?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- 2 Mac 7, 1=2. 9-14
- Sal 16
- 2 Tes 2,16-3,5
- Lc 20, 27-38
Todos los bautizados tenemos la esperanza firme en Dios, y por la obra de Cristo, hemos sido llamados a la vida eterna.
La Eucaristia de hoy nos ayudará a ponernos en sintonía con esta realidad. La liturgia nos habla de la Resurrección, no como algo que puede ser, sino como la vida que desde ya se nos ofrece. Esa es nuestra fe la fe de la Iglesia que profesamos en el Credo.
Hoy continuamos nuestra formación del Credo con los apartados 421-429. CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS.
Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre nosotros creemos y confesamos a propósito de Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San León Magno, serm. 4, 3;51, 1;62, 2;83, 3
En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros… Catequizar es … descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios… Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signo realizados por El mismo” (CT 5). El fin de la catequesis: “conducir a la comunión con Jesucristo: sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad”. (ibid.).
El Papa Benedicto XVI, Con motivo del Año de la Fe, dice: “…He aquí la maravilla de la fe: Dios, en su amor, crea en nosotros –a través de la obra del Espíritu Santo–, las condiciones adecuadas para que podamos reconocer su Palabra. Dios mismo, en su voluntad de manifestarse, de ponerse en contacto con nosotros, de estar presente en nuestra historia, nos permite escucharlo y acogerlo. San Pablo lo expresa así con alegría y gratitud: “No cesamos de dar gracias a Dios porque, al recibir la palabra de Dios que les predicamos, la acogieron, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece activa en ustedes, los creyentes ” (1 Ts. 2,13).
Dios se ha revelado con palabras y hechos a través de una larga historia de amistad con el hombre, que culmina en la Encarnación del Hijo de Dios y en su misterio de la Muerte y Resurrección. Dios no solo se ha revelado en la historia de un pueblo, no solo habló por medio de los profetas, sino que ha cruzado su Cielo para entrar en la tierra de los hombres como un hombre, para que pudiéramos encontrarle y escucharle. Y desde Jerusalén, el anuncio del Evangelio de la salvación se ha extendido hasta los confines de la tierra. La Iglesia, nacida del costado de Cristo, se ha vuelto portadora de una sólida y nueva esperanza: Jesús de Nazaret, crucificado y resucitado, salvador del mundo, que está sentado a la diestra del Padre y es el juez de vivos y muertos. Este es el kerigma, el anuncio central y rompedor de la fe. Pero desde el principio, surgió el problema de la “regla de la fe”, es decir, de la fidelidad de los creyentes a la verdad del Evangelio en la cual permanecer con solidez, a la verdad salvífica sobre Dios y sobre el hombre, para preservarla y transmitirla. San Pablo escribe: “Serán salvados, si lo guardan [el evangelio] tal como se lo prediqué… Si no, ¡habrán creído en vano!” (1 Cor. 15,2).
…”La esperanza, nos dice el Papa Francisco, es un regalo de Dios. Debemos pedirlo. Se coloca en lo profundo de cada corazón humano para iluminar esta vida, a menudo turbada y nublada por tantas situaciones que traen tristeza y dolor…”
Necesitamos alimentar las raíces de nuestra esperanza para que den fruto; en primer lugar, la certeza de la cercanía y la compasión de Dios, a pesar de cualquier mal que hayamos hecho.
Pero, ¿dónde encontramos la fórmula esencial de la fe? ¿Dónde encontramos la verdad que se nos ha transmitido fielmente y que es la luz para nuestra vida diaria? La respuesta es simple: en el Credo, en la Profesión de Fe o Símbolo de la Fe, nosotros nos remitimos al hecho original de la Persona y de la Historia de Jesús de Nazaret; se hace concreto lo que el Apóstol de los gentiles decía a los cristianos de Corinto: “Porque yo les transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día.” (1 Cor. 15,3).
Incluso hoy tenemos necesidad de que el Credo sea mejor conocido, entendido y orado. Sobre todo, es importante que el Credo sea, por así decirlo, “reconocido”. Conocer, en realidad, podría ser una operación tan solo intelectual, mientras “reconocer” significa la necesidad de descubrir la profunda conexión entre la verdad que profesamos en el Credo y nuestra vida cotidiana, para que estas verdades sean real y efectivamente –como siempre fueron–, luz para los pasos en nuestro vivir, y vida que vence ciertos desiertos de la vida contemporánea. En el Credo se engrana la vida moral del cristiano, que en él encuentra su fundamento y su justificación…”
Mes de noviembre
Ayuda espiritual
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Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.