Categoría: Liturgias Diarias

Sabiendo que una de las características del tiempo de Adviento es la espera del Mesías y la súplica insistente por su venida, por eso iniciemos esta meditación con el Salmo y pidamos, “Ven Señor, Rey de paz y de justicia. y llenándonos del Espíritu Santo, vivamos esta espera con alegría y confianza de ser bienaventurados porque El viendo nuestra pequeñez nos ha revelado su sabiduría.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor, nos invita el salmo. Nos encontramos en los primeros compases del tiempo litúrgico del Adviento. Pidamos al Señor Dios nuestro, a esperar ardorosamente la venida de tu Hijo Jesucristo para que, cuando llegase y llame, nos encuentre esperándolo en la oración y alegrándonos en su alabanza..

Inicio de adviento, tiempo de meditar, orar y transformar nuestra vida para prepararnos para la espera de aquel Que fue “.Concebido por obra y gracia de Santa María la Virgen, nació de Santa María la Virgen…”

Hoy la liturgia nos invita a cómo Andrés,  vivir plenamente el proceso de formación de los discípulos de Jesús: seguirlo: Promesa, petición, misión. Estos tres momentos no tienen que ver sólo con la vida activa, sino también con la oración. Mientras tanto una oración sin una palabra de Jesús y sin confianza, sin promesa, no es una buena oración.

La liturgia de hoy, nos debe motivar, no sólo a terminar un año más, sino a iniciar con nuevos bríos este año en el que con la ayuda de nuestro testimonio haremos ver al mundo que la paz y la justicia triunfarán y que la victoria pertenece sólo a Jesús, el Señor. Somos seres limitados, hemos venido para amar y servir, solo Cristo nos sustenta y nos asegura una vida más allá de la muerte.

Estamos por introducirnos en el tiempo de Adviento: tiempo de espera de alguien que está por llegar: es Cristo el Señor que se acerca siempre más a nosotros, día tras día, y que viene a introducirnos finalmente en la plenitud de su comunión y de su paz. Pongan atención, y levanten la cabeza, porque esta por llegar el tiempo de la liberación.

Ante las dificultades y persecuciones que vamos a experimentar por cumplir nuestra misión como cristianos de anunciar a tiempo y destiempo, el Señor nos promete: “si se mantienen firmes, conseguirán la vida”. Hoy día de la Medalla Milagrosa pidámosle que sus rayos lleguen hasta nosotros y su Hijo derrame sobre nosotros las Gracias necesarias para perseverar. 

Dios anuncia La Paz a su pueblo, a todos sus amigos y a cuantos se convierten a El de corazón, vivamos la perseverancia, la paciencia y en la confianza absoluta en Dios, desechando los apegos y los miedos.

La fidelidad adquiere grandeza, para nosotros, cuando, en medio de las  dificultades, la fe se mantiene incólume. Los pobres pueden enseñarnos mucho sobre la humildad y la confianza en Dios