?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Dan 13, 1-9, 15-17, 19-30, 33-62
- Sal 23
- Jn 8, 1-11
En la recta final hacia la Pascua la Iglesia nos presenta hoy la historia de dos mujeres sorprendidas en adulterio, uno ficticio y otro verdadero. En ambos casos, ante jueces injustos, son defendidas por el juicio misericordioso de Dios, el único que juzga según el corazón y no según las apariencias.
Hoy la primera lectura nos relata la conocida historia de Susana, la cual es acusada falsa e injustamente de adulterio y por tanto condenada a muerte según la ley de Moisés. Ante esta falsa acusación, Susana tiene dos opciones: ser fiel a Dios y a la ley, o salvar su vida. Ella elige la primera, poniendo toda su confianza en Dios que le hará justicia. La confianza en Dios es lo que verdaderamente nos ayuda a ser fieles a su voluntad.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo”, nos dice el Salmo.
¡Cuántas veces nos vemos en situaciones muy difíciles, en pruebas muy duras en las que parece que Dios no escucha nuestras plegarias! Incluso caemos en la desesperación y en el desánimo. Sin embargo, la lectura de hoy nos alienta a ver que en los momentos más adversos es cuando tenemos que confiar más en Dios. Nos dice el texto que cuando ya estaba todo perdido, cuando ya habían condenado a Susana a muerte, ella oró gritando y Dios la escuchó. Cuando la mujer pecadora iba a ser apedreada por la encontraron en flagrante adulterio, Jesus la salvo. Y más aun Jesus no la condenó,la evangelizó. “Mujer: Dónde están los que te acusaban? Nadie te ha condenado?. Ella le contestó. Nadie Señor. Y Jesus le dijo. Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar. Ojalá que estas palabras queden grabadas en nuestro corazón para que así experimentemos e imitemos la gran misericordia de Dios. Qué éste sea hoy nuestro propósito para con los demás.
Una lección nos la dan también los ancianos tentados en la primera lectura y los escribas y fariseos. Es posible que a nosotros también, se nos presenten ocasiones en los que tengamos que elegir entre ser fieles a Dios o ser fieles al mundo, y tantas veces hemos sido fieles al mundo y peor aun nos creemos Dios; , no es acaso lo que mueve a muchos hoy a escoger desobedecer las normas que nos piden que acatemos para paliar un poco los efectos del Covid 19. Anoche precisamente uno de estos, impactó por venir manejando a horas no permitidas y en estado de ebriedad la casa donde habita mi sobrina, su esposo e hijos.
Y es que, no contemplamos la afectación que nuestras decisiones puedan tener en la vida de los demás, yo creo, por caer en la tentación del pecado de egoísmo. Todo pecado es en realidad egoísmo; todo pecado es ceder a algo que quieres, que sientes que te sirve en ese momento. Es una tendencia completamente natural que todos los humanos tienen arraigada muy profundamente. Pero, estamos llamados a seguir los pasos de Jesús, a vivir nuestras vidas como Él lo hizo, venciendo el pecado. No estamos destinados a vivir “atrapados”, sin salida, por nuestras tendencias humanas. Solamente podemos seguir las pisadas de Jesús si decidimos dejar de vivir solo para nosotros mismos y vivimos completamente conforme a la voluntad de Dios en nuestra vida en lugar de la nuestra.
A Susana mujer fiel, la salvó la acción del Espíritu de Dios en Daniel. A la mujer pecadora la salvó y la evangelizó, “vete y no peques más”, el mismo Jesús.
Nos dice el Papa Francisco, “Jesús perdona! Pero aquí se trata de algo más que del perdón: Jesús supera la ley y va más allá. No le dice: ‘¡El adulterio no es pecado!’ Pero no la condena con la ley. Y este es el misterio de la misericordia de Jesús..
Aquí se ve la actitud misericordiosa de Jesús: defiende al pecador de sus enemigos; defiende al pecador de una condena justa.
También nosotros, cuántos de nosotros, quizá deberíamos ir al infierno, ¿cuántos de nosotros? Y esa condena es justa y Él perdona más allá. ¿Cómo? ¡Con esta misericordia!.
La misericordia va más allá y hace la vida de una persona de tal modo que el pecado es arrinconado.
Es como el cielo. Nosotros miramos el cielo, tantas estrellas, tantas estrellas; pero cuando sale el sol, por la mañana, con tanta luz, las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura.
Cristo hoy nos llama a atrevernos a sumergirnos en lo más profundo de nuestro corazón y darnos cuenta de que no estamos exentos de pecado, de que no somos mejores que el que tenemos al lado, que veamos que nuestro corazón también está enfermo y necesita ser curado.
Más de una vez hemos juzgado sin misericordia y más de una vez nuestros juicios han sido erróneos. Hoy los constatamos en las redes sociales como nos convertiremos en jueces y señores de la vida de los demás sin medir las consecuencias de nuestros actos, miramos y juzgamos por la pelusa en el ojo ajeno y no la viga que tenemos en el nuestro.
Señor, que esta Cuaresma, que está por terminar, no sea una más en nuestra vida, concédenos la gracia de que sea definitiva en nuestro proceso de conversión y tará contra nosotros? Confiemos en el Señor, aun en las grandes pruebas, pues ‘aunque camine por cañadas oscuras, nada temo pues tu vas conmigo.
Mes de Marzo
Intención de oración universal
Recemos por la Iglesia de China.
Recemos para que la Iglesia en China persevere en la fidelidad al Evangelio y crezca en unidad.
Palabra de Vida .
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.”
(Mateo 7, 12)
Esta Palabra nos impulsa a ser creativos y generosos, a tomar la iniciativa, a tender puentes hacia quien no es nuestro amigo, como Jesús mismo hizo. Nos exige la capacidad de salir de nosotros para ser testigos creíbles de nuestra fe.
Perseverando veremos cambiar el mundo a nuestro alrededor poco a poco. Comprenderemos que el Evangelio comporta la vida más fascinante, enciende la luz del mundo, le da sabor a la existencia, tiene en sí el principio de la resolución de todos los problemas. No descansaremos hasta poder comunicar nuestra extraordinaria experiencia a otros: a los amigos que pueden comprendernos, a los parientes, a todo aquel que sintamos poder ofrecerla. Renacerá la esperanza”.
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.