola-di-vita/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.