También somos el hijo mayor
Sí, también somos el resentido hijo mayor. Ese muchacho obediente, que permanece en casa y aparentemente es “el de mostrar”, pero resulta que también se extravió.
¿No seré más bien como el hijo mayor.?”
Con esa pregunta iniciamos hoy un nuevo viaje dentro nuestro.
Tal vez nunca lo has pensado. Implica pensar en lo obedientes que hemos sido a lo largo de la vida.
“Dice Nouwen: “Durante toda mi vida fui responsable, tradicional y hogareño. Pero, con todo, había estado tan perdido como el hijo menor. De repente, me vi de una forma totalmente nueva.
Vi mi cólera, mi susceptibilidad, mi terquedad, mi resentimiento y, sobre todo, mi sutil fariseísmo. Vi lo mucho que me quejaba y comprobé que gran parte de mis pensamientos y de mis sentimientos eran manejados por el resentimiento. Por un momento me pareció imposible que alguna vez hubiera podido pensar en mí como en el hijo menor.”
“Tal vez, como hermano mayor, estás tan perdido como el hermano menor, aunque hayas estado “en casa” toda tu vida. “Había trabajado mucho en la granja de mi padre, pero nunca había disfrutado completamente de la alegría de estar en casa.”
En vez de estar agradecidos por todos los privilegios que hemos recibido, nos convertimos en personas resentidas: celosas de nuestros hermanos y hermanas menores que han cometido tantos errores y que, a pesar de todo, son recibidos tan calurosamente.
Nouwen sufre una crisis emocional cuando toma consciencia de que es hermano mayor y se adentra en la tormentosa vida de Rembrandt y en el aprendizaje de más datos acerca de la trayectoria de búsqueda que le llevó a pintar su magnífica obra.
Llegó a comprender cómo del pincel de Rembrandt emergió la figura de un anciano casi ciego abrazando a su hijo en un gesto de perdón y compasión.
Sólo una persona que ha muerto muchas veces y derramado muchas lágrimas puede pintar un retrato de Dios con tanta humildad
Alfred Adler fundador de la Psicología Individual, le llamó psicología posicional, a aquel énfasis que la Psicología Individual hace al estudiar los factores específicos que llevan a un estilo de vida determinado y que hacen que los hermanos difieran uno de otro, tales
como experiencias de la niñez; el número de hermanos y hermanas que se tenga, así como el orden del nacimiento dentro de la familia.
El hermano/a mayor suele buscar atraer la atención de sus padres. Por ello se esfuerzan mucho por ser buenos (o perfectos) para que sus padres sigan amándolos más a ellos que a su “sustituto”.
Aprenden desde temprano que la forma de ser recompensados es hacer lo que quieren los padres, es decir, ser serviciales y “adultos”.
Es probable que empiecen a identificarse con los padres como manera de distinguirse deese “débil” bebé.
Como pasan más años en la compañía exclusiva de los padres, observan e imitando su comportamiento. Por consiguiente, son los que tienen más probabilidades de parecerse a sus padres
Es frecuente que terminen siendo los guardianes del sistema establecido. Y es probable que se vuelvan tan rígidos que estén indispuestos a aceptar el menor cambio y sean incapaces de transgredir en nada
Este sentido de responsabilidad también puede ser una carga. Puede que los hijos mayores terminen siendo perfeccionistas eternamente preocupados por no cometer errores y por no decepcionar a figuras de autoridad.
Excepciones:
Cuando son solamente dos hijos de diferente sexo, cada uno puede tener características de hermano mayor en diferentes aspectos
Hermanos del medio cuyo hermano (a) mayor enfermó, murió o tomó un rumbo diferentea lo esperado, suelen tomar el lugar del hermano (a) mayor, sus roles y características
Un hijo (a) no mayor que tiene rasgos de liderazgo, habilidades de resolución y cooperación puede ser puesto por los padres en el lugar del hermano mayor, aunque no lo sea y convertirlo en su asistente y apoyo
Un hijo mayor que tiene un hermano o hermana hasta 7 años después de nacido, funciona como hijo único y por ende no cumplirá el perfil
Hijos varones de madre divorciada, viuda o soltera suelen ser desplazados por hermanas con quienes la madre se identifica y las coloca en el lugar de su apoyo.
