https://youtu.be/y913-6Vb7x0
- Is 49, 1-6
- Sal 70
- Jn 13.21-33. 36-38
En esta semana tan especial nos acompaña el profeta Isaias. Y a la luz de la Sagrada Escritura vamos desgranando la vivencia y conciencia que el Maestro ha ido adquiriendo y comprendiendo a respecto de Su Misión. Él ilumina los momentos que puedan ser más difíciles y absurdos. Lo nuestro es caminar por la misma senda.
Comienza la soledad de Jesús. Más tarde será una soledad también física en la cárcel y en el Gólgota, pero ahora comienza una soledad espiritual. La incomprensión que se hace traición en Judas. La incomprensión de Pedro, que no sea dónde va ni que tiene que hacer. La incomprensión de los discípulos que simplemente estaban de fiesta y se dejarán vencer por el sueño. Tal vez alguna intuición de Juan que se recuesta en el pecho del Señor tal vez presintiendo que algo iba a ocurrir. pero Jesús solo, excepto un corazón que latía al unísono del suyo y algunas miradas que reflejaban el temor de que ya había llegado la hora que predijo el anciano Simeón.
«Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza.
Sólo Dios Padre es la fuerza de Jesús en estos momentos. Yo quiero Señor empezar a comprender tu soledad. Esa soledad que aumenta con mis pecados, con mis olvidos, con mis distracciones, con mi indiferencia hacia ti. Esa soledad que no entiendo que se debe a que cargas con mis heridas y tus heridas nos curarán. Esa soledad que parece que en viento y en nada se queda tu pasión, pues no dejo que mi corazón se una al tuyo, te dejo fuera de mi vida tantas veces e incluso te vendo por un puñado de pequeñas cosas.
Quiero empezar a entender to soledad para no dejarte nunca, para que Dios sea mii fuerza para llegar hasta el Calvario, para que mi boca pueda decir con la del centurión: Realmente este es el Hijo de Dios.
Este Martes Santo, la liturgia pone el acento sobre el drama que está a punto de desencadenarse y que concluirá con la crucifixión del Viernes Santo. «En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche» (Jn 13,30). Siempre es de noche cuando uno se aleja del que es «Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero» (Símbolo de Nicea-Constantinopla).
El pecador es el que vuelve la espalda al Señor para gravitar alrededor de las cosas creadas, sin referirlas a su Creador. San Agustín describe el pecado como «un amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios». Una traición, en suma. Una prevaricación fruto de «la arrogancia con la que queremos emanciparnos de Dios y no ser nada más que nosotros mismos; la arrogancia por la que creemos no tener necesidad del amor eterno, sino que deseamos dominar nuestra vida por nosotros mismos» (Benedicto XVI). Se puede entender que Jesús, aquella noche, se haya sentido «turbado en su interior» (Jn 13,21).
Afirma el Papa Francisco que “cada uno de nosotros tiene la capacidad de traicionar, de vender, de elegir por el propio interés. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de dejarse atraer por el amor al dinero o a los bienes o al bienestar futuro. “Judas, ¿dónde estás?”. Pero la pregunta la hago a cada uno de nosotros: “Tú, Judas, el pequeño Judas que tengo dentro: ¿dónde estás?”
Afortunadamente, el pecado no es la última palabra. Ésta es la misericordia de Dios. Pero ella supone un “cambio” por nuestra parte. Una inversión de la situación que consiste en despegarse de las criaturas para vincularse a Dios y reencontrar así la auténtica libertad. Sin embargo, no esperemos a estar asqueados de las falsas libertades que hemos tomado, para cambiar a Dios. Según denunció el padre jesuita Bourdaloue, «querríamos convertirnos cuando estuviésemos cansados del mundo o, mejor dicho, cuando el mundo se hubiera cansado de nosotros». Seamos más listos. Decidámonos ahora. La Semana Santa es la ocasión propicia. En la Cruz, Cristo tiende sus brazos a todos. Nadie está excluido. Todo ladrón arrepentido tiene su lugar en el paraíso. Eso sí, a condición de cambiar de vida y de reparar, como el del Evangelio: «Nosotros, en verdad, recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno» (Lc 23,41).
Por otro lado hoy resuena también con fuerza el eco de la perplejidad de los discípulos. Incluso parece increíble… ¿Perplejos?
En la comunidad de los doce como en los inicios de la Iglesia, así como hoy, hablamos de muchas cosas: alegrías, desafíos, problemas, actitudes de unos y de otros, las pequeñas discusiones y luchas a respecto de lo que el Maestro quiere decir o de lo que le agrada, de quien es mejor discípulo/a… Pero a la hora de la verdad hay perplejidad…
Y esta perplejidad puede suscitar también en cada uno de nosotros cuestionamientos que, en realidad, están fuertemente vinculados a la propia manera de vivir el discipulado. ¿Qué causa más perplejidad? ¿Que alguien le vaya a “entregar” para que lo maten o que Jesús tenga una conciencia tan clara de lo que está ocurriendo? ¿En el hecho de que comparta lo que está viviendo en la intimidad de la comunidad de los doce? ¿En la actitud serena que no presenta ni rechazo ni cólera? ¿En la ausencia de estrategias de defensas o de organización de su “grupito” protector para impedir que esto ocurra? ¿En la plena libertad que continúa ofreciendo a Judas: “lo que tengas que hacer, hazlo enseguida”? ¿En el conocimiento profundo del amor de Pedro, de su deseo de entregar su vida por Él, y de su gran fragilidad: aquella que le impide hacer lo que su corazón más desea?
Recordemos entonces que Dios nos ha escogido, también a nosotros y nos ha llamado a vivir en su plenitud. El gran error del hombre es el querer ser autosuficiente, el buscar la independencia de todo y de todos, incluso del mismo Dios. Precisamente con Dios somos más que vencedores; Jesús para esto murió y resucitó, para que en él tengamos la victoria sobre nuestros pecados y debilidades. Aprovechemos nuestra vida para intensificar nuestra relación con Dios.
El salmo 70 nos invita a orar ante Dios. Invita a reconocer y anunciar que el Señor es nuestra esperanza y confianza; nuestro refugio y el justo.
Conozcámoslo más cada día y no sólo de “oídas”, sino como una experiencia personal. Preparémonos constantemente, intensificando nuestra oración y buscando que la victoria de Dios se manifieste en nuestra caridad para con los demás.
La Palabra de Vida de este mes nos invita a ello: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. (Marcos 16, 15) Es necesario dar espacio en nosotros a la fuerza de su Espíritu, que nos impulsa a la fraternidad: “Debo seguir al Espíritu Santo, que cada vez que me encuentro con un hermano o con una hermana me lleva a ser uno con él o con ella, a servirlos con esmero; que me da la fuerza para amarlos si en algún sentido son enemigos; que me enriquece el corazón con la misericordia para saber perdonar y poder comprender sus necesidades; que me lleva a comunicar con celo, cuando es el momento adecuado, las cosas más hermosas de mi alma. A través de mi amor es el amor de Jesús el que se revela y se transmite. Con y por este amor de Dios en el corazón se puede llegar lejos y hacer partícipes a otras personas de este descubrimiento, hasta que el otro, dulcemente herido por el amor de Dios en nosotros, quiera ser uno con nosotros, en un recíproco intercambio de ayudas, de ideales, de proyectos, de afectos. Solo entonces podremos comunicar la palabra y será un don, en la reciprocidad del amor”
Bibliografia:
- PildorasdeFe.com
- https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/04/12/la-soledad-6/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.