?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Gen 2, 49. 15-17
- Sal 103
- Mc 7, 14-23
No me referiré mas sobre el evangelio, el sacerdote Carlos Yepes, en el audio nos hace énfasis en la importancia de la enseñanza universal y siempre actual que Jesús nos da.
Quisiera profundizar en la primera lectura con el relato de la creación, pues el autor sagrado nos presenta no sólo el dato de la creación del hombre, el cual recibe el “aliento divino”.
Y reflexionamos que Dios colocó al hombre en el jardín del Edén. El jardín del Edén es símbolo de la plenitud en la que el hombre, creado por Dios, vive. Es el jardín de la amistad con Dios y de la armonía consigo mismo y con toda la creación. Es el jardín de la santidad y de la justicia original, en la que el hombre participaba de la vida de Dios. El jardín del Edén es anticipación e imagen del paraíso definitivo, de la gloria del cielo.
Y, que el hombre podía comer de todos los árboles del jardín, “pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comas; porque el día en que comas de él, tendrás que morir”.
Y lo que quisiera hacer énfasis es en la interpretación del significado de los árboles del paraíso, un tema que personalmente me ha fascinado: ¿Cuál es el secreto de estos árboles? ¿Por qué uno de ellos, el árbol del conocimiento, resulta prohibido?
En un artículo en Catholic.Net, encontré esta explicación: El árbol de la vida es el árbol de la verdad, del amor, del misterio de Dios. La sobreabundancia de la vida divina está simbolizada en ese árbol, situado en la mitad del jardín. Dios es la vida del hombre. Donde Dios es reconocido y adorado surgen el amor y la vida; es decir, con Dios el mundo se convierte en jardín, en paraíso. El hombre tenía acceso a ese “árbol de la vida”, podía comer de su fruto, podía alimentarse de la gracia que brota de la intimidad de Dios.
Pero otro árbol estaba plantado en el jardín: el árbol del conocimiento del bien y del mal, cuyo fruto el hombre no podía comer sin morir. Hay una relación interna entre los dos árboles: para que el hombre pueda comer el fruto del árbol de la vida, no debe tocar el fruto del árbol de la ciencia. La realidad del hombre se despliega entre estos dos árboles; en la tensión entre comer el fruto de la plenitud y de la vida o probar el fruto que lleva a la muerte.
El árbol del conocimiento es un límite. Si el hombre quiere vivir en el jardín de Dios, ha de aceptar su condición de hombre. El hombre no es Dios: no es el Creador, sino una criatura; una criatura amada por sí misma, ensalzada sobre las demás criaturas, puesto en el jardín como lugarteniente de Dios para guardarlo y cultivarlo. Si el hombre acepta que sólo Dios es Dios, tendrá la vida en plenitud. Si el hombre quiere ser dios en lugar de Dios encontrará la muerte. Esa es la consecuencia de comer del fruto prohibido: yendo más allá del límite de su propio ser, el hombre no encuentra la dicha, sino la muerte.
La tentación de Adán y Eva, y la tentación de cada hombre en todas las épocas de la historia, es la de traspasar el límite, celoso de Dios. Pero este ir más allá del límite equivale a contradecirse a uno mismo, a negar el propio ser. La plena realización del hombre consiste en ser lo que es, y en aceptar la gracia de Dios que le permite llevar a una insospechada plenitud su propio ser. Dios no tiene celos del hombre: allí, en el centro del jardín, había plantado el árbol de la vida, para que, comiendo de su fruto, el hombre se saciase de verdad, de amor, de salvación.
Es importante notar cómo Dios le da al hombre TODO, excepto un árbol. Por otro lado, vemos que Dios no le prohíbe comer de ese árbol, solo porque a Dios se le antoja, sino que sabe que el día que coma “morirá sin remedio”. Todos los mandamientos de Dios tienen detrás suyo el amor de Dios por nosotros que busca que no nos dañemos, y no una voluntad egoísta.
Cuando nosotros desobedecemos a Dios nos lastimamos profundamente, algo dentro de nosotros sangra y puede llegar hasta morir. Aprendamos a tenerle confianza a Dios pues, si él dice que moriremos es porque así será. Evitar el pecado y obedecer a Dios al único que beneficia es a mí. Aprendamos a obedecer, pues en la obediencia está la verdadera felicidad.
Palabra de Vida Mes de Febrero 2021
“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.” (Lucas 6, 36) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.