https://youtu.be/S7IDaioR__8
- 2 Sam 5, 1-3
- Sal 121
- Col 1, 12-20
- Lc 23, 35-43
Hoy cerramos el ciclo litúrgico con la celebración de Cristo Rey, celebración que sirve de bisagra entre el final del presente ciclo, al que pone el broche, y el nuevo. La clave de esta celebración se encuentra en la compresión que tengamos de este título de Rey, pues esta comprensión marcará nuestra perspectiva y balance de lo vivido como cristianos a lo largo del año anterior y también marcará nuestras expectativas con respecto al futuro que se abre.
Las lecturas nos proponen un contraste de tradiciones acerca del Mesías que había de venir al final de los tiempos, según la prefiguración judía.
La primera lectura nos presenta la base de esa tradición, que es la del mesianismo dinástico davídico: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí; tu trono será establecido para siempre.” (2Sam 7,16). Esta concepción del mesianismo, de corte político, siempre estuvo presente en la compresión judía, pero los avatares históricos del pueblo de Israel hicieron que tuviera que revisarse, y de hecho, esta tradición fue rechazada por muchos pensadores judíos, entre ellos, Jesús y, con él, el cristianismo (véase Jn 6,15, donde Jesús escapa de aquellos que quieren hacerle rey porque los ha alimentado).
Este cuestionamiento nos permite introducir otra tradición mesiánica diferente, a saber, la que vincula al Mesías con el Siervo Sufriente de Isaías, tradición que el cristianismo primitivo toma del judaísmo y que se hace patente a lo largo de los Evangelios, especialmente en los relatos de Pasión, desde Marcos (donde el Mesías no se revela hasta su muerte en cruz) hasta Juan, que en 18,33ss, donde a la pregunta de Pilato “Entonces, ¿tú eres rey?”, Jesús responde: mi reino no es de este mundo”; y pasando, por supuesto, por Mateo, que en 20,25ss nos dice: “Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen. No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera ser grande, sea servidor suyo y el que quiera ser primero, sea esclavo suyo. Igual que el Hijo del Hombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos”; y sin olvidar a Lucas, que hace de su evangelio, no un viaje triunfal a Jerusalén, sino un camino de pasión hacia la muerte.
La lectura de hoy de este evangelio de Lucas plantea claramente todos estos aspectos: el rechazo del mesianismo triunfalista (“a otros ha salvado; que se salve a sí mismo si es el Mesías de Dios, el Elegido”); la aceptación del mesianismo del Siervo sufriente, mostrándonos a Jesús, al Justo, en el suplicio; la aceptación de un reinado mesiánico que no se corresponde con este mundo: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. […] Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”)
La reflexión del Salmo nos lleva a cuestionarnos: ¿Cómo manifiesto mi alegría del encuentro con Dios?; ¿Siento que soy verdadero testigo del amor de Dios?
San Pablo en el texto de la segunda lectura nos hace una especie de síntesis de la doctrina acerca de Jesucristo, presentándolo como la más clara manifestación del Padre Celestial y de ese amor por la humanidad que le hizo cambiar el gesto violento de la Cruz, en gesto de Amor Supremo.
Y en su enseñanza, acerca de la Celebración de hoy, el Papa Francisco, reflexionó sobre la imagen de Jesús delante de Pilatos “mientras la multitud grita para que lo condenen a muerte”. “El hecho es que la realeza de Jesús es muy diferente de la mundana. ‘Mi reino’, dice a Pilato, ‘no es de este mundo’”.
Cristo Rey “no viene para dominar, sino para servir”. Cristo “no llega con los signos de poder, sino con el poder de los signos. No se ha revestido de insignias valiosas, sino que está desnudo en la cruz. Y es precisamente en la inscripción puesta en la cruz que Jesús es definido como ‘rey’. ¡Su realeza está realmente más allá de los parámetros humanos! Podríamos decir que no es rey como los otros, sino que es Rey para los otros”.
Aun estando por encima de todos los soberanos, Cristo “no traza líneas de separación entre sí y los demás; desea más bien tener hermanos con los que compartir su alegría. Siguiéndolo no se pierde, sino que se adquiere dignidad. Porque Cristo no quiere en torno a sí servilismo, sino gente libre”.
En definitiva, concluyó el Papa Francisco, “la libertad de Jesús viene de la verdad. Es su verdad la que nos hace libres. Pero la verdad de Jesús no es una idea, algo abstracto: es una realidad, es Él mismo que hace la verdad dentro de nosotros, nos libera de las ficciones y de las falsedades que tenemos dentro. Estando con Jesús, nos volvemos verdaderos”.
“La mejor prueba de que Cristo es nuestro rey es el desapego de lo que contamina la vida, haciéndola ambigua, opaca, triste”, finalizó el Papa Francisco.
Vayamos con alegría al encuentro del Señor y experimentemos la fuerza renovadora del Misterio Pascual que no hará reconocer a Cristo como Rey y Señor de nuestras vidas, como aquel que nos levanta y nos ofrece su perdón y misericordia y que quiere lo mejor para cada uno de nosotros.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/11/20/cristo-rey-rey-en-la-cruz/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
- https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-cristo-rey-esta-por-encima-de-todos-los-soberanos-31168
Palabra de Vida Mes de Noviembre 2022
“Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.” (Mateo 5, 7) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.