Muchos años hemos colaborado y asistido a la tradición del Huerto.
Será bueno preguntarnos qué significado tiene esta tradición. Toda tradición tiene sus raíces en un pasado, donde las personas le otorgaron un sentido identitario, y sus seguidores se convencieron de que valía la pena promoverla.
Una tradición puede mantenerse o perderse en el tiempo, según las dinámicas sociales y económicas, y el compromiso que tengan las personas para su conservación y promoción entre los suyos.
La tradición se practica, se reproduce, se añora, se quiere, y se recomienda su seguimiento a las nuevas generaciones; inclusive aunque no se conozca su origen.
De hecho, podría no ser necesario conocer el origen de una tradición para vivirla y promoverla, pero bajo el interés de estudiarla, resulta relevante profundizar en los elementos que contribuyeron a su nacimiento y su desarrollo a lo largo del tiempo, así como analizar los factores que han permitido su permanencia como parte de la historia familiar y comunitaria.
Una de las más ricas manifestaciones de devoción popular, de participación y de solidaridad en las personas que viven la Semana Santa es la construcción del denominado «Huerto», un espacio que las diferentes comunidades del país las parroquias mantienen vivo, a pesar de haber arrancado desde inicios del Siglo XX.
El huerto es una de las tradiciones centenarias que combina herencia indígena y española. Se trata de colocar productos agrícolas como ofrenda a Dios.
No se tienen datos disponibles sobre el origen de la tradición en Costa Rica, aunque se tienen algunos registros de que para inicios del siglo XX, la construcción del huerto era una actividad participativa y muy aceptada por los y las feligreses en Cartago, San José y Heredia. Verduras y animales se convierten en protagonistas del huerto de Semana Santa, una tradición que se celebra desde inicios del siglo XX y refleja el mestizaje de nuestra identidad como ticos.
El huerto conmemora el momento en que Jesús sube al monte de Getsemaní o Huerto de los Olivos para orar antes de su arresto y crucifixión.
Usualmente, para simular el paisaje montañoso, se utilizan bambú y ramas de uruca. Sobre el suelo, cerca de la tierra, se colocan frutas y verduras, así como conservas y otros alimentos, a modo de ofrenda.
Es aquí donde se refleja las raíces indígenas de los ticos pues las culturas precolombinas presentaban ofrendas a sus dioses en agradecimiento por las cosechas y pedían por el nuevo año. Esta tradición fue adaptada por los españoles a la práctica de Semana Santa: el huerto conmemora el momento en que Jesús sube al Huerto de los Olivos.
Los costarricenses colocan frutas, verduras, maíz, entre otros, en altares ubicados en las ciudades. Normalmente estas ofrendas se llevan a cabo entre martes y Viernes Santo.
Por su parte, costumbres religiosas traídas por los conquistadores españoles se manifiestan en la celebración católica para la Semana Santa y la práctica de elaboración del huerto, en recordación del pasaje bíblico relacionado con la oración de Cristo en el Huerto de los Olivos”, explica Patricia Sedó, investigadora de la Universidad de Costa Rica (UCR), en su libroFestividades con encanto tico .
Las ofrendas de conservas de toronja y chiverre, así como el arroz con leche y los panes, también poseen herencia española. “De la cocina española heredamos ingredientes y técnicas de preparación complejas como la dulcería, la panadería y la repostería que, a su vez, facilitaron la incorporación de alimentos de nuestras tierras, como maíz, cacao y chiverre”, apuntó Sedó.
En el vergel más tradicional, la figura central recae en el Señor del Huerto, imagen religiosa de Cristo que generalmente viste una túnica blanca sujeta con un cordón dorado y un manto de color verde o morado.
Alrededor de este se colocan frutas y verduras, así como carretadas de leña y racimos de plátanos, pejibayes y ramilletes blancos de flores de itabo.
Incluso se pueden poner utensilios agrícolas, como machetes con su vaina de cuero, artesanías y artículos religiosos como escapularios, estampas con representaciones del viacrucis y medidas, las cuales son cintas moradas o blancas de 25 centímetros de longitud que las personas pueden comprar como reliquias.
También son comunes los animales de granja, como terneros, gallinas, cabras y cerdos.
Los “gallos de pasión” representan al gallo que ya había cantado dos veces cuando se da la tercera negación del apóstol Pedro al preguntársele por Jesús.
“Como tradición, uno de los gallitos de pasión era dejado como mascota para el cura párroco; este generalmente era recogido una vez que el huerto se cerraba, el viernes, después de la procesión del Santo Encuentro”, destaca Sedó en su libro.
Las ofrendas del huerto son vendidas para impulsar las obras parroquiales, o bien, se acostumbra donar los víveres a familias de escasos recursos de la comunidad.
“La elaboración de huertos es una práctica comunitaria que está en vías de extinción. A pesar de ello, las parroquias más alejadas se resisten a abandonar la práctica de hacer su huerto, puesto que representa un espacio para compartir en grupo”, señala la investigadora de la UCR.
Desde el 2010, y con el afán de conservar la tradición, la Municipalidad de San José y la catedral metropolitana construyen en el parque Central un huerto con las donaciones de los comerciantes.
Bibliografia
- https://www.nacion.com/el-pais/patrimonio/huerto-de-semana-santa-refleja-el-mestizaje-de-ticos/5MWJZW2FENGFHOLY7DW24OYGQU/story/
- https://www.puravidauniversity.eu/blog/pura-semana-santa/
- https://amprensa.com/2017/04/el-huerto-tradicion-de-semana-santa-que-se-mantiene-viva-desde-inicios-del-siglo-xx/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.