?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Hech 14, 21-27
- Sal 114
- Apoc 21, 1-5
- Jn 13, 31-33. 34-35
En este quinto domingo Pascual, la Liturgia nos invita a perseverar en la fe para así renovar la alegría y la luz que el Resucitado ha traído a nuestra vida de creyentes.
Vivamos este día plenamente, confiando en el Señor, pues hemos nacido a la luz y somos hijos del día, la claridad de Cristo, muerto y resucitado disipa nuestras sombras. Contamos con su Amor, un Amor no como da el mundo, a flor de piel, sino un amor que perdona todo, un amor humilde, no cargado de ego que nos lleva al orgullo, a la soberbia y a la falta de empatía; un amor sin egoísmo.
Cuando se ama así, como nos muestra la primera lectura, ese amor, nos iimpulsa a superar todos los obstáculos, todas las dificultades porque amamos como Cristo. Es ese amor con el que Pablo exhortaba a los discípulos a perseverar en la fe.
Ese amor, con el que nos invita el Salmo, a bendecir al Señor eternamente y así, tener la certeza, de que las pruebas, los dolores y sufrimientos no tienen la última palabra, sino el Reino de Cristo que se abre en nosotros como gracia y nos da fuerza y luz en nuestra vida porque el Señor sale siempre a nuestro encuentro, nos dice el Apocalipsis, para ofrecernos su gracia, la fuerza para perseverar en nuestras luchas de cada día.
“El amor de Jesucristo, nos dice el Papa Francisco, dura para siempre, jamás tendrá fin, porque es la vida misma de Dios. Este amor vence el pecado y da la fuerza para volver a levantarse y recomenzar, porque con el perdón el corazón se renueva y rejuvenece.
Todos lo sabemos: Nuestro Padre jamás se cansa de amar y sus ojos no se amodorran al mirar el camino de casa, para ver si el hijo que se fue y se ha perdido regresa.
Podemos hablar de la esperanza de Dios: nuestro Padre nos espera siempre. No sólo nos deja la puerta abierta: nos espera. Él está involucrado en esto, esperar a los hijos. Y este Padre no se cansa ni siquiera de amar al otro hijo que, aun permaneciendo siempre en casa con él, sin embargo no es partícipe de su misericordia, de su compasión.
Dios no sólo está en el origen del amor, sino que en Jesucristo nos llama a imitar su mismo de amar:
“Como yo los he amado, así ámense también ustedes los unos a los otros” (Jn 13, 34).
En la medida en que los cristianos viven este amor, se convierten en el mundo en discípulos creíbles de Cristo.
El amor no puede soportar permanecer encerrado en sí mismo. Por su misma naturaleza es abierto, se difunde y es fecundo, genera siempre nuevo amor”
Mes de mayo
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Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.