https://youtu.be/RUOWQXMGphY?si=cr-Kg-3qA8Wn1nv8
- 1 Sam 17, 32-33.37. 40-51
- Sal 1
- Mc 3, 1-6
Hoy la reflexión de la liturgia nos deja claro que para el Señor la dignidad de la persona es superior a cualquier norma o regla.
En la primera lectura podemos apreciar como David porque lucha en el nombre del Señor, es capaz de romper toda regla o lógica humana. Desde Saúl hasta Goliat dudaron de su capacidad y tal vez tenían razón desde el punto de visto humano, pero para Dios no hay imposibles.
La respuesta de David a Saúl, está llena de abandono en la Providencia de Dios. “El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará también de la mano de ese filisteo”. Y es definitivamente, esta la actitud que necesitamos para enfrentarnos a los enemigos de Dios, en primer lugar, nuestro pecado. Todos los días hay combates en nuestro corazón, enseña San Agustín. Cada hombre en su alma lucha contra un ejército. Los enemigos son la soberbia, la avaricia, la gula, la sensualidad, la pereza… Y es difícil que estos ataques no nos produzcan alguna herida . Pero es decisivo darnos cuenta de que el Señor nos acompaña personalmente y nos acompaña con una legión de ángeles y de santos. Por eso, cuando se nos presente a lo largo de la vida alguna situación parecida a esta, tenemos que hacer lo mismo que hizo David: orar al Señor, para que El nos dé la sabiduría y la fortaleza, y así, poder afrontar las dificultades, sabiendo que de Él viene todo. No olvidemos que nosotros, muchas veces hemos tenido la misma experiencia de David: que el Señor nos ha librado y salvado de situaciones extremas, pero al contrario de él, nos cuesta confiar en Dios.
Esta es una buena enseñanza para nuestro día a día, tan lleno de temores, dificultades, superaciones, decepciones, fracasos, incertidumbres, traiciones etc. Estamos seguros, al contemplar este pasaje bíblico, que el Señor no nos va a defraudar, va a regalarnos todos los elementos necesarios para superar, sea cual sea, el obstáculo que nos impide configurarnos, identificarnos con Él, porque esto es lo que nos hace felices: ser fieles al proyecto de amor que tiene pensado para cada uno de nosotros; debemos dejarnos hacer por Él. No seamos mezquinos y raquíticos con el Señor; que, desde hoy, empecemos a tener una vida plena en Él y con Él.
El Evangelio de hoy nos cuenta cómo los fariseos y herodianos se confabularon para acabar con Cristo, a pesar de haber presenciado la prueba de la autoridad con la realización del milagro.
A veces pedimos milagros para poder creer, suplicamos signos en nuestra vida, pero en este pasaje vemos claro, que el secreto para creer, no está en presenciar milagros, sino en tener un corazón limpio. Somos como los fariseos, no aprendemos la lección, y sea como sea, no queremos que el Señor nos trasforme y amemos a los demás por encima de nuestros intereses y de nosotros mismo, porque esto conllevaría a descolocarnos de nuestra cómoda postura.
Hoy, nos indica el Papa Francisco, encontramos también otro pecado cuando vemos que Jesús es criticado por haber curado a un enfermo un sábado. El pecado del formalismo.
Hay cristianos que no dejan lugar a la gracia de Dios. Y la vida cristiana, la vida de esta gente es tener todos los documentos en regla, todos los certificados: Cristianos hipócritas, como estos. A ellos solo les interesaban las formalidades. ¿Era sábado? No, no se pueden hacer milagros el sábado, la gracia de Dios no puede actuar el sábado ¡Cierran la puerta a la gracia de Dios! ¡Tenemos tantos en la Iglesia, tenemos tantos! Es otro pecado.
Los primeros, los que cometen el pecado de la pereza, no son capaces de ir adelante con el celo apostólico, porque han decidido detenerse en sí mismos, en sus tristezas, en sus resentimientos, en todo eso. Estos no son capaces de llevar la salvación porque cierran la puerta a la salvación. Para ellos cuentan solo las formalidades. No se puede: es la palabra que más usan.
Y a esta gente como las del Evangelio de hoy, las encontramos también nosotros y también nosotros tantas veces hemos tenido pereza, o hemos sido hipócritas como los fariseos. Se trata de tentaciones que vienen, pero que debemos conocerlas para defendernos.
Ante estas dos tentaciones, ante ese hospital de campaña, allí, está el símbolo de la Iglesia, ante tanta gente herida, Jesús se acerca y les pregunta: «¿Quieren curarse?», y les da la gracia. La gracia hace todo.
(…) Este es el camino cristiano, el camino del celo apostólico: acercarse a tantas personas, heridas en este hospital de campaña, y también tantas veces heridas por los hombres y las mujeres de la Iglesia. Es una palabra de hermano y de hermana: ¿quieres curarte? Y después, cuando va adelante: «¿Ah, no peques más, que no hace bien!». Es mucho mejor esto: las dos palabras de Jesús son más bellas que la actitud de la pereza o la actitud de la hipocresía.
Como San Juan Crisóstomo, diremos: “No es en mis fuerzas en lo que me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo, esta es mi seguridad, este es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Cristo está conmigo: ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña. Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no habría esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere este o aquel, sino lo que tú quieres que haga. Este es mi alcázar, esta es mi roca inamovible, este es mi báculo seguro” (“Sermón antes del exilio”).
Con su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido verdadero: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal.
Hoy que recordamos a San Antonio, abad, pidamos como en la Oración Colecta el don de servirte con una vida admirable y con el Salmista digámosle al Señor que “es nuestro amigo fiel, nuestra fortaleza, el escudo en que nos amparamos, Bendito seas Señor.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- https://www.rcm1450.com/evangelio-del-dia-marcos-3-1-6/
- https://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/01/17/la-victoria-frente-al-pecado-y-la-division/
Palabra de Vida Mes de Enero 2024. Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10, 27) https://www.focolare.org/conosur/news/2023/12/31/palabra-de-vida-enero-2024/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.