https://youtu.be/JJqGhVirZLo
- Hch 4, 13-21
- Sal 117
- Mc 16, 9-15
“Id al mundo entero y prediquen el evangelio a toda criatura”, es la invitación que nos hace la liturgia de hoy, y la mejor manera de hacerlo, definitivamente es con nuestro testimonio, como lo hicieron Pedro y Juan.
Cuando las autoridades prohiben a los discípulos predicar y enseñar en el nombre de Jesús (la censura y la persecución no son cosas de anteayer) ellos argumentan que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres y que no pueden menos de contar lo que han visto y oído.
Cada vez que el Señor se aparece a un discípulo éste lo primero que hace es ir corriendo a anunciarlo y cuando Jesús se aparece por última vez deja muy claro lo que quiere que hagan éstos.
Predicar y enseñar es un mandato nada menos que divino. «Id al mundo entero y proclamad el evangelio». ¿Cuanto de mi vida dedico a la predicación?, ¿qué parte de mi vida está entregada a la enseñanza?, ¿no habré reducido mi vida cristiana a pequeños momentos de devoción en medio de una existencia profana?. En otras épocas digamos que la Iglesia tenía sus cuadros especializados en la evangelización, pero desde luego ésta época en que vivimos se parece más a la de los primeros tiempos. Los cristianos vivimos como levadura en medio de un mundo alejado de Dios.
Sin embargo, como afirma el Papa Francisco: “Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído…
Tras recordar que “la historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad”, el Papa escribe “el amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador.”
Para Santa Teresa del Niño Jesús, el Evangelio no es otra cosa que la revelación de la ternura de Dios, de la misericordia de Dios con cada uno de sus hijos, y señala las leyes de la vida que llevan a la felicidad. El centro de la vida cristiana es acoger con reconocimiento la ternura y la bondad de Dios —revelación de su amor misericordioso— y dejarse transformar por dicho amor.
Realmente para quien acepta la Resurrección, su vida se ve transformada de forma radical. Nuestro Señor nos continúa enviando diferentes mensajeros para que creamos en su resurrección, en la actualidad.
La Palabra de Vida de este mes nos hace ese llamado a evangelizar, y nos indica que para ello, es necesario dar espacio en nosotros a la fuerza de su Espíritu, que nos impulsa a la fraternidad: “Debo seguir al Espíritu Santo, que cada vez que me encuentro con un hermano o con una hermana me lleva a ser uno con él o con ella, a servirlos con esmero; que me da la fuerza para amarlos si en algún sentido son enemigos; que me enriquece el corazón con la misericordia para saber perdonar y poder comprender sus necesidades; que me lleva a comunicar con celo, cuando es el momento adecuado, las cosas más hermosas de mi alma. A través de mi amor es el amor de Jesús el que se revela y se transmite. Con y por este amor de Dios en el corazón se puede llegar lejos y hacer partícipes a otras personas de este descubrimiento, hasta que el otro, dulcemente herido por el amor de Dios en nosotros, quiera ser uno con nosotros, en un recíproco intercambio de ayudas, de ideales, de proyectos, de afectos. Solo entonces podremos comunicar la palabra y será un don, en la reciprocidad del amor”
Cuando el corazón ya no se conmueve ante las noticias. Cuando el corazón solo dialoga con el fracaso, la esperanza se pierde. Sin embargo, en esa mañana, que está brotando la vida, siguen llegando emisarios, testigos oculares, con voces de buena nueva: ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!Parece ser que ese grito tampoco hace romper la fuerza de los cerrojos del miedo. Va a tener que ser la presencia del mismo Cristo vivo y resucitado, la que entre en medio de la habitación. La fuerza de la presencia resucitada es la que transforma todas sus vidas. Muerte, miedo, dolor, vulnerabilidad, escusas, en presencia resucitada. Ahora sí,
Terminemos con el Salmista ”Te damos gracias Señor porque eres bueno porque tu misericordia es eterna”. Este salmo es el último del grupo aleluyático («Gran Hallel») y rezuma un profundo sentido eucarístico, de acción de gracias.
Bibliografía
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/04/23/anunciad-el-evangelio/
- https://www.franciscanos.org/oracion/salmo117.htm
- https://es.catholic.net/op/articulos/75893/cat/1267/no-podemos-dejar-de-hablar-de-lo-que-hemos-visto-y-oido.html#modal
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://ciudadnueva.com.ar/wp-content/uploads/2022/03/PV-04-2022_doble.doc
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.