Sí quiero queda sano.
https://youtu.be/a7d543nNqjQ
- 1 Sam 4, 1-11
- Sal 43
- Mc 1, 40-45
“Si Quieres…” Esta frase del texto del evangelio debería quedar grabada en nuestros corazones ya que nos ayudaría a crecer en nuestra fe, pues como nos comenta Fray Antonio Bueno Espinar, el leproso pide a Jesús su sanación, pero sujetándola a la voluntad de Jesús.
Nos explica el Papa Francisco que la frase “Si quieres…” es una oración que llama la atención de Dios. Es un reto, pero también un acto de confianza: Sé que Él puede hacerlo, y por eso me encomiendo a Él…
La petición de la perseverancia de la Oración Colecta de hoy, continua el fraile, en hacer la voluntad del Padre, nos ayudará a comprender lo que la historia de Israel nos presenta en la primera lectura de hoy. Bueno es recordar lo que nos dice Jesús: “No todo el que dice, Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre.” Aquí está la respuesta a la pregunta formulada por Israel: “Por qué permitió el Señor que nos derrotaran hoy los filisteos” No podemos dejar de lado el compromiso: “hacer la voluntad de mi Padre”, para quedarnos en una fe sin consecuencias en la vida. Se trata de escuchar y poner en práctica.
Dios, nos comenta el sitio Evangelización Activa, en esta batalla les hace ver que se han equivocado y que su elección los debe llevar no sólo a honrarlo como Dios (a través del Arca) sino, y más importante aún, a vivir de acuerdo a lo que él mismo les ha pedido (la Ley y la Alianza). Este pasaje tendría mucha resonancia en nuestro mundo moderno en el que nos encontramos con hermanos que, habiendo sido bautizados (parte del pueblo elegido), asisten los domingos a misa, pero viven de una manera contraria al Evangelio; hermanos que piensan que por el hecho de portar una cruz en el pecho están protegidos de todos los peligros, convirtiendo este signo de salvación en un mero amuleto mágico.
Nos dice el Salmo: Envía tu luz y tu verdad: Afirma David Guzik que el salmista sabía que su propia luz y verdad no eran suficientes – necesitaba la luz y la verdad de Dios. No estaban dentro de él, así que si Dios no las enviaba, no las tendría. … Quiero someterme a Tu luz y Tu verdad y hacer que me guíen.
En el sitio Arquidiócesis de Madrid, nos muestra tres importantes enseñanzas de este texto del evangelio que acabamos de leer: acercarse conscientes de nuestra enfermedad, confiar en la acción del Señor y agradecerle por su obra en nuestra vida.
«Se le acerca un leproso». La escena que nos presenta el pasaje de hoy es una de las más conmovedores de todo el Evangelio, tanto por la actitud con la que se acercó aquel leproso, como por la respuesta de Jesús que tocándolo lo curó. Cada uno de nosotros somos ese leproso. Y cada uno de nosotros podemos aprender de ese leproso cómo acudir al Señor, cómo debemos pedir. En primer lugar, aquel hombre se acercó a Jesús consciente de su enfermedad, que le alejaba de los demás hombres y le convertía en un descartado por la sociedad. Así, la primera condición para pedir bien es tener la humildad de sabernos necesitados, pobres y enfermos. Porque sólo quien es consciente de su miseria se atreve a suplicar la ayuda de los demás… Pero muchas veces estamos tan bien pagados de nosotros mismos que no creemos necesitar de nada ni de nadie, ni siquiera de Dios. ¿Acaso no me basto yo solito? Sólo con la humildad del leproso podemos acercarnos a Jesús.
«Suplicándole de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”». La segunda actitud que muestra el leproso ante el Médico divino es una increíble confianza. De rodillas, poniéndose a su entera disposición, le suplica con una audacia llena de seguridad en el poder de Cristo: “Si quieres…” ¿Cómo no iba a querer Jesús? ¿No era esa precisamente su misión en la tierra? Pero aquel hombre quiere apelar al Corazón bondadoso de Jesús, a su misericordia infinita, a su caridad ardiente. No exige, sólo confía. Y es precisamente esa confianza la que obra el milagro: «Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero: queda limpio”. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio». Realmente debemos aprender de esa sencilla confianza del leproso: confianza tanto el poder del Señor como en su amor, confianza en que Él puede y Él quiere siempre hacer nuestro bien.
«Cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho». Pero no podemos olvidar que pedir bien no acaba en el momento en que nos conceden lo que hemos pedido. Esto lo tenía muy claro el leproso. Tanto es así, que no hizo caso a la prohibición severa del Señor de contarle lo sucedido a nadie… ¡Tan grande era su agradecimiento que no podía guardárselo para sí! Porque esa es la tercera característica: el que sabe pedir bien, siempre sabe agradecer. Pedir y agradecer son las dos caras de una misma moneda. ¿Cuánto tiempo dedicas a suplicar a Dios? ¿Y cuánto tiempo le ofreces para darle gracias? Ahí tienes una buena “escala” para valorar tu oración. Dice el apóstol Santiago en su carta: «pedís y no recibís, porque pedís mal» (St 4,3).
Palabra de Vida Mes de Enero 2022
“En Oriente hemos visto su estrella y hemos venido para adorarlo”. https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.