https://youtu.be/rrvwpZFvgiw
- Eclo 15, 16-21
- Sal 118
- 1 Cor 2, 6-10
- Mt 5, 17-37
Después de escuchar, en el domingo 4º, las bienaventuranzas según San Mateo, la palabra de Dios nos ofrece un nuevo modo de vivir el seguimiento de Jesús, no como ley que obliga sino como estilo de vida elegido con total libertad, como nos recuerda el libro del Sirácida.
Debemos descubrir, para hacerlo vida, el nuevo espíritu que nos comunica Jesús, superando lo que vivían conforme a la Ley de Moisés.
Jesús desea que quien le escuche ponga en práctica su mensaje, pero no es un moralista, no impone una nueva ley, sino mucho más… nos ofrece unas actitudes que son un don de Dios, del entusiasmo por el perdón recibido, de su revelación que nos hace hijos de Dios… quiere que descubramos sus frutos actuando en nosotros, porque lo hemos aceptado y elegido voluntariamente con amor.
Un tema recurrente en los textos que acabamos de leer es la sabiduría. «Inmensa es la sabiduría del Señor», leemos en Sirácida. «Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria», nos dice san Pablo. La sabiduría es uno de los dones del Espíritu Santo y, si la llegamos a tener nosotros los hombres, es porque Dios nos la da, porque solo Él la posee. es la sabiduría. «Inmensa es la sabiduría del Señor», leemos en Sirácida. «Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria», nos dice san Pablo. La sabiduría es uno de los dones del Espíritu Santo y, si la llegamos a tener nosotros los hombres, es porque Dios nos la da, porque solo Él la posee.
¿Cómo podemos adquirir este don? Dos caminos tenemos ante nosotros, nos repite Sirácida, la muerte y la vida. Nos abrimos a la sabiduría siguiendo el camino de la vida, de la verdadera vida, la sobrenatural. En breves palabras, es la ley del amor. Pero no un amor cualquiera. Un amor a Dios y al prójimo tales que hemos renunciado completamente a nosotros mismos. Esa es la condición para adquirir la sabiduría, el vaciarse de uno mismo. Entonces Dios puede llenar el recipiente.
La segunda lectura, de la carta ICor (2,6-10), prosigue con el mensaje de la sabiduría cristiana. La sabiduría del “misterio de Dios” (1Cor 2,1) no puede imponerse con la palabra fácil, ni siquiera con el raciocinio helenista que es algo muy apreciado todavía en el ámbito de la ciudad de Corinto. Esa sabiduría, además, se explica desde la cruz, desde el fracaso de quien más nos ha hecho admirar el “misterio de Dios”.
Pablo siente que los sabios de este mundo —bien paganos o bien religiosos—, le podían reprochar a los cristianos, de hecho le increparon: ¿qué sabiduría es la vuestra que os fiáis de un hombre crucificado? ¿qué sabiduría es esa que niega al hombre ser libre y hacer lo que le plazca? Pero el apóstol no se avergüenza por ello; está convencido de que el cristianismo tiene una sabiduría, la de su Dios, que es misteriosa, escondida, contradictoria: aquella que sabe perdonar y amar; que construye un mundo de relaciones, no en el poder, en el dinero, en la fuerza, sino en dar a los que no tienen posibilidad, ser algo, ser personas, tener una dignidad aunque no tengan muchos conocimientos. No es una sabiduría que se fundamenta en especulaciones, sino aquella que hace posible el Espíritu de Dios, para el que están dotados todos los hijos de Dios.
Cada día tenemos muchas oportunidades para negarnos a nosotros mismos. Hagamos esta experiencia: hagámoslo por amor, y experimentaremos una sabiduría nueva.
En el texto del evangelio, Jesús nos dice que “no vino a abolir la ley, sino a darle plenitud; y es queComo nos explica el Papa Francisco, “ la lógica de Jesús, es la lógica del amor que no se basa en el miedo sino en la libertad, en la caridad, en el sano celo y en el deseo salvífico de Dios, Nuestro Salvador, “que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. “Misericordia quiero y no sacrificio.”
Según el pensamiento de Jesús, la Ley no consiste en principios meramente externos. No. La Ley no es una imposición venida de fuera. Todo lo contrario. En verdad, la Ley de Dios corresponde al ideal de perfección que está radicado en el corazón de cada hombre. Esta es la razón por la cual el cumplidor de los mandamientos no solamente se siente realizado en sus aspiraciones humanas, sino también alcanza la perfección del cristianismo, o, en las palabras de Jesús, alcanza la perfección del reino de Dios: «El que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos»
Jesús empeña su autoridad para interpretar la Ley según su espíritu más auténtico. En la interpretación de Jesús, la Ley es ampliada hasta las últimas consecuencias: el respeto por la vida está unido a la erradicación del odio, de la venganza y de la ofensa; la castidad del cuerpo pasa por la fidelidad y por la indisolubilidad, la verdad de la palabra dada pasa por el respeto a los pactos. Al cumplir la Ley, Jesús «manifiesta con plenitud el hombre al propio hombre, y a la vez le muestra con claridad su altísima vocación» (Concilio Vaticano II).
El ejemplo de Jesús nos invita a aquella perfección de la vida cristiana que realiza en acciones lo que se predica con palabras. “Dichoso el que cumpla la Voluntad del Señor”, nos dice el Salmista.
Biliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/02/12/una-sabiduria-nueva/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://es.catholic.net/op/articulos/19746/cat/331/no-he-venido-a-abolir-la-ley-y-los-profetas.html#modal
Palabra de Vida Mes de Febrero 2023
Tú eres el Dios que me ve” (cf. Génesis 16, 13) https://ciudadnueva.com.ar/wp-content/uploads/2022/12/PV-02-2023_doble.doc
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.