?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Jer 38, 4-6. 8-10
- Sal 39
- Heb 12. 1-4
- Lc 12, 49-53
El mensaje de hoy nos lleva a meditar en la contradicción frente a la vida que nos ofrece la sociedad . La misión fundamental de la comunidad de Resucitado es ser luz y sal de la tierra, a través de nuestra conducta y nuestra vida. Ser semejantes a El, aquí en la tierra, ofrece un esperanza de ser renovados plenamente en Cristo, a,pesar de las dificultades en el proceso del discípulado, como nos dice la segunda lectura. El cumplimento de esta misión requiere absoluta confianza en el proyecto de Dios para no quedar defraudados en el camino, como nos indica el Salmo, que se evidencia en la escucha, el conocimiento y el seguimiento del Maestro, quien después comprueba que la misión va acompañada del rechazo y la persecución, pero conlleva también momentos gratificanes, como vemos en la primera lectura.
Es así, como la Palabra genera algo nuevo en el corazón de quienes la acogen, pues ella trae fuego, fuego que transforma, renueva y purifica y nos lleva a, como nos dice el padre Yepes en el audio a: reconocer la acción revolucionaria del Evangelio; nos ayuda a vencer los miedos a los cambios y ” salir a callejear la fe”, como nos invita el Papa Francisco; y finalmente, nos lleva a vivir la radicalidad, pasión y compromiso producto de esta renovación de vida.
Producto de ello es la división de la que se nos habla, pues habrá quienes la acepten y quienes no. Pero recordemos, solo el fuego de Dios alumbra, el del mundo deslumbra.
La continuando con nuestra formación sobre la Eucaristia, hoy vamos a tratar sobre el Credo.
Nos enseña el Papa Francisco: “… Después de la homilía, un tiempo de silencio permite que la semilla recibida se sedimente en el alma, para que nazcan propósitos de adhesión a lo que el Espíritu ha sugerido a cada uno. El silencio después de la homilía. Hay que guardar un hermoso silencio y cada uno tiene que pensar en lo que ha escuchado.
Después de este silencio, ¿cómo continúa la misa? La respuesta personal de fe se injerta en la profesión de fe de la Iglesia, expresada en el “Credo”. Todos nosotros rezamos el Credo en la misa. Rezado por toda la asamblea, el Símbolo manifiesta la respuesta común a lo que se ha escuchado en la Palabra de Dios (véase Catecismo de la Iglesia Católica, 185-197).
Hay un nexo vital entre la escucha y la fe. Están unidos. Esta, -la fe- efectivamente, no nace de las fantasías de mentes humanas, sino que, como recuerda San Pablo, “viene de la predicación y la predicación por la Palabra de Cristo” (Rom. 10:17). La fe se alimenta, por lo tanto, de la escucha y conduce al Sacramento.
Por lo tanto, el rezo del “Credo “hace que la asamblea litúrgica “recuerde, confiese y manifieste los grandes misterios de la fe, antes de comenzar su celebración en la Eucaristía. ” (Instrucción General del Misal Romano, 67). El Símbolo de fe vincula la Eucaristía al Bautismo recibido “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, y nos recuerda que los sacramentos son comprensibles a la luz de la fe de la Iglesia…”
Esta reafirmación de la fe, relata la historia de Jesucristo. Su paso por la tierra, su sufrimiento y entrega a la salvación de los seres humanos. Es una oración llena de poder. Compromete a quien la pronuncia creer en todos los pasajes bíblicos que cuentan la historia de Jesús, donde se encuentra la historia de cómo empezó todo, y como Dios entregó a su único hijo para que todos purgáramos nuestros pecados.
Tiene diferentes formas de ser recitado, dependiendo del rito que se esté practicando en ese momento. Sus variantes pueden ser el credo anglicano y el bizantino, que se rezan dependiendo de los delineamientos de cada iglesia.
Credo implica creer en Dios, creer en la iglesia, y reafirmar la fe, por eso los cristianos lo rezan. Por ello es considerado un credo católico.
El Catecismo de la Iglesia Católica dedica casi tes cientos páginas a analizarlo exhaustivamente.
Mes de agosto
Organizate
Realiza obras de caridad Ayuda a personas necesitadas, practicando obras de caridad, sobre todo a las personas necesitadas de afectos, recuerda que también son tus hermanos. Organiza, con amigos o hermanos de fe, visitas periódicas a ancianatos y hospitales, llevándoles la lectura del Evangelio del día y ¿por qué no, la Celebración de la Palabra?
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.