https://youtu.be/_pMfIjphi74
- 1 Sam 26, 2.7-9. 12, 13. 22-23
- Sal 102
- 1 Cor 15,45-49
- Lc 6, 27-38
Después de escuchar el domingo pasado el relato de las bienaventuranzas, sigue la liturgia de este domingo recordándonos que seguir a Jesus, llamarse (o mejor, ser) cristianos no es solo cuestión de asistir los domingos a misa o ayunar en cuaresma.
Difícil, sin lugar a dudas esta máxima que Jesús nos pide hoy, pues el perdón es plato fuerte de un sabor tan intenso, que fácilmente podríamos sentirnos desconcertados, e incluso incapaces de recibirlo y disfrutarlo, sin embargo nuestra relación con Dios, nos debe llevar a la certeza de que el conoce nuestras debilidades y sale a nuestro encuentro para auxiliarnos con su gracia; a sabiendas que la práctica del amor, no es algo que se logre por la virtud o el esfuerzo humano, es la reacción que experimenta aquel que se deja sumergir en la Misericordia de Dios.
Así lo muestran las lecturas de este día, pues el perdón al que estamos llamados no se da como un requisito para ser perdonados, sino como un efecto de ese perdón que el Señor nos da y que nos va transformando en criaturas nuevas. Gracias a ello podemos ver la huella de la imagen de Dios qué hay en cada persona, siendo capaces de tratarla bien más allá de los méritos qué hay hecho e incluso ignorando los recuerdos generosos que pueda generar.
Así, la lección de la primera lectura: hay que ser magnánimos y respetar la vida de todos los hombres. Es una lectura, con rasgos de leyenda, que quiere hablarnos de lo importante que es la magnanimidad y generosidad en la vida; mensaje que de alguna manera nos prepara a escuchar el evangelio de día.
El Salmo nos muestra la diferencia sorprendente entre nosotros y Dios: en El, el perdón no es un acto puntual, sino la esencia misma de su ser; pues el Señor se nos da como don que no merecemos.
El texto de la Segunda lectura, es la unidad penúltima de la disertación paulina sobre este misterio de la vida (1Cor 15): no hemos nacido para quedarnos en la tierra, sino para ser seres espirituales, donde la muerte no nos lleve a la nada. Es eso lo que se propone bajo la imagen de los dos Adanes: el de la tierra y el del cielo.
No llegaremos a ser la imagen plena de Dios sino en la resurrección, como lo Cristo ya resucitado según este texto de 1Cor 15. Dios no habrá acabado su proyecto creador sino por la “recreación” del hombre que superando lo biológico, psíquico y espiritual de este mundo, llega a la plenitud de lo espiritual por la resurrección. Cristo, pues, es la imagen, el modelo y al paradigma de lo que nos espera todos. Hemos sido creados, pues, para la vida eterna y no para la muerte. Cristo es el Adam vivificado por la resurrección y vivificante en cuanto en él seremos todos vivificados. Dios hará nosotros lo que ha hecho en El.
Afirma en el Catecismo de la Iglesia, «observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación vital y nacida del fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor de nuestro Dios». San John Henry Newman escribía: «¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma con tu espíritu y vida. Penetra en mi ser, y hazte amo tan fuertemente de mí que mi vida sea irradiación de la tuya (…). Que cada alma, con la que me encuentre, pueda sentir tu presencia en mi. Que no me vean a mí, sino a Ti en mí».
Amaremos, perdonaremos, abrazaremos a los otros sólo si nuestro corazón es engrandecido por el amor a Cristo.
El Señor nos pide la valentía de un amor sin cálculos, nos explica el Papa Francisco. ¡Cuántas veces hemos descuidado lo que nos pide, actuando como todos los demás! Sin embargo, el mandamiento del amor no es una simple provocación, sino es el espíritu del Evangelio. No te preocupes de la maldad de los demás, o del que piensa mal de ti. En cambio, comienza a transformar tu corazón por amor a Jesús. Porque quien ama a Dios no tiene enemigos en el corazón. El culto a Dios es lo opuesto a la cultura del odio.
Terminemos nuestra meditación de hoy pidiendo al Señor con la Oración de los Fieles que meditando en tu amor aprendamos a perdonar, pues como hablamos al inicio, no es tarea fácil, pero es la manera de Amar como Jesús Amo, Vivir como Jesús Vivió y Actuar como Jesús Amó.
Entonces oremos por cada uno de los bautizados, para que sepamos reconocer y honrar la grandeza de todo ser humano, incluso de aquellos que actúan ofensivamente.
Bibliografía
- Folleto La Misa de Cada día. Conferencia Episcopal de Costa Rica.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
Palabra de Vida Mes de Febrero 2022
«Al que venga a mí no lo echaré fuera» (Jn 6, 37) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.