?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Sab 3, 1-9
- Sal 24
- Rom 6, 3-9
- Mt 25, 31-46
La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.
Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
No así, el culto a la Santa Muerte que se ha extendido de tal forma en México que quienes lo profesan han decidido no ocultar más su fervor y han puesto altares en la calle para que cualquiera que requiera su ayuda pueda invocarla.
Sus promotores la presentan como una «entidad espiritual» que ha existido siempre, desde el principio de los tiempos hasta nuestros días, por lo que maneja una energía denominada «energía de la muerte», capaz de materializarse en una figura, que
La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.
Esta falsa devoción la permite, favorece y promueve una agrupación no-católica que se autonombra “Iglesia Católica Tradicional MÉX-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús”. Es un grupo tradicionalista, que se opone a las reformas del Concilio Vaticano II y a la autoridad del Papa. Este grupo religioso no está en comunión con la Iglesia Católica ni con la Santa Sede, como podría desprenderse del nombre que ostenta. Ni tampoco son una congregación religiosa católica, como parece sugerir el nombre “Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús”. Sus ministros de culto no son sacerdotes católicos, y el arzobispo David Romo Guillén -lider del grupo- no es reconocido por el Papa Juan Pablo II. Hasta este momento ignoramos si son válidas sus ordenaciones sacerdotal y episcopal y quién las realizó.
En todas las vidas hay un fin”, destaca el Papa, este “es un pensamiento que no nos gusta tanto”, “se cubre siempre” pero “es la realidad de todos los días”. Pensar en “el último paso” es “una luz que ilumina la vida”, “es una realidad que debemos tener siempre ante nosotros”.
Dejar la fe como herencia, esto es lo que nos enseña David, y muere así, sencillamente, como todos los hombres. Pero sabe bien que aconsejar a su hijo y cuál es la mejor herencia que le deja: no el reino, sino la fe”.
Nos hará bien, plantearnos una pregunta, indica el Papa, “¿cuál es la herencia que yo dejo con mi vida?”: “¿Dejo la herencia de un hombre, una mujer de fe? ¿A los míos les dejo esta herencia? Pidamos al Señor dos cosas: no tener miedo de este último paso, como a hermanita de la audiencia del miércoles, ‘estoy terminando mi camino, comienzo otro’. No tener miedo. Y la segunda, que todos podamos dejar, con nuestra vida, como mejor herencia la fe, la fe en este Dios fiel, este Dios que está a nuestro lado siempre, este Dios que es Padre y que no decepciona nunca”.
“Pidamos hoy al Señor que nos conceda la gracia de no perder nunca la memoria – invoca el Papa Francisco – de no ocultar nunca nuestra memoria, la memoria de una persona, la memoria de una familia, la memoria de un pueblo. Que nos conceda la gracia de la esperanza, porque la esperanza es un don suyo: saber esperar, mirar al horizonte, no permanecer cerrados frente a un muro. Siempre mirar al horizonte y esperar. Y nos dé la gracia de comprender cuáles son las luces que nos acompañarán en el camino para no equivocarnos, y así llegar a donde nos esperan con tanto amor”.
Mes de noviembre
Ayuda espiritual
/Procura trabajar por tu progreso espiritual asistiendo a Retiros o Estudios Bíblicos. Busca un Sacerdote o un Laico comprometido para que se conviertan en tu director espiritual para que guíe tus acciones o te dé una palabra de consuelo cuando lo necesites.
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.