https://youtu.be/wyTk95X0Ysg
- Jer 17,5-8
- Sal 1
- 1 Cor 15,12. 16-20
- Lc 7, 17. 20-26
Perdona Señor nuestras culpas, nos dice el Salmo y la liturgia de hoy nos hace un llamado a recibir a Dios como único Señor, que no sean otros dioses los que rijan nuestra vida creyendo que no necesitamos de El y quebrantando así nuestra relación con El. El Señor es nuestra única esperanza, nuestro único refugio y nuestro único Dios.
He aquí un diálogo prodigioso entre Dios y un hombre de su confianza, ante el cual el Creador se queja amargamente de la infidelidad de su pueblo y se propone acabar con él.
¡Y Dios ‘se arrepintió’ de su propósito! Sí, ya sabemos que ese episodio es una reconstrucción del autor sagrado. Pero ¡cuánta confianza supone en la misericordia de Dios y cuánta pasión en la defensa de un pueblo salido de sus manos, aunque olvidado de su providencia y entregado a la idolatría, el mayor pecado denunciado por el AT!
De nuevo surge el tema y la importancia de la intercesión. ¿Qué habría sido del pueblo de Israel y, qué sería de nosotros, sin personas como Moisés, que incesantemente oran a Dios para que derrame su amor y su misericordia sobre nosotros, sobre todo cuando nos encontramos lejos de él?
¿Tenemos nosotros una confianza en Dios tan incondicional como la de Moisés? Y, correlativamente, ¿somos capaces de defender hasta ese punto ante Dios a una humanidad tan descarriada como la nuestra?
Afirma el Papa Francisco: “Esta confianza en el Padre, confianza en el Padre que es capaz de hacer todo. Este valor para rezar, porque rezar requiere valentía. Orar es ir con Jesús al Padre que te dará todo. Valentía en la oración, franqueza en la oración. Así sigue adelante la Iglesia, con la oración, la valentía de la oración, porque la Iglesia sabe que sin esta subida al Padre no puede sobrevivir.”
«Las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado», nos dice el texto del evangelio. Dios ha querido que llegáramos a la verdad a través de los demás y con los demás, pero evidentemente no vale cualquier testigo ni cualquier testimonio. Es más, cuanto más importante es el testimonio, de mayor credibilidad tiene que ser el testigo. Y aquí se trata del mismo Dios, es decir, de la salvación eterna. Para eso no vale cualquiera. Pero Jesús dice de sí mismo: «Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí». ¡Es una pretensión inaudita! A Jesús no le avala un cualquiera, sino su mismo Padre. Su sabiduría incomparable, sus milagros, su amor incondicional y, sobre todo, su sacrificio en la Cruz son su mejor garantía de credibilidad. Porque, al final, sólo el amor es digno de fe. Y Jesús ha amado hasta el extremo. ¿No te fiarías de alguien que ha dado la vida por ti, sin condiciones ni intereses? ¿No te fiarías de alguien que ha muerto precisamente por ser fiel a su misión?
Jesucristo echa en cara a los que le escuchan, y hoy a nosotros, tres impedimentos que tienen para reconocerle como al Mesías Hijo de Dios: la falta de amor a Dios; la ausencia de rectitud de intención —buscan sólo la gloria humana— y que interpretan las Escrituras interesadamente.
El Santo Padre San Juan Pablo II nos escribía: «A la contemplación del rostro de Cristo tan sólo se llega escuchando en el Espíritu la voz del Padre, ya que nadie conoce al Hijo fuera del Padre (cf. Mt 11,27). Así, pues, se necesita la revelación del Altísimo. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse en actitud de escuchar».
Por esto, hay que tener en cuenta que, para confesar a Jesucristo como verdadero Hijo de Dios, no es suficiente con las pruebas externas que se nos proponen; es muy importante la rectitud en la voluntad, es decir, las buenas disposiciones.
Bibliografía
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/03/31/donde-estan-los-testigos-de-dios/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
Palabra de Vida Mes de Marzo 2022
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/02/27/marzo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.