?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Is 45, 1-4. 6
- Sal 95
- 1 Tes 1, 1-5
- Mt 22, 15-21
Este domingo somos invitados a poner nuestra mirada en Dios, para descubrirlo como el Señor de la historia que guía a su pueblo por el camino de la salvación y de la libertad.
Esta certeza de su presencia siempre fiel junto a nosotros, nos dará la valentía de cumplir nuestra misión de fe, esperanza y caridad muy especialmente en este Domingo Mundial de las Misiones, con el lema: “Aquí estoy, mándame”.
Así la primera lectura nos motiva a esto, pues tenemos la confianza de que El nunca nos abandona.
Dios quiere enseñarnos que Él es el Señor. Y esto especialmente, a aquellos que están lejos de Él, no los que están cerca, los que necesitan saber esto. Aquellos que están cerca de Él, saben que Él es el Señor.
Dios nunca dejará de responder oraciones y bendecir a Su pueblo. Nunca dejará de ser Padre para Sus hijos, pero quisiera que, si tú estás lejos de Él, si ni si quiera eres de Su casa, pídele, dale tus necesidades; toca su puerta. Dios es un Dios que responde oraciones siempre y especialmente para aquellos que están lejos de Él y quieren acercársele, quiere que sepan que Él es Dios. Él va a responderte de formas maravillosas que no te dejaran duda que Él es el Señor. Búscalo, y lo encontrarás.
Cantémosle con el salmista, cantémoste porque El es grande, reconozcamos su gloria y su poder. Reina el Señor, digámosle a los pueblos.
Y con Pablo hagamos eco, con nuestro testimonio misionero en dondequiera que estemos de que El nos ha elegido y que el fruto de nuestra labor es por obra del Espíritu Santo.
Jesús, como hemos meditado en estos días, nos confronta con la hipocresía y es que, como comenta Fray Rubén Roman Lucero. Su compromiso con la verdad y con la justicia hunde sus raíces en su experiencia de fe. La respuesta de Jesús a los discípulos de los fariseos y a los herodianos no es fruto de la retórica ni de una habilidad discursiva. Su respuesta lleva a plantear qué imagen y qué experiencia de Dios sostienen la religiosidad y el compromiso con la realidad.
El padre Yepes en el audio, nos insta a que debemos reflexionar acerca de cuál tributo le damos nosotros al Señor?
Y nos menciona tres maneras de rendirle tributo:
- Creer y confiar; obedecer, acatar sus mandatos aunque aveces nos resulte incomprensibles y hasta contradictorios.
- Vivir en esperanza de un mundo mejor, renovando nuestra vida; esperar en El, sabiendo que de El vinimos y a El volveremos y entonces lograr vivir en paz, serenidad y armonía interior.
- Vivir de nuestro amor concentrándolo en los demás.
El Papa Francisco, nos exhorta en el marco de la Celebración del Domingo Mundial de la Misiones: “…La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla sólo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. Preguntémonos: ¿Estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe en Dios, Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de salvación de Jesucristo, para compartir la vida divina del Espíritu Santo en la edificación de la Iglesia? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones (cf. Lc 1,38)? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: “Aquí estoy, Señor, mándame” (cf. Is 6,8). Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia.
Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan. Nos cuestiona la pobreza de los que mueren solos, de los desahuciados, de los que pierden sus empleos y salarios, de los que no tienen hogar ni comida. Ahora, que tenemos la obligación de mantener la distancia física y de permanecer en casa, estamos invitados a redescubrir que necesitamos relaciones sociales, y también la relación comunitaria con Dios. Lejos de aumentar la desconfianza y la indiferencia, esta condición debería hacernos más atentos a nuestra forma de relacionarnos con los demás. Y la oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación. La imposibilidad de reunirnos como Iglesia para celebrar la Eucaristía nos ha hecho compartir la condición de muchas comunidades cristianas que no pueden celebrar la Misa cada domingo. En este contexto, la pregunta que Dios hace: «¿A quién voy a enviar?», se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida: «¡Aquí estoy, mándame!» (Is 6,8). Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal (cf. Mt 9,35-38; Lc10,1-12).
La celebración la Jornada Mundial de la Misión también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia
Palabra de Vida Mes de octubre.
Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.” (Lucas 14, 11)
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.