Hermanos menores o del medio, pueden funcionar como hermanos mayores si se destacan más que los otros, adquieren mejor estatus económico y con ello vienen a resolver los problemas y angustias familiares apoyando a sus padres en su rol.
Hijos adoptivos que, aunque no sean los mayores de la casa o sean únicos, crecen con las mismas necesidades de agradar y hacer felices a los padres como los hermanos mayores
Debido a la importancia que dan al alto rendimiento, los hermanos mayores tienden a ser más tensos, más serios, más reservados
Se adaptan a lo que se espera de ellos y tienden a pensar en función de lo que “deberían” hacer ellos y los demás
Y como no tardan en darse cuenta de que no hay nada que sea perfecto, muchos mayores tienden a ser pesimistas respecto al mundo en general
Es frecuente que se excedan en sus funciones, es decir, que asuman la responsabilidad no sólo de su propia vida y de sus problemas, sino también de la vida y problemas de otras personas.
No les resulta fácil pedir ayuda. A estas personas les cuesta confiar en la capacidad ajena y delegar.
El hijo Mayor en la Parábola. EL hombre que está de pie a la derecha de la plataforma donde el Padre abraza al hijo recién llegado es el hijo mayor. La forma como observa ese impresionante gesto de bienvenida no deja ninguna duda de a quién quería retratar Rembrandt.
Espectador de mirada sombría y distante, y reconocí allí todo lo que dice Jesús acerca del hijo mayor. La historia cuenta que cuando el hijo mayor llega a casa del trabajo, la fiesta de bienvenida en honor a su hermano está en pleno apogeo.
El hombre que está de pie mirando al padre de forma enigmática sería el hijo mayor, representando a los escribas y fariseos.
Pintando no sólo al hijo menor en brazos de su Padre, sino también al mayor que todavía puede elegir a favor o en contra del amor que se le ofrece, Rembrandt nos sitúa ante el “drama interno del alma”, el suyo y el mío.
El hijo mayor también forma parte de la experiencia vital de Rembrandt; sus fracasos tienen mucho que ver con su carácter fariseo y desagradable, así como con la falta de reconocimiento del ambiente que le rodeaba.
Queda claro por los estudios recientes acerca de las relaciones de Rembrandt con sus patrocinadores, quienes le encargaban y le compraban las obras, y con su familia y amigos, que era una persona de trato muy difícil.
Cuando vemos todo el cuadro, caemos en cuenta de la complejidad de aquella reunión.
El testigo principal, mirando como el padre abraza a su hijo, está como apartado. Mira al Padre sin alegría. No se acerca, no sonríe, no expresa acogida. Simplemente está de pie allí -a un lado – sin deseo aparente de acercarse.
En el cuadro padre e hijo se parecen mucho. Los dos tienen barba y lucen largas túnicas rojas sobre sus hombros. Padre e hijo tienen mucho en común
¡Pero qué diferencia! El padre se inclina sobre su hijo. El hijo mayor se queda de pie, rígido, postura que se acentúa por el largo bastón que sujeta con las manos. El manto del padre es ancho y acogedor; el del hijo es pesado. Las manos del padre están extendidas y tocan al recién llegado en un gesto de bendición; las del hijo están cogidas, casi a la altura del pecho. Hay luz en el cuerpo del padre -especialmente las manos- y esa luz envuelve al hijo menor
El hijo mayor permanece en un claroscuro y sus manos en la sombra.
Manos cerradas
Según el lenguaje corporal no verbal las manos cerradas trasmiten:
• Una actitud reprimida, ansiosa o negativa
• Pasividad
• Ruptura
• Privacidad
• Egoísmo
• Espera
• Desconfianza
• Enojo
• Contenerse
El hijo mayor también se perdió. Aparentemente, hizo todo lo que un buen hijo debe hacer, pero interiormente, se fue lejos de su padre. Trabajaba muy duro todos los días y cumplía con sus obligaciones, pero cada vez era más desgraciado y menos libre. Perdido en el resentimiento. No se diferenciaba del jornalero olvidándose de su condición de hijo
¿Qué ocurre en el interior de este hombre? ¿Qué hará? ¿Se acercará y abrazará a su hermano como lo hace su padre, o se dará media vuelta y se marchará enfadado y disgustado?
Se pierde de nuevo mirando a su hermano, comparándose, juzgando en lugar de mirar al padre.
