?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Eclo (Sir) 27, 33-28, 9
- Sal 102
- Rom 14, 7-9
- Mt 18, 21-25
La liturgia de hoy nos invita a meditar acerca del amor cristiano, de la verdad del Amor de Dios plasmado en la Cruz en donde dejó prueba fiel de su Misericordia al dejar ahí clavados todos nuestros pecados, al mostrarnos hasta donde llega su Perdón.
“Rencor e ira son también abominables, esa es la propiedad del pecador.”, nos dice la primera lectura.
El perdón es un tema recurrente en la Biblia y en él está la base de nuestra relación con Dios. Todos los hijos de Dios lo hemos experimentado y nuestros corazones están llenos de gratitud por eso.
Sin embargo, aun luego de sentir el poder del perdón en nosotros, debemos admitir que no es fácil perdonar y que, la mayoría de las veces nos comportamos como el servidor a quien el Señor le perdona sus pecados, pero no es capaz de perdonar al que le debe poco.
Muchas veces, antes de perdonar necesitamos pasar por un proceso doloroso y largo. Dios no nos deja solos, él nos acompaña y nos ayuda. En él tenemos el ejemplo perfecto de amor y perdón, repito.
Cuando perdonamos entregamos a Dios todo nuestro dolor. Le permitimos a Dios que nos transforme, que nos llene de su Espíritu Santo y seguimos adelante confiando en su bondad.
El salmo nos inspira: “Él es quien perdona toda tu culpa, que cura cada uno de tus males, que redime tu vida desde la tumba, que te corona con amor y compasión.”
Escogemos liberarnos del enojo y de la amargura por nuestro bien y en obediencia a Dios. La verdad es que sería terrible si el perdón dependiera del arrepentimiento de la otra persona: hay personas que mueren sin disculparse ni reconocer sus errores.
Dios nos dio el mejor ejemplo. Él tomó la iniciativa al enviar a Jesús aun antes de que nosotros pidiéramos perdón por nuestros pecados. Así afirma San Pablo en la segunda lectura, “Esto explica por qué Cristo murió y volvió a la vida: fue para que pudiera ser el Señor tanto de los muertos como de los vivos.” Lo ofendíamos con nuestras acciones y palabras, pero él extendió su mano llena de perdón y esperó pacientemente por nuestro arrepentimiento. De la misma forma nosotros podemos decidir perdonar aun antes de que la otra persona se arrepienta. No podemos controlar lo que hacen los demás, pero sí nuestras acciones y reacciones. ¡Decidamos seguir el ejemplo de nuestro Padre!
Perdonar muestra el carácter de Cristo, que él reina en nuestros corazones. Mostramos que la otra persona y sus actitudes no nos controlan. Pedimos a Jesús que nos ayude a ser más como él y vivimos de acuerdo con su voluntad. Algo que vemos en la Biblia, por ejemplo, en la oración del Padrenuestro.
El Papa Francisco nos explica, “…pedimos cada día a nuestro Padre del cielo que nos perdone nuestros pecados como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. Si no estuviésemos dispuestos a hacerlo, ¿cómo podríamos rezar sinceramente por la paz y la reconciliación?
En el Evangelio de hoy, Jesús nos pide que creamos que el perdón es la puerta que conduce a la reconciliación. Diciéndonos que perdonemos a nuestros hermanos sin reservas, nos pide algo totalmente radical, pero también nos da la gracia para hacerlo.
Lo que desde un punto de vista humano parece imposible, irrealizable y, quizás, hasta inaceptable, Jesús lo hace posible y fructífero mediante la fuerza infinita de su cruz.
La cruz de Cristo revela el poder de Dios que supera toda división, sana cualquier herida y restablece los lazos originarios del amor fraterno (…) Tengan confianza en la fuerza de la cruz de Cristo. Reciban su gracia reconciliadora en sus corazones y compártanla con los demás.”
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p data-removefontsize=”true” data-originalcomputedfontsize=”16″>Y como nos dice el padre Yepes en el audio, busquemos perdonar para no vivir tristes y amargados, con el corazón endurecido, y perdonemos no porque el otro lo merezca o no sino para ser libres, por salud física, emocional y espiritual para nuestra vida.
Palabra de Vida Mes de septiembre Den y se le dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Lc6, 38.
¿Quién podrá entonces separarnos depl amor de Cristo? (Romanos 8,35
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.