?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/YfSOUa_oBK4
- Gen 22, 1-19
- Sal 114
- Mt 9, 1-8
Es fácil decir que somos cristianos y que amamos a Dios cuando todo en nuestra vida camina perfectamente, cuando disfrutamos de todas sus bendiciones, cuando hay suficiente pan y salud en nuestra vida y en nuestras casas, cuando no cuesta trabajo bendecir y dar gloria a Aquel que de todo nos ha proveído.
En el relato de hoy, nos comenta Fray Manuel Santos Sánchez, leído tal como nos aparece, sin acudir a los exegetas y teólogos, resalta la confianza absoluta de Abrahán en Yavhé, aunque lo que le pide, en un primer momento, sea el sacrificio de su hijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré”. Abrahán está dispuesto a sacrificar a su hijo en obediencia a Yavhé. Pero en el último momento, Yavhé viene en su ayuda: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo”. Para Abrahán Yavhé era Dios, al que hay que temer, adorar, obedecer, amar… Y así lo hace y ve que Dios no quiere el sacrificio de su hijo.
Y es que Abrahán, le entregó todo al Señor, lo más preciado con lo que esto significaba para él. Para Abraham no había nada más grande y fundamental que obedecer a Dios, aun cuando su voluntad tocara lo más amado para él. Abraham le probó a Dios que le amaba.
Esto nos cuestiona: ¿Estarías tú también dispuesto, si Dios te lo pidiera, a probarle cuánto le amas?
El Evangelio de hoy es una muestra de la misericordia del Salvador en dos aspectos al mismo tiempo: ante la enfermedad del cuerpo y ante la del alma. Y puesto que el alma es más importante, Jesús comienza por ella. Sabe que el enfermo está arrepentido de sus culpas, ve su fe y la de quienes le llevan, y dice: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados» (Mt 9,2).
¿Por qué comienza por ahí sin que se lo pidan? Está claro que lee sus pensamientos y sabe que es precisamente esto lo que más agradecerá aquel paralítico, que, probablemente, al verse ante la santidad de Jesucristo, experimentaría confusión y vergüenza por las propias culpas, con un cierto temor a que fueran impedimento para la concesión de la salud. El Señor quiere tranquilizarlo. No le importa que los maestros de la Ley murmuren en sus corazones. Más aun, forma parte de su mensaje mostrar que ha venido a ejercer la misericordia con los pecadores, y ahora lo quiere proclamar.
Y es que quienes, cegados por el orgullo se tienen por justos, no aceptan la llamada de Jesús; en cambio, le acogen los que sinceramente se consideran pecadores. Ante ellos Dios se abaja perdonándolos. Como dice san Agustín, «es una gran miseria el hombre orgulloso, pero más grande es la misericordia de Dios humilde». Y en este caso, la misericordia divina todavía va más allá: como complemento del perdón le devuelve la salud: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (Mt 9,6). Jesús quiere que el gozo del pecador convertido sea completo.
Nuestra confianza en Él se ha de afianzar. Pero sintámonos pecadores a fin de no cerrarnos a la gracia. Así nos invita la Palabra de Vida de este mes,“Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado” Mateo 9, 22, pues nos abre una perspectiva inesperada: Dios está siempre en camino hacia nosotros, pero también espera nuestra iniciativa para que no perdamos la cita con él; nuestro camino de fe, por más accidentado y marcado por errores, fragilidades y desilusiones, tiene un gran valor. Él es el Señor de la verdadera vida, que quiere derramar sobre todos nosotros, sus hijos e hijas, que a sus ojos tenemos una dignidad que ninguna circunstancia puede suprimir.
Nos explica el Papa Francisco, que el “Señor Jesús ha querido que la Iglesia continúe su obra de salvación, incluso a través de sus propios miembros, en particular con el sacramento de la Reconciliación y la Unción de los Enfermos, que pueden unirse bajo el nombre de “Sacramentos de curación”. El Sacramento de la Reconciliación es un sacramento de curación, cuando voy a confesarme es para curarme, curarme el alma, curarme el corazón, de algo que he hecho que no está bien. El icono bíblico que mejor los expresa, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos.”
Palabra de Vida Mes de Julio 2021
“Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado” Mateo 9, 22
https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.