https://youtu.be/lVKIvAD_HS0
- 2 Sam 7, 18-19. 24-29
- Sal 131
- Mc 4, 21-25
¿Quién soy yo para que me hayas concedido tantas gracias? Esa pregunta, nos comenta Fray Juan José de León Lastra O.P., la formula David a Dios, tras la promesa de este, de que ha sido elegido para presidir la casa de Israel y estará con él, ofreciendo continua ayuda hasta que establezca la paz con sus enemigos
Antes de pedir tendríamos que dirigirnos a él con palabras semejantes a las de David: ¿Quién soy yo para que me hayas concedido tantas gracias? Tras esa pregunta debe llegar la petición de más favores.
Es, pues, importante, nos indica la reflexión del sitio Evangelización Activa, mantener en nuestra mente y en nuestro corazón la imagen del Dios que nunca se olvida de sus promesas y que es siempre generoso para dar, pues esto nos llevará, como a David, a alabar y bendecir a Dios, a darle gracias por todas sus bondades.
Estos elementos, el que Dios nos sorprenda siempre con su amor infinito y nos colme de sus bendiciones, y nuestra actitud de agradecimiento y veneración, son el mejor medio por el que el hombre moderno puede conocer la imagen auténtica de Dios.
El salmo responsorial de este día insiste en la buena conducta de David, en lo mucho que Dios ha hecho por él, y en la promesa del apoyo de Dios a Sion, como su casa.
Nos explica el Papa Francisco: “La enseñanza que Jesús nos da hoy nos ayuda a recobrar lo que es esencial en nuestras vidas y favorece una relación concreta y cotidiana con Dios. Hermanos y hermanas, las balanzas del Señor son diferentes a las nuestras. Él pesa de manera diferente a las personas y sus gestos: Dios no mide la cantidad sino la calidad, escruta el corazón, mira la pureza de las intenciones. Esto significa que nuestro “dar” a Dios en la oración y a los demás en la caridad debería huir siempre del ritualismo y del formalismo, así como de la lógica del cálculo. En cambio, debe ser expresión de gratuidad, como hizo Jesús con nosotros: nos salvó gratuitamente, no nos hizo pagar la redención. Nos salvó gratuitamente. Y nosotros, debemos hacer las cosas como expresión de gratuidad.”
«¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero?
Afirma el Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch, que hoy Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).
¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “ausentes” del espíritu.
El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. Y san Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo…, menos en el Amor».
«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.
Hoy nos vamos a volver niños, nos dice el comentario del sitio Arquidiócesis de Madrid, Para Dios no hay nada escondido, nada se le oculta. No nos vigila como si fuera un policía que espera descubrir un delito, sino como un Padre que ve jugar a sus hijos, que disfruta con nosotros. Por eso no hay nada más absurdo que intentar burlar la mirada amorosa de Dios. Decíamos en el antiguo catecismo: “Dios lo ve todo, lo presente, lo pasado y lo futuro…” No hay nada escondido para Dios. Dios comprende nuestra debilidad, sabe que nos caeremos cuando corramos, que nos darán ganas de robarle el bocadillo a otro niño, que seguramente haya alguna pelea o que ignoremos a ese otro niño que está más sólo. Entonces, cuando nos damos cuenta de nuestro pecado, más nos vale volver hasta nuestro Padre y “ponernos una vez colorado que cien morado” (o las distintas variantes que tiene este refrán en el mundo). Acudir a la misericordia de Dios, reparar el daño causado y seguir jugando con la confianza de que nuestro Padre está cerca y Él lo soluciona todo.
Palabra de Vida Mes de Enero 2022
“En Oriente hemos visto su estrella y hemos venido para adorarlo”. https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.