Cuanto más pensamos en el hijo mayor, más nos reconocemos en él, experimentan, desde muy temprano, cierta envidia hacia sus hermanos y
hermanas más pequeños, que parecen estar menos preocupados por agradar y parecen ser más libres para “hacer sus cosas.”
La vida obediente y servicial de la que nos sentimos orgullosos, la vemos a veces como una carga hasta el punto de ser incapaces de desprendernos de ella.
No es difícil identificarse con el hijo mayor de la parábola que se queja.
El hijo mayor, que llega a la casa cansado por el peso de sus trabajos, ni comprende ni acepta que su hermano, que se ha ido de la casa malgastando su herencia, sea el objeto de tanta fiesta.
Considera que su padre se ha rebajado acogiéndole como si nada hubiera pasado. Aunque posiblemente, su padre desearía que pasara menos tiempo en el campo y más con él.
Así hizo el hijo mayor; incuba un malestar profundo hacia su padre por la forma de recibir a su hermano, hasta que, no pudiendo más, vomitó el veneno que llevaba dentro: “Hace tantos años que te sirvo y jamás dejé de cumplir una orden tuya”. ¿Adónde ha ido a parar tanta sumisión y servilismo?
El extravío está estrechamente ligado al deseo de ser bueno y virtuoso. Porque eso te hace menos libre, menos espontáneo, menos jovial y cada vez más “duro.”
Las palabras con las que el hijo mayor ataca a su padre -palabras farisaicas, auto compasivas y celosas-revelan una queja profunda.
La queja que llega de un corazón que siente que nunca ha recibido lo que le corresponde y que termina creando un fondo de resentimiento.
Es el lamento que grita: “He trabajado tan duro, he hecho tanto y todavía no he recibido lo que los demás consiguen tan fácilmente. ¿Por qué la gente no me da las gracias, no me as gracias, no me invita, no se divierte conmigo, no me agasaja, y sin embargo presta tanta atención a los que viven la vida tan frívolamente?”
“A menudo, afirma Nouwen, observo dentro de mí ese murmullo, ese gemido, esa queja, ese lamento, que crece y crece, aunque yo no lo quiera… Cuanto más lo analizo, más razones encuentro para quejarme… Hay un enorme y oscuro poder en esta queja interior. La condena a los otros, el fariseísmo y el rechazo…Cuanto más profundamente entro en el laberinto de mis quejas, más y más me pierdo, hasta que al final me siento la persona más incomprendida, más rechazada y despreciada del mundo. De una cosa estoy seguro: quejarse es contraproducente.
Siempre que me lamento de algo con la esperanza recibir así la satisfacción que tanto deseo, el resultado es el contrario del que intento conseguir.
En vez de gratitud, la alegría del criado surte el efecto contrario: “Él se enfadó y no quiso entrar.” Alegría y resentimiento no pueden coexistir.
El hijo mayor no podía entrar y compartir la alegría de su padre. Sus quejas le habían paralizado y dejaron que la oscuridad le envolviera y entra el rencor a su vida.
La mente rencorosa hará todo lo que pueda para convencernos de que nadie en el mundo merece nuestro perdón
Cree que debemos estar a la defensiva todo el tiempo
Tratará de convencernos de que la única manera de protegernos de más daños es castigando a la otra persona con nuestra ira y con nuestro odio
¿Qué nos hará más daño, la rebeldía o el resentimiento?
Hay mucho resentimiento entre los “justos” y los “rectos”, entre la gente que está preocupada por evitar el “pecado.” El problema es que el resentimiento exige cada vez más espacio emocional hasta que lo llena todo y nos hace cerrar las manos.
Se construye el odio entonces, que es lo más cercano al mal que podemos llegar.
Esto le ocurre al hijo mayor cuando vio la alegría de su padre por la vuelta de su hermano menor, un poder oscuro salió a la luz. De repente, aparece la persona resentida, orgullosa, severa y egoísta que estaba escondida, y que con los años se había hecho más fuerte y poderosa.
El asunto es que la persona se llena de amargura y casi siempre cree que el otro tiene la culpa
El hecho de rumiar las injusticas del pasado hace que el sentimiento de injusticia se haga permanente. Y se hace más profunda con la sumatoria de posteriores situaciones dolorosas
La persona llena de amargura llega a decir: Yo no merecía esto, No tendría que haberme pasado a mí, Esto no es justo… Si no hubieran… si hubiera.
