https://youtu.be/t7CNexBwhdk
- Ex 3, 1-8. 13-15
- Sal 102
- 1 Cor 10, 1-6. 10-12
- Lc 13, 1-9
Este tercer domingo de cuaresma, nos invita a reconocer sinceramente, el pecado como una realidad que nos afecta profundamente, nos lleva a actuar de manera errada, a vivir un vida espiritual improductiva producto de nuestras malas decisiones. Sin embargo, vemos como el Señor confía en nuestras capacidad y conserva la esperanza de que nos dejemos abonar por su ejemplo y podamos así, dar el fruto esperado para disfrutar de la vida eterna. Así pues, nuestro Dios no es ni indiferente ni se queda pasivo ante nuestros males, no es la forma de actuar de Jesús, al que le duele nuestro dolor y se solidariza con nosotros.
Entonces, la fuerza de la primera lectura de este domingo de Cuaresma, la encontramos en las narraciones de la liberación de Egipto, y una de ellas es nuestra lectura, pues Israel nos trasmite una teología bien determinada: la experiencia que su Dios, Yahvé, se manifiesta como un Dios que no solo salva de las amenazas de los enemigos, sino que también viene en ayuda de las cosas más elementales de la vida: libertad, pan, paz y justicia. Por eso Israel aprenderá en esta teología a identificar el “pan de la vida” con el “pan de la salvación”. Todo eso es lo que significa esta revelación de Yahvé a Moisés.
La segunda lectura nos muestra a Pablo, que había comenzado una polémica sobre la carne sacrificada a los ídolos (1Cor 8,1), comienza aquí (1Cor 10,1) un nuevo período de reflexión para llevar a sus últimas consecuencias cómo tienen que comportarse frente a la idolatría. Para ello se ha valido de un proceso exegético, que se llama midrash, una actualización de un texto del AT, en este caso la epopeya del éxodo; entonces Pablo intenta sacar las consecuencias parenéticas para la comunidad de Corinto que de nuevo, como el pueblo en desierto, no está lejos de ciertas actitudes idolátricas. La tipología es un ejemplo para que aprendamos, quiere decir Pablo, porque algunos pueden ir a banquetes paganos y comer de algo que se ha consagrado a los ídolos. Esta es una tentación constante en todos los procesos religiosos. Una lectura actual ya no podría referirse a un problema de carnes y participaciones en banquetes sagrados, sino en otros banquetes de poder y de gloria que pueden robar la identidad cristiana.
La lectura evangélica contiene una llamada de Jesús a la penitencia y a la conversión. O, más bien, una exigencia de cambiar de vida. (Les recomiendo el Tema Metanoia que he publicado en este blog hoy).
La pasión de nuestro Dios es hacer la vida del hombre más humana, con más sentido. Las parábolas de Jesús intentan desbloquear las vidas atrapadas por el vacio, el sin sentido y la esterilidad. Nos ofrecen caminos de felicidad, bien distintos a los transitados por los que se consideran “normales”. No es un Dios justiciero ni duro que castiga y manda el mal y sufrimientos a los hombres. Los hechos históricos violentos acaecidos en Jerusalén, lo mismo que los que podemos ver hoy (la agresión a Ucrania) son para escucharlos y repensarlos.
“¿Pensáis que estos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? (…) ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?”. Muchas personas, con su vida, su trabajo, su familia, sus alegrías y sus pesares, que hace unas semanas no sospechaban nada, habían sacado, sin embargo, “pasajes” a la muerte en Ucrania.
También nos podría ocurrir a nosotros … el ejercicio de la libertad (que sigue respetando escrupulosamente Dios para todo ser humano), cuando actúa contra cualquier hombre o mujer, nos recuerda que el pecado nos afecta a todos … el creernos superiores a Dios. El disponer de la vida y de la muerte, el imponer las ideas que se desacreditan por sus hechos, son realidades que palpamos (quizás no como en Ucrania, de forma tan brutal) cada día.
“El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos”. “Si no os convertís todos pereceréis de la misma manera”. El Papa ha calificado esos actos como ofensivos a Dios, y que violan el fundamental derecho a la vida y socavan la pacífica convivencia … y seguimos rezando con insistencia y confianza, para que Dios cambie las entrañas de aquellos que tienen el corazón endurecido.
“Si no os convertís…”. Si el hombre no cambia de conducta, dejará, al final, que actúe la justicia de Dios que es “lento a la ira y rico en clemencia” (como nos dice el Salmista), pero que no deja que ninguna de las lágrimas de sus hijos caiga en vano, que no deja triunfar al corazón soberbio y engreído; que siempre da otra oportunidad, hasta que llega el día de la muerte y si no se han dado frutos de justicia, como la viña del Evangelio, “la cortas” y eso es para toda la eternidad.
El hecho de no tener en la vida contratiempos, sufrimientos, de no ser alcanzados por algún tipo de mal no es para subir nuestra autosuficiencia y creernos superiores, sino motivación de nuestra acción de gracias, para que nos sintamos privilegiados y demos frutos. No son las apariencias y la superioridad (caso de la higuera que lleva años frondosa) lo decisivo ante Dios, sino la vida fecunda (la práctica de la vida).
Cada uno sabrá cómo esta exigencia de cambio se le presenta. Ninguno queda excluido. Si esto nos inquieta, la segunda parte nos consuela. El “viñador”, que es Jesús, pide al dueño de la viña, su Padre, que espere un año todavía. Y entretanto, él hará todo lo posible (y lo imposible, muriendo por nosotros) para que la viña dé fruto. Es decir, ¡cambiemos de vida! Éste es el mensaje de la Cuaresma. Tomémoslo entonces en serio. Los santos —san Ignacio, por ejemplo, aunque tarde en su vida— por gracia de Dios cambian y nos animan a cambiar.
Palabra de Vida Mes de Marzo 2022
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/02/27/marzo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.