?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Ez 24, 15-24
- Sal 32
- Mt 19, 16-22
La liturgia de hoy, nos insta a reflexionar acerca de: ¿Qué tengo que?… ¿Qué debo de?… y es que, son preguntas inscritas en el ADN todos que en menor o mayor medida llevamos a nuestras espaldas como fardos, y que de no desenmascararlos a lo largo de nuestra existencia, van a ser fuente de ansiedades, frustraciones y demás atropellos interiores, precisamente por ser construcción artificial (sobre arena frente a roca, cfr. Mt 7, 21-29) que nada tiene que ver con lo que realmente somos.
Y es que, como vemos en la primera lectura y también en el evangelio, algo que hace que se pierda fácilmente la perspectiva de Dios y de lo que es importante para él, es el poner nuestro corazón en las cosas, que aun siendo de él, no son él mismo.
Esto es lo que ocurrió con el pueblo de Israel, quien llegó a tener el Templo como algo “mágico”, como el talismán que lo protegería contra sus enemigos, de manera que no importaba cómo vivían, sino el dar culto a Dios, el mantener el Templo hermoso, y pagar sus contribuciones puntualmente.
Es por medio del profeta que Dios les recuerda que no es el templo ni el culto, lo que le agrada a Dios, sino el que se cumpla SU Ley, que el pueblo haga SU voluntad y lo tenga como su auténtico y único DIOS.
Nosotros, en nuestro mundo moderno, corremos el mismo riesgo de pensar que Dios estará muy contento porque vamos a misa los domingos y pagamos nuestro diezmo con generosidad.
Cierto que esto es importante, pero, ¿de qué sirve esto si nuestra vida diaria, la que vivimos en familia y en nuestros lugares de trabajo o de estudio, no es congruente con el Evangelio? Tomemos estas palabras del profeta como escritas para nosotros y revisemos si nuestra vida está centrada en Cristo o únicamente puesta en amuletos o en acciones cultuales al margen de la caridad. Oigamos las salmista que nos hace énfasis en el abandono a Dios que nos dio la Vida, lo que somos y lo que tenemos.
Es también el mensaje del evangelio, y el padre Yepes en el audio, nos habla de Que el dinero es necesario , pero debemos cuidarnos de algunos efectos que puede conllevar a nuestra vida: el apego a los bienes materiales: espejismo, engaño al corazón; enorgullecerse, envanecerse y endurecerse; nos hace egoístas; nos envilece; llega a esclavizar al corazón humano. Entristece el corazón, como al joven rico; nos vuelve desconfiados y recelosos.
Nos explica el Papa Francisco: …”Hay un misterio en la posesión de las riquezas. Porque las riquezas tienen la capacidad de seducir, de llevarnos a una seducción y de hacernos creer que estamos en un paraíso terrenal (…) El apego a las riquezas nos da tristeza y nos hace estériles. Digo apego, no digo administrar bien las riquezas, porque las riquezas son para el bien común, para todos.
Y si el Señor a una persona se las da es para que las utilice para el bien de todos, no para sí mismo, no para que las encierre en su corazón, que después con esto se vuelve corrupto y triste…”
Palabra de Vida Mes de agosto
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? (Romanos 8,35
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.