?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- 1 Tim 3, 1-13
- Sal 100
- Lc 7, 17. 11-17
Las lecturas de hoy, aparentemente inconexas entre sí, coinciden, a su modo, en resaltar la fuerza de la vida que grita muchas veces sin necesidad de palabras.
En el fragmento de la primera carta a Timoteo, san Pablo exhorta a los responsables de la comunidad a un estilo de vida que se corresponda con la dignidad del servicio que ejercen para el bien de la Iglesia, de modo que su obrar no desdiga sus palabras. Se trata de una llamada a la coherencia que viene exigida por el más básico sentido común y olfato de la comunidad de fieles (“si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?”) y el testimonio de la recta conciencia (“que guarden el misterio de la fe con una conciencia pura”).
En el Evangelio, por su parte, nos encontramos con una de las tres resurrecciones que hace Jesús. En concreto al hijo de la viuda de Naín. Llama la atención el silencio de la escena previa a que se dé el milagro. Si en la primera lectura se nos presentaba la vida hecha predicación o, al menos, condición para la predicación, ahora la vida se hace oración. Sin necesidad de palabras: “Al verla, el Señor tuvo compasión de ella”. La misericordia y la compasión se adelantan a la confesión de fe que otras veces precede el signo milagroso.
Así se aparece esta viuda ante Jesús -diríamos en este caso-: ella misma es su oración. Ella misma es la fe que espera, sin necesidad de una confesión explícita.
Mucho más que un “dar pena”, se trata de un dejarse mirar por Dios en medio del dolor y la impotencia que reconocemos en toda su crudeza, sin tapar, adornar ni disimular. Se trata de escuchar y acoger el “no llores” de Jesús, sin encerrarnos en nuestro victimismo y dejándole que se acerque, incluso, a tocar lo que está muerto en nuestras vidas.
Y se trata, también, de contemplar con ojos abiertos el grito silencioso e impotente del otro que sufre y a lo mejor no puede o no tiene fuerzas para pedir ayuda; de dejarse interpelar por aquellos que encontramos en nuestros caminos, aunque vayan en dirección contraria a la nuestra, y pararnos un momento y atrevernos a tocar su dolor, a compartir su silencio, sus lágrimas, incluso su muerte.
“Yo quisiera subrayar la última frase del Evangelio que hoy hemos escuchado, nos dice el Papa Francisco: Después que Jesús trae de nuevo a la vida a este joven, hijo de la mamá que era viuda, dice el Evangelio: “Jesús lo restituyó a su madre”. Y ésta es nuestra esperanza
Todos nuestros seres queridos que se han ido, todos el Señor los restituirá a nosotros y con ellos nos encontraremos juntos y esta esperanza no decepciona.
Recordemos bien este gesto de Jesús; “Y Jesús lo restituyó a su madre”. Así hará el Señor con todos nuestros seres queridos de la familia”
Y es que nos dice el padre Yepes en el audio, Jesus nos enseña con su Resurrección que la muerte no tiene la última palabra. Solo en Cristo se da la reanimación para siempre, esa es la esperanza que abre nuestro horizonte a la fe religiosa: solo con El estamos llamados a la eternidad.
Mes de septiembre
Confesarse
/Confiésate y empieza de Nuevo. La confesión es un Sacramento de sanación ¿Por qué no lo aprovechas para un nuevo comienzo, dejando atrás los rencores y dolores del pasado?. La confesión de ta el impulso a una nueva vida, el Señor te lo ha regalado para que te acerques a Él limpio y renovado.p>
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.