En una postal que me llegó un día de estos decía: “Todos dejan huella en nuestra vida. Unos dejan obras de arte y otros garabatos” y su comentario me encantó por lo que lo comparto como introducción a este tema. Con esto, hay 3 preguntas, que me hago de forma particular. La primera es ¿Qué tipo de huella estoy dejando en mi senda de vida??? La segunda ¿Es la más adecuada, me siento bien con ella??? Y la más importante, ¿Agrado a Dios con esa manera de ser??? La verdad, todas y cada una de esos cuestionamientos, me producen un sinnúmero de incognitas, y no atino a contestarlas del todo. De lo único que si puedo estar seguro, es que trato de ser una mejor versión de mi mismo, todos los dias, y a cada instante, aunque, … no he de negarlo, la mayoría del tiempo falle, pero no por eso, hay que darse por vencido.
No se si te haz dado cuenta, pero Dios no te da el juego armado ni el tutorial paso a paso que debes seguir. El te da “señales” para que disciernas y tomes el camino que responde a su voluntad.
A veces las señales son muy claras, pero en otras ocasiones te puedes tardar años en detectarlas. Así como también las señales pueden ser muy evidentes, pero simplemente no las logras ver. Creo que unas señales importantes que nos da son la Inisistencia, la Persistencia y la Perseverencia.
Quisiera aclarar los conceptos, pues solemos confundirlos.
- Según el Diccionario de la Real Academia Española: Perseverar, del latín PERSEVERARE, es “Mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opción”. Persistir, es mantenerse firme y constante en una manera de ser o de obrar. E Insistir, del latín INSISTERE, es “Persistir insistentemente en algo. Repetir o hacer hincapié”. Podemos ver entonces que la diferencia entre perseverancia e insistencia subyace en la capacidad de ver las señales, de estar alerta para captar los cambios, de abrirse a percibir nuevas posibilidades.
Insistimos cuando intentamos lograr algo de la misma forma que siempre, utilizando las mismas herramientas, desarrollando iterativamente las mismas acciones, apelando a las mismas personas, golpeando las mismas puertas.
- En la Biblia: Perseverar, Seguir.
Cabe aclara que en la biblia, insistir y persistir, se traducen con el verbo perseverar, 2Ti 3:14 pero persiste tú en lo que has aprendido.
El significado bíblico de insistir es una cuestión interesante que nos permite profundizar en la comprensión de la fe y el propósito divino. . La palabra “insistir” tiene su origen en el latín “insistere”, que significa “permanecer firme o persistir” En el contexto bíblico, esta palabra adquiere un significado aún más profundo.
En la Biblia, el acto de insistir implica una determinación inquebrantable y una fe inquebrantable en Dios. Es un llamado a mantenerse firmes en la fe, incluso cuando enfrentamos adversidades y pruebas. Insistir en la Biblia implica perseverar en la oración, confiar en la voluntad de Dios y no darse por vencido en medio de las dificultades.
Una de las claves que Jesús nos enseñó sobre pedir es ser insistentes, incluso inoportunos. ¿Te parece extraño? Podría sonar exagerado, pero es lo que leemos en las Escrituras.
Para esto, usa una parábola provocadora (Lucas 11,5-13)
Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: `Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: `No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, se levantará para que deje de molestarle y le dará cuanto necesite.
El vecino de la parábola no quería levantarse, no quería abrir la puerta, pero el hombre consiguió lo que pedía. Lo mismo sucedió con la mujer que clamaba por la sanidad de su hija. A veces, cuando lo que deseamos tarda en llegar, nos conformamos y decimos: “Es la voluntad de Dios que no lo obtenga”, pero ¡no es así! ¿Dónde aprendiste a orar de esa forma conformista si Jesús nos pide que insistamos?
El Papa Francisco al comentar este texto, nos dice que Jesús quiere enseñarnos a orar e insistir en la oración».
