https://youtu.be/fCOwoWdnX2M
- Hch 2, 36-41
- Sal 32
- Jn 20, 11-18
Hoy la liturgia nos presenta a Pedro y María Magdalena, dos personas a las que el encuentro con Cristo ha transformado radicalmente su vida.
Este proceso maravilloso de transformación ha continuado a lo largo de la historia de la Iglesia, de ayer y de hoy, Cristo sigue vivo haciéndose presente en cada persona que es capaz de reconocerle y vivir en comunión con El.
Pedro expone con vehemencia el núcleo del mensaje cristiano, “… el mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios constituido Señor y Mesías”
Como respuesta a las palabras de Pedro surge un cuestionamiento interior en forma de pregunta, y nosotros ¿qué tenemos que hacer? Ante la proclamación de la Palabra, ¿Y yo qué tengo que hacer?
Jesús está vivo y es el Señor. Esta noticia cuando es creída quebranta el corazón. ¿Tienes quebrantado el corazón o solo eres un activista? «Al oír esto, se les traspaso el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?».
«Convertíos y y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro». Convertíos, bautizaos, perdón de los pecados, don del Espíritu Santo…,es decir, cambiar la mente y el corazón, dejaros transformar por su Gracia. Y esto no sólo es programa de cuaresma sino de todo tiempo litúrgico.
La promesa es lo que fundamenta la Iglesia, los sacramentos, para vosotros, vuestros hijos y los que están lejos, los de hoy, los de mañana, para todos cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro.
Reconocer que Jesús ha resucitado, significa aceptar su vida y amor; significa dejarse transformar por él.
La Iglesia necesita hombres y mujeres que estén profundamente convencidos de la resurrección de Cristo y que lo testifiquen en sus oficinas, en sus escuelas, en sus hogares, viviendo de acuerdo al mensaje del Evangelio, y siendo valientes para dar razón de su fe cuando sea necesario. ¿Eres tú una de estas personas?
Hoy el texto del evangelio nos presenta, nos explica el Papa Francisco, “el icono de la fidelidad: esa mujer fiel que nunca olvidó todo lo que el Señor había hecho por ella. Ella estaba allí, fiel, ante lo imposible, ante la tragedia, una fidelidad que la hace pensar también que es capaz de llevar el cuerpo de un lugar a otro (cf. Jn. 20,15) Una mujer débil pero fiel.”
María se nos muestra como una sincerísima discípula de Jesús. Ella lo sigue, maestro incomparable; le es heroicamente adherente, crucificado por amor; lo busca, más allá de la muerte, sepultado y desaparecido. ¡Cuán impregnadas de admirable entrega a su “Señor” son las dos exclamaciones que nos conservó, como perlas incomparables, el evangelista Juan: «Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto» (Jn 20,13); «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré»! (Jn 20,15). Pocos discípulos ha contemplado la historia, tan afectos y leales como la Magdalena.
No obstante, la buena noticia de hoy, de este martes de la octava de Pascua, supera infinitamente toda bondad ética y toda fe religiosa en un Jesús admirable, pero, en último término, muerto; y nos traslada al ámbito de la fe en el Resucitado. Aquel Jesús que, en un primer momento, dejándola en el nivel de la fe imperfecta, se dirige a la Magdalena preguntándole: «Mujer, ¿por qué lloras?» (Jn 20,15) y a la cual ella, con ojos miopes, responde como corresponde a un hortelano que se interesa por su desazón; aquel Jesús, ahora, en un segundo momento, definitivo, la interpela con su nombre: «¡María!» y la conmociona hasta el punto de estremecerla de resurrección y de vida, es decir, de Él mismo, el Resucitado, el Viviente por siempre. ¿Resultado? Magdalena creyente y Magdalena apóstol: «Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor» (Jn 20,18).
Hoy no es infrecuente el caso de cristianos que no ven claro el más allá de esta vida y, pues, que dudan de la resurrección de Jesús. ¿Me cuento entre ellos? De modo semejante son numerosos los cristianos que tienen suficiente fe como para seguirle privadamente, pero que temen proclamarlo apostólicamente. ¿Formo parte de ese grupo? Si fuera así, como María Magdalena, digámosle: —¡Maestro!, abracémonos a sus pies y vayamos a encontrar a nuestros hermanos para decirles: “El Señor ha resucitado y le he visto.”
Pidamos al Señor, con la Oración Colecta, que nos ha hecho experimentar la fuerza vivificadora del misterio pascual, que sifa acompañándonos con su divina gracia, para que conseguida la perfecta libertad, se convierta en gozo celestial la alegría que ahora nos inunda aquí en la tierra. Y con el Samista proclamemos que el Señor es nuestra esperanza.
Bibliografía
- Folleto La Misa de Cada Día
- PildorasdeFe.com
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/04/19/noli-me-tangere/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.