La liturgia de hoy nos invita a meditar que debemos tener conciencia de la importancia del tiempo; el tiempo de tener un encuentro de corazón palpitante con el Señor, pues solo así podremos tener criterio para declarar con nuestras palabras y nuestro modo de vivir : Quién es Jesús?
Categoría: Liturgias Diarias

Liturgia del 24 de setiembre 2020. Quién será este del que oigo tantas cosas?
La liturgia de hoy nos confronta ante la vanidad y frente a los principios y valores que rigen nuestra vida.

Liturgia del 23 de setiembre 2020. La Palabra de Dios es verdadera.
La liturgia de hoy nos da las herramientas necesarias para cumplir la misión primaria como miembros de la Iglesia.

Liturgia del 22 de setiembre 2020. Jesus nos llama a ser parte de su familia.
La liturgia de hoy nos exhorta a escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios, dos condiciones simples, como dice el Papa Francisco, pero que nosotros complicamos.

Liturgia del 21 de setiembre 2020. Yo no he venido a sanar a los justos sino a los pecadores.
La liturgia nos invita a levantarnos de la mesa de pecadores, no importa si nuestro pecado es pequeño o grande, lo que importa es la premura para disponernos a cumplir con el seguimiento del Señor.

Liturgia del 20 de setiembre 2020. La lógica de Dios versus la lógica humana.
Le liturgia de hoy nos confronta con la lógica de Dios.

Liturgia del 19 de setiembre 2020. El que tengo oídos para oír. que oiga!
La liturgia de hoy nos presenta la semilla como elemento común en ambas lecturas, para invitarnos a meditar en qué semillas salen de nuestro corazón y de nuestra boca .

Liturgia del 18 de setiembre 2020. Si Cristo no resucitó es vana la fe.
La liturgia de hoy nos insta a vivir como creyentes que basan su fe en la Resurrección y no en el pragmatismo y escepticismo que el mundo ofrece, y que nos convirtamos en itinerantes que andan proclamando la Buena Nueva.

Liturgia del 17 de setiembre 2020. Por la gracia de Dios soy lo que soy.
Hoy la liturgia nos invita a dos cosas: compartir la buena nueva de la Palabra que nos ha transformado, no porque lo merezcamos, sino por pura gracia. Y practicar la mirada de Dios que no juzga, acoge y perdona.