LITURGIA DE LA PALABRA
Introducción
Esta semana de Adviento es tiempo de esperanza. Aguardamos con alegría y expectativa. Esta esperanza expectante tiene dos vertientes: anhelamos celebrar la fiesta de Navidad compartiendo tiempo y regalos con familiares y amigos, y anhelamos el regreso de Cristo, cuando nos reuniremos con él en el cielo.
Las lecturas bíblicas nos recuerdan la gloria de la promesa de Dios de nuestra recompensa celestial. El llamado a la santidad y la purificación que traerá la venida del Señor; y a la fe.
Al orar hoy, dedique un tiempo a reflexionar sobre nuestros deseos para la Navidad.
PRIMERA LECTURA del libro de Isaías 4, 2-6
Aquel día, el germen del Señor será la hermosura y la gloria de los sobrevivientes de Israel, y el fruto del país será su orgullo y su ornato.
Entonces, el resto de Sión, los sobrevivientes de Jerusalén, serán llamados santos: todos ellos estarán inscritos para la vida, en Jerusalén.
Cuando el Señor lave la suciedad de las hijas de Sión y limpie a Jerusalén de la sangre derramada en ella, con el soplo abrasador del juicio, Él creará sobre toda la extensión del monte Sión y en su asamblea, una nube de humo durante el día, y la claridad de un fuego llameante durante la noche.
Porque la gloria del Señor, en lo más alto de todo, será un reparo y una choza, para dar sombra contra el calor durante el día, y servir de abrigo y refugio contra la tempestad y la lluvia.
Reflexión
El texto de hoy de Isaías está impregnado de buenas noticias sobre el triunfo del pueblo judío, expresado en la gloria de Jerusalén, de su templo. Falta tenía Israel de que se anunciaran días de gloria y felicidad, de triunfo, después de una historia de derrotas, deportaciones, peligro de extinción del pueblo, ante el poder de las poderosas naciones, que lo rodean. Texto que encaja en la promoción de la esperanza; en su vivencia honda en cada uno, convencidos de que el bien se impondrá. Texto que lleva a confiar en el Dios de las promesas, aunque lo que nos rodee más bien parece anunciar que el mal se impondrá. Sin esperanza no hay fe, ni se siente el amor: se vive aplastado porque parece que es el mal, en sus diversas dimensiones, lo que se impone. Sin confianza se rebaja a Dios a engañarnos con promesas que no se cumplirán.
SALMO RESPONSORIAL 121, 1-2. 4-9
R/. ¡Vamos con alegría a la Casa del Señor!
¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la Casa del Señor”! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén.
Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según es norma en Israel, para celebrar el Nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David.
Auguren la paz a Jerusalén: “¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!”
Por amor a mis hermanos y amigos, diré: “La paz esté contigo”. Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad.
Reflexión:
El salmista nos sigue hablando de la confianza, de la esperanza que traen consigo la alegría. Una alegría fundada en que vivimos “en la casa del Señor”. Tenemos a Dios de nuestra parte. Si no fuera así no se hubiera hecho uno de nosotros, su casa es nuestra casa.
EVANGELIO según san Mateo 8, 5-11
Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a sanarlo”.
Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace”.
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos”.
Reflexión:
Este texto, nos invita a reflexionar sobre la universalidad del mensaje de Jesús manifiesta su disposición de sanar a un extranjero en situación de vulnerabilidad, de esta manera nos muestra su capacidad para romper las barreras sociales, culturales y políticas que dividen a las personas. Por otra parte, el centurión a pesar de ser un funcionario reconoce el poder de Dios y su fe refleja que no le importa solo ser servido como patrón, le preocupa el bienestar de quien le sirve y se dirige a Jesús, y en la presencia del Salvador hace una extraordinaria confesión de fe, recogida por la liturgia Eucarística: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa: di una sola palabra y mi criado quedará curado». Esta confesión se fundamenta en la esperanza; brota de la confianza puesta en Jesucristo, y a la vez también de su sentimiento de indignidad personal, que le ayuda a reconocer su propia pobreza.
Afirmaba el Papa Francisco: «El Señor se maravilló de este centurión. Se maravilló de la fe que tenía. Por ello no sólo encontró al Señor, sino que sintió la alegría de haber sido encontrado por el Señor. ¡Es muy importante!»
Sólo nos podemos acercar a Jesucristo con una actitud humilde, como la del centurión, por eso meditamos:
- ¿Tengo la fe de ese centurión para poder decir: ‘una palabra tuya bastará para’: una palabra tuya bastará para alcanzar mi paciencia, una palabra tuya bastará para alcanzar la sanación física o espiritual de mi hijo, una palabra tuya bastará para alcanzar la reconciliación con esta persona de mi familia, una palabra tuya bastará para yo encontrar esa paz que tanto anhelo. Una palabra tuya.
- ¿Cómo me preparo en este Adviento; qué espero dar en este Adviento? Esperar y recibir; ahí está la clave de este período.
Así podremos vivir la esperanza del Adviento: esperanza de salvación y de vida, de reconciliación y de paz. Solamente puede esperar aquel que reconoce su pobreza y es capaz de darse cuenta de que el sentido de su vida no está en él mismo, sino en Dios, poniéndose en las manos del Señor. Acerquémonos con confianza a Cristo y, a la vez, hagamos nuestra la oración del centurión, así también sigamos orando, como nos lo pidió este Pontífice, por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza:
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2025-12-01
- Libro La Buena Noticia de Cada Día
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- https://www-bible-com.translate.goog/reading-plans/3152-advent-catholic-reflections/day/2?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=rq&_x_tr_hist=true#
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://evangeli.net/evangelio/dia/2025-12-01
- https://www.evangelizacion.org.mx/evangelio-de-hoy
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
Palabra de Vida Mes de Diciembre «Los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios» (Is 52, 10). https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2025 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.