https://youtu.be/du_i0uo07Ts
- Hch 18, 1-8
- Sal 97
- Jn 16, 16-20
“Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor”, nos invita el Salmista hoy, y es que sin duda alguna la presencia real y viva del Señor en nuestra vida aun en medio de las dificultades de la vida, aun en medio de las tristezas que podamos experimentar, transforma nuestra tristeza en alegría.
Si Jesús Resucitado nos proporciona la verdadera alegría, esa que no depende de que las cosas vayan bien, o de una sorpresa que nos llena de gozo pero que a la postre es pasajera, sino de la serena alegría de sabernos amados infinitamente por Dios, ¿por qué entonces tantas veces estamos tristes?
Muchas veces lo que ocurre en nuestra vida es que, como nos dice el evangelio nuestra ceguedad es tal que aun cuando el Señor nos habla de mil maneras, “no entendemos lo que quiere decir” y como le pasó a Pablo hoy en la primera lectura , contradecimos y hasta insultamos a quien nos trae la predicación.
Pablo nos invita hoy a ser perseverantes y a buscar siempre las fuentes que nos guíen hacia la alegría verdadera, la conversión al Señor y la transformación de nuestra vida.
Pablo, ante la situación ante los judíos que son reticentes a su mensaje, El, incansable y decidido, se propone acercarse al mundo pagano. Se dirige a casa de Ticio Justo, con él se convirtieron algunos más como Crispo y toda su familia. Muchos corintios se convertían y se bautizaban.
La vida de la iglesia de todos los tiempos discurrirá entre dos gozos: el del mundo y el de Cristo. El gozo del mundo va unido a la consecución de valores efímeros, asentados en aspectos terrenales. El gozo que viene de Jesús, se basa en la condición de ser sus discípulos, reflejar los valores que Él vivió hasta dar la vida por los hermanos. Ahí lo importante es no perderlo a Él, sentir su proximidad, cultivar su amistad.
Afirma el Papa Francisco: “Sí, el Señor no esconde la tristeza, no nos deja, sin embargo, solo con esta palabra. Sigue adelante y dice: “Pero si vosotros sois fieles, esa tristeza se convertirá en alegría”. He aquí el punto clave: “El gozo cristiano es un gozo en esperanza que llega. Pero en el momento de la prueba nosotros no la vemos”. Es, de hecho, un gozo que se purifica con las pruebas, también por las pruebas de cada día. Dice el Señor: “esa tristeza se convertirá en alegría”... He aquí, entonces, el mensaje de la Iglesia hoy: no tener miedo, ser valerosos en el sufrimiento y pensar que después viene el Señor; después viene el gozo, después de la oscuridad llega el sol…”
Los cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del primer siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en medio de nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos provoca tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y tocar su presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se transforma en alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre nosotros.
Esta presencia, así nos lo recordaba San Juan Pablo II en su última Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, se concreta —específicamente— en la Eucaristía: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). (…) La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: ‘Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron’ (Lc 24,31)».
Pidamos a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la fuente eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y saciando nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de luz nuestra búsqueda de Dios.
Otra enseñanza que encontramos en la liturgia de hoy, la encontramos en el pasaje de los Hechos: como en algunos períodos de su vida san Pablo tuvo que trabajar con sus propias manos para ganarse el sustento.
Esto hacía que, como la mayoría de nosotros, tuviera que administrar su tiempo entre el trabajo y las demás actividades. Dado que para él su actividad principal era la predicación, utilizaba el tiempo libre en hablar de Jesús. En el mundo absorbente en el que vivimos, nosotros también debemos administrar bien nuestro tiempo y atender las obligaciones que nos vienen por ser cristianos. Entre ellas están el dedicarle tiempo a la familia (papás, hijos, hermanos y demás parientes). Y cuando decimos dedicarle tiempo no quiere decir, simplemente sentarse a ver televisión con ellos; implica compartir nuestra vida, nuestros problemas y necesidades; es buscar en común caminos que nos lleven a amarnos más.
Esta es una de las fuentes más importantes de evangelización que podemos tener en la familia pues, al darnos tiempo de estar con ellos, no faltará la oportunidad para orar juntos y para instruirnos unos a otros en las cosas del Señor. Recuerda que hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
Bilbiografía:
- PildorasdeFe.com
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/05/26/jueves-26-de-mayo-de-2022-vuestra-tristeza-se-convertira-en-alegria/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.htm
Palabra de Vida Mes de Mayo 2022
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros» (Jn 13, 34) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/05/01/mayo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.