https://youtu.be/AsZe18uPmII
- Jer 17, 5-10
- Sal 1
- Lc 16, 19-31
Iniciamos nuestra reflexión de hoy con el Salmista: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.”
Por experiencia propia todos, creo yo, tenemos claro que confiar en el hombre generalmente acarrea desasosiego, frustración y desengaño. Todos compartimos cicatrices con nombres propios, heridas que nacieron de creer demasiado en alguien y olvidar la fragilidad humana. Por eso, necesitamos los servicios del mejor cardiólogo, para que sane nuestro corazón de tantas seguridades con demasiado sabor a tierra. Sólo Dios puede restañar la decepción de quienes confiaron a ciegas en la criatura y no fueron capaces de levantar la mirada y contemplar a su Creador, por encima de todo.
Si queremos que nuestra vida sea una vida plena, llena de paz, de alegría y, sobre todo, de esperanza, es necesario que le dejemos más espacio a Dios para obrar en ella. Hoy, más que nunca, el hombre tiene que dejar que sea Dios quien construya su vida y quien dé impulso a sus proyectos, pues sólo Dios es poderoso y capaz de hacer lo que para nosotros no es posible.
Poner nuestra confianza en Dios implica soltarse, dejar que Dios vaya tomando el control de nuestra vida.”Pon todo tu esfuerzo -decía un santo- como si todo dependiera de ti, pero confía totalmente en Dios como si todo dependiera de él”. Esta es la clave para que nuestra vida transcurra en la paz de Dios.
Hoy el texto del evangelio nos debe hacer pensar, ¿dónde estaría yo si fuera uno de los dos protagonistas de la parábola? Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.
Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la vida.
“Lázaro, nos explica el Papa Francisco, representa bien el grito silencioso de los pobres de todos los tiempos y la contradicción de un mundo en el que las inmensas riquezas y recursos están en las manos de pocos. ¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! “
Debemos tener claro que la Iglesia triunfante está en el cielo, aquí somos mucho más parecidos a Lázaro que al rico de la parábola. La Iglesia nació en la cruz donde pendía un hombre desnudo, golpeado, desfigurado, “gusano, que no hombre… ante quien se vuelve rostro”.
Si la Iglesia entiende de algo es del pecado, de la debilidad de sus miembros, y nuestros pecados (los tuyos y los míos) ocultos o públicos, son llagas que supuran el pus maloliente que rodea a la Iglesia en la tierra. Esto no nos tiene que asustar: “Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza”, pero “dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”, es Él quien cura y venda la herida.
Los cristianos ante el pecado no nos asustamos, ni nos escandalizamos como si la Redención no hubiera sido necesaria, sino que acogemos, curamos, perdonamos y buscamos justicia con la misma delicadeza con que curamos las heridas del leproso.
Hoy la Iglesia ha de sentirse más Lázaro que nunca: pobre, herida, con heridas que hacen daño a la vista, pero confiando siempre en la Gracia de Dios que actúa, que siempre da una oportunidad más, que todo lo perdona al que es humilde y quiere cambiar de vida. Así nos lo recuerda la Palabra de Vida de este mes: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12)
Será el Señor el que haga la verdadera justicia, por ello que nuestro corazón no tiemble pidiéndole a María que nos enseñe la delicadeza para curar las heridas del pecado con el mismo cariño que limpiaría el cuerpo de Cristo al descenderlo de la cruz y estrecharlo entre sus brazos.
Bibliografia:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/03/17/curar-las-heridas-de-la-iglesia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
Palabra de Vida Mes de Marzo 2022
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/02/27/marzo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.