La justicia no existe. Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera
Tendemos a exigir que la justicia y equidad sea parte inherente de sus relaciones con los demás
Y mientras la injusticia sea la causa de tus problemas, no puedes cambiar
Lo harás cuando desaparezca esta injusticia, lo que, por supuesto, no sucederá nunca, jamás
El sufrimiento es proporcional al afán de justicia, dice un principio de Sanación Interior.
El hijo mayor está fuera del círculo de amor, negándose a entrar. La luz en su rostro deja claro que él también está llamado a la alegría, pero no se le puede forzar.
A veces la gente se pregunta: ¿Qué le ocurrió al hijo mayor? ¿Se dejó convencer por su padre? ¿Entró finalmente en casa y participó de la celebración? ¿Abrazó a su hermano y le dio la bienvenida igual que había hecho su padre? ¿Se sentó a la mesa para disfrutar con ellos del banquete?
¿Desea reconocer que no es mejor que su hermano?
La parábola no tiene un final feliz, nos pone cara a cara ante una de las cuestiones espirituales más difíciles: confiar o no confiar en el amor de Dios que lo perdona todo.
Yo soy el único que puede elegir, nadie puede hacerlo en mi lugar.
El hijo mayor tuvo una experiencia profunda por la que comprendió que lo importante no era aguantar en la hacienda para recibir al final el premio, sino estar en la casa del padre con el oído abierto y, así, conocer su verdadero rostro.
“Cuanto más siento al hijo mayor en mi interior, más consciente me hago de lo profundamente arraigada que está esta forma de “perderse” y lo difícil que es volver a casa desde esta situación. Pero… ¿Acaso no es bueno ser obediente, servicial, cumplidor de las leyes, trabajador y sacrificado? Mis rencores y quejas parecen estar misteriosamente ligadas a estas elogiables actitudes… Cuanto más lo doy todo de mí para que algo salga bien más me pregunto por qué los demás no lo dan todo como yo.
Continúa Nouwen: “Parece que allí donde se encuentra mi mejor yo, se encuentra también el yo resentido y quejumbroso. Y es aquí donde me veo frente a frente con mi verdadera pobreza. Soy incapaz de acabar con mis resentimientos. Están tan profundamente anclados dentro de mí que arrancarlos parecería algo así como una autodestrucción. ¿Cómo erradicar estos rencores sin acabar también con mis virtudes? “
Dice que este caso es aún más difícil, porque está perdido en la ira y el resentimiento: le parece que no es valorado como merece y que a su hermano lo quieren más. Entonces la envidia le impide compartir la alegría de su padre.
Este hijo cumple con todo, pero no es feliz. Aunque permanece en casa, también está lejos porque no vive en comunión con el Padre.
¿Puede el hijo mayor que está en mi interior volver a casa? ¿Puedo ser encontrado como lo fue el hijo menor? ¿Cómo puedo volver cuando estoy perdido en el rencor, cuando estoy atrapado por los celos, cuando estoy prisionero de la obediencia y del deber?
Puede ser más desalentador tener que curarme de mis rasgos de hijo mayor que de los de hijo menor.
Enfrentado aquí con la imposibilidad de la auto redención, ahora entiendo las palabras de Jesús a Nicodemo: “Que no te cause, pues, tanta sorpresa lo que te he dicho: “Tenéis que nacer de nuevo.” (Jn 3,7)
Es decir, algo tiene que ocurrir que yo no puedo hacer que ocurra. Yo no puedo volver a nacer; es decir, no puedo hacerlo con mis propias fuerzas, con mi mente, con mis ideas.
Sólo puedo ser curado desde arriba, desde donde Dios actúa. Lo que para mí es imposible, es posible para Dios. “Para Dios nada hay imposible.”
El amor de Dios no depende de nuestro arrepentimiento o de nuestros cambios. Ya sea el hijo menor o el mayor, el único deseo de Dios es llevarme a casa.
Canción
Bibliografia
El Regreso del Hijo Pródigo. Libro Henri J:M. Nouwen
Apuntes Curso. Randall Urbina.
https://es.aleteia.org/2022/01/25/vuelve-a-la-casa-de-tu-padre-henri-nowen-comenta-a-rembrandt/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.