Y aunque muchas veces nos parezca que nuestras oraciones no obtienen resultados, “podemos estar seguros de que Dios responderá”:
«La oración cambia la realidad, y nos cambia también a nosotros. Es, ya desde ahora, la victoria sobre la soledad y la desesperación; un camino que nos lleva a Dios, nuestro Padre, que espera todo y a todos con los brazos abiertos».
Es poderoso insistir porque demuestras tu fe.. Si insistes por tu familia, por tu economía, por tu sanidad, ¡verás milagros! Hay que aprender a ser insistentes y molestos para pedirle a Dios.
Te aseguro que Jesús enseñaba esto porque lo vio en las experiencias del Padre. Recordemos lo que sucedió con Abraham, quien literalmente regateó con Dios hasta que logró que salvara a Lot, ya que sabía que en Sodoma realmente no había muchos hombres justos a quienes salvar. Abraham fue insistente, molesto, pero respetuoso, nunca exigió ni tuvo una actitud prepotente, se acercó con humildad y honra. ¡Esa es la actitud que debemos imitar!
¿Quieres otro ejemplo? Veamos lo que sucedió con la mujer cananea. (Mateo 15:21-28) La primera vez, Jesús ni le respondió, luego le dijo que no; a la tercera insistencia de ella, Jesús le dijo que no era correcto que le concediera lo que pedía, pero al final, ¡la cananea obtuvo lo que necesitaba de parte de Dios!
Los hombres de fe son los que insisten con esa santa terquedad de la que nos han hablado. Tu fe debe aumentar para llegar a ser insistente o debes insistir hasta que tu fe se fortalezca para creer que Dios desea darte todo aquello que es bueno, santo y perfecto. Debemos clamar de día y de noche por ver a nuestra familia unida, por ver restaurado un matrimonio, por obtener la sanidad y la prosperidad que anhelamos, y te aseguro que pasaremos de una negativa a escuchar que nuestro Padre nos dice: “Haré lo que tú quieras”. Debes repetirle tu necesidad a cada momento, pero con fe, con la certeza de que recibirás, así verás cumplidas Sus promesas en tu vida.
Que no se ponga el sol sin que le pidas a Dios por lo menos quince veces lo que necesitas. Si somos insistentes con nuestro padre terrenal, ¿por qué no serlo con nuestro Padre celestial? No cometas el error de pensar que una respuesta negativa es lo que escucharás, dile: “Padre, así como esa viuda obtuvo justicia, estoy seguro de que me responderás. He aprendido a orar como Jesús enseñó, desde ahora seré molesto, insistente, con respeto, pero insistente. Te pido que me des todo lo que necesito, sanidad para mi familia y bendición que sobreabunde. Gracias, Padre, te doy toda la gloria y la honra por lo que harás en mi vida”.
¿Cómo aplicar la enseñanza de Jesús a nuestra realidad? ¿Qué significa esto para hombres y mujeres del s. XXI que tienen familia, trabajo, estudios, horas en el tráfico, mil y un ocupaciones? Tal vez lo primero sea darle a Dios la primacía real —no sólo teórica— en nuestra vida, particularmente cultivando con Él una relación de amor que esté por encima de todo lo demás y que sustente y se exprese en todo lo que somos y hacemos. Significa, por tanto, “frecuentar” al Señor, vivir en su presencia, ofrecerle lo que hacemos y consagrarle nuestras intenciones. Todo ello, necesariamente, tendrá consecuencias prácticas que tenemos que aprender a discernir y poner por obra. Y significa también, como dice el Catecismo, hacernos los espacios en el día y en la semana para dedicarlos «con particular dedicación» a la oración.
Precisamente en relación a la necesidad de esta «particular dedicación», la indicación de Jesús a no desanimarnos es muy reconfortante. ¿Cuántas veces nos encontramos con obstáculos que dificultan nuestra vida de oración y pueden llegar a desalentarnos? El Señor conoce nuestras luchas y dificultades y nos alienta a no caer en el desánimo. Desde el realismo de la fe y la esperanza, el Catecismo nos exhorta a considerar que la vida de oración implica también un esfuerzo y un combate. «La oración —nos dice— es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y los santos con Él nos enseñan que la oración es un combate» (n. 2725).
Este combate por rezar siempre y sin desanimarnos se funda en la fe. Esto es muy importante. Nuestra oración es un acto fundamental que realizamos como creyentes. La última frase del Evangelio en la que Jesús se pregunta si al venir nuevamente encontrará fe sobre la tierra, ¿no nos ayuda a tomar consciencia de la importancia de la fe para nuestra vida de oración? Ciertamente sí. La fe es la atmósfera en la que podemos respirar por medio de la oración. Por la fe sabemos que Jesús está siempre con nosotros y que, como dice el Apocalipsis, está a la puerta de nuestro corazón dispuesto a entrar en nuestro interior (ver Ap 3,20).
¿Quieres ver un milagro? Insiste, clama todos los días como esa viuda delante del juez que la atendió e hizo justicia porque ella le era molesta (Lucas 18:1-8). La enseñanza que el Señor Jesús nos da con la parábola de la insistente viuda nos pone ante la realidad de nuestra vida de oración. ¿Rezamos? Si lo hacemos, ¿cuándo, cómo? Si no lo hacemos, ¿qué nos detiene? ¿Qué obstáculos encontramos?
Es posible que con el sistema judicial algunos de nosotros hayan tenido experiencias parecidas a las de la viuda persistente. Varios eventos recientes han hecho resaltar todavía más las disparidades en experiencias de interacción con el cuerpo policiaco y con el sistema judicial, experiencias que discurren a lo largo de líneas racializadas. Así que, muchos no confían en que el sistema judicial pueda proporcionar la justicia que estamos procurando. Pero, a fin de cuentas, esta parábola nos recuerda que debemos confiar en que Dios habrá de traer su justicia a la tierra.
Esto no significa que no debamos procurar la justicia diligentemente como embajadores de la misericordia y la paz de Dios. Es todo lo contrario. Esta parábola habla de aquellas características de la resiliencia que se desarrollan cuando decidimos no rendirnos nunca, aun ante los obstáculos insuperables que enfrentamos. La resiliencia es la fuerza de carácter para seguir perseverando, aun cuando nos topemos con los desafíos. La resiliencia puede crecer o desarrollarse al igual que un músculo.
La resiliencia se manifiesta individual y colectivamente. Cuando hablamos de la resiliencia y la constancia, hay que recordar que la resiliencia se puede manifestar en el ámbito individual al alentarnos a nosotros mismos. Usted puede hallar dentro de sí mismo las fuerzas que necesita para seguir marchando, aun cuando parezca que tiene todas las probabilidades en su contra. Es por esto que Jesús narra la historia «para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse». La oración cultiva la perseverancia. Y además, en usted mora el Espíritu de Dios, el cual intercede por usted.
También se puede experimentar la resiliencia en la comunidad. Consiste en la idea de que aquellos que están de parte suya y que conozcan su historia pueden venir a apoyarle mediante la oración, mediante las palabras de aliento, y mediante el venir físicamente para ayudarle a atender sus necesidades.
El juez de la parábola no representa a Dios, puesto que el juez es injusto y no le interesa saber qué necesita esta viuda. Jesús dijo esta parábola a sus discípulos para ayudarles a entender que, si este juez injusto por fin atiende la petición de la mujer y le hace justicia, ¿cuánto más un Dios amoroso y justo contestará las peticiones de sus hijos cuando le piden ayuda?
La viuda persistente es un ejemplo de los oprimidos y los marginados en nuestra sociedad. El juez representa a los poderes terrenales del privilegio que se interponen en el camino de aquellos que buscan la justicia y la equidad. La persistencia y la resiliencia de la viuda ilustran la necesidad de que nos presentemos ante Dios —quien pelea por la justicia en representación de nosotros—, y la necesidad de que procuremos la justicia en los canales terrenales. Tal vez no lleguemos a ver el cuadro completo de una sociedad justa durante nuestra vida, pero podemos seguir orando, buscando, tocando la puerta y pidiendo a Dios que se haga justicia en todas las áreas de nuestras vidas.
Así como el atleta olímpico que se lesiona en una carrera, y se levanta y sigue corriendo hasta llegar a la meta, así también debemos «orar hasta que algo suceda». El que Dios se «retrase» no quiere decir que vaya a denegarle su petición. Aunque no haya recibido lo que necesita, el hecho de que usted se levanta para ver un nuevo día le da una nueva oportunidad para perseverar en su petición. Es posible que no ganemos en cada una de las batallas que libremos en esta vida, pero con Dios a nuestro lado, y por causa de un la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, tendremos la victoria suprema. Esa victoria la disfrutaremos parcialmente en esta vida, pero plenamente en la vida por venir.
La viuda no tenía a nadie que abogara por ella, lo cual la dejó en una situación desesperada. Sin embargo, en vez de rendirse, ella fue incansable en su búsqueda de la justicia. El juez injusto finalmente le concedió lo que pedía porque sabía que ella no dejaría de presentarse ante él hasta que recibiese justicia. La resiliencia se manifiesta tanto en el ser como en el hacer. La resiliencia es mucho más que algo que uno hace; es algo que uno es. Es comprender que nuestras fuerzas vienen del poder del Espíritu de Dios que mora en nosotros. Es el núcleo interno de fortaleza desde el cual proviene nuestra acción en el mundo. Al mismo tiempo, una vez que se aprenda a ser resiliente, uno podrá estar sentado en medio de una tormenta y quedarse quieto.
Vamos a reflexionar también en el perseverancia, pues me parece importante para llevar a feliz termino nuestro objetivos. Esa firmeza y constancia en la manera de ser o de actuar y una capacidad que nos acerca a nuestros objetivos. Un concepto, sin duda, directamente ligado con el de resiliencia. La persona perseverante no conoce límites; es decidida y continúa luchando hasta que consigue lo que se propone, siempre dentro de unos parámetros realistas. No obstante, aunque pelee contra viento y marea para alcanzar el éxito, únicamente lo logra a través de medios lícitos con esfuerzo, voluntad, fortaleza y, sobre todo, una gran dosis de paciencia.
La perseverancia no solo sirve para cumplir nuestros sueños, sino también para ayudar a levantarnos en los momentos difíciles, en los que no encontramos fuerzas para seguir adelante. Esta cualidad permite que las personas no abandonen aquello que se proponen ante la primera dificultad o sobresalto.
A lo largo de su ministerio, el Señor Jesucristo vio cómo multitudes le seguían. Pero también observó cómo “muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él” (Jn. 6:66). Éstos eran el grano de semilla que, sembrado en pedregales, brotó pronto prometedoramente, pero “cuando salió el sol se quemó” porque apenas tenía raíces (Mt. 13:5-6).
La experiencia ha mostrado que una de las virtudes más difíciles de mantener es la perseverancia, especialmente en el discipulado cristiano. Muchos creyentes son capaces de auténticas proezas en un momento dado, pero carecen de la energía suficiente para perseverar.
El Papa Francisco ha querido apuntar que “la perseverancia: es construir el bien cada día. Perseverar es permanecer constantes en el bien, especialmente cuando la realidad circundante empuja a hacer otra cosa” refiriéndose, a esa tentación de dejarnos abatir por unas circunstancias aparentemente adversas.
El Papa ha animado a hacer un breve examen personal de nuestra perseverancia “Preguntémonos: ¿cómo va mi perseverancia? ¿Soy constante, o vivo la fe, la justicia y la caridad según el momento, es decir, si me apetece, rezo, si me conviene, soy justo, servicial y atento, mientras que, si estoy insatisfecho, si nadie me lo agradece, dejo de hacerlo? En resumen, ¿mi oración y mi servicio dependen de las circunstancias o de un corazón firme en el Señor?” y ha concluido su alocución afirmando que “la perseverancia es el reflejo del amor de Dios en el mundo, porque el amor de Dios es fiel, nunca cambia”.
En una una parte de un artículo de Luis Galindo, conferencista motivación al español, que dice: “Y, para acompañar esta reflexión, nada mejor que una historia, ¿verdad? La fábula ‘Inocente o culpable’ nos habla de insistir, sí, de insistir y persistir hasta el final.
“Cuentan que hace mucho tiempo, en la época medieval, declararon culpable de un terrible crimen a una persona inocente. El verdadero autor del crimen era un hombre del reino muy poderoso, y consiguió que se buscara a otra persona a la que cargar con su delito. Como tenía mucha influencia, logró sobornar hasta al juez encargado de juzgar al pobre inocente, que era un hombre virtuoso y muy sabio.
El día del juicio, el hombre intentó defender su inocencia, aun sabiendo que todo aquello era una ‘pantomima’ y que tenía todas las de perder. Sin embargo, consiguió que el juez, ante la falta de pruebas del delito, dijera lo siguiente:
Está bien, para que todos vean que soy una persona justa, dejaré que los designios de Dios decidan si eres culpable o inocente. Escribiré las dos sentencias en dos papeles diferentes. Deberás escoger uno de ellos. Y Dios decidirá cuál debe ser tu destino.
El acusado se dio cuenta del engaño: el juez escribió en los dos papeles la palabra ‘Culpable’. Así, escogiera el papel que escogiera, siempre saldría el mismo veredicto.
El acusado cerró los ojos y respiró profundo. Se mantuvo así en silencio durante unos minutos. Los presentes en la sala comenzaron a inquietarse. En ese momento, el hombre tomó uno de los papeles y se lo tragó.
– Pero… ¿Qué hiciste, insensato? ¿Por qué te comiste el papel? ¿Cómo sabremos ahora cuál es el designio que escogiste?
– Muy fácil- dijo entonces el hombre- Mire lo que pone en el papel que quedó. Así sabremos cuál escogió Dios para mí.
Evidentemente, en el papel aparecía la palabra ‘Culpable’.
Intentando disimular su disgusto, las autoridades tuvieron que dejar libre al acusado, y nunca más volvieron a molestarle”
El acusado no desistió ni un momento y consiguió salvar su vida. ¡Menudo ejemplo!
Nunca, nunca hay que dejar de buscar la salida. ¿Os imagináis que el protagonista de la historia se hubiera dado por vencido? ¡Pero no lo hizo! ¡Claro que no! Empleó su inteligencia para conseguir salir de una situación injusta a la que le había enfrentado la vida. ¿Verdad que hay ocasiones en las que nos sentimos así? ¿Agobiados ante una situación a la que no le encontramos salida?
Me gustaría preguntaros, ante una situación de este tipo ¿Cómo reaccionáis? ¿Lo dais todo por perdido? ¿Creéis que ya no hay solución? O, por el contrario, ¿Os aferráis al último rayo de luz? ¿Pensáis el modo de salir de esta situación? ¿No dudáis en buscar ayuda?, pero, sobre todo, insistís, persistís, seguís mientras os quedan fuerzas…
No somos héroes, ¡claro que no! Y no os pido que lo seáis, pero todos pasamos por dificultades, de salud, de relaciones, económicas, en el trabajo… Por eso, cuando os encontréis ante algún problema, ante una situación a la que no le veis salida, me gustaría que echarais la vista atrás y recordarais esos ‘otros momentos difíciles’. Porque los ha habido. ¡Y los habéis superado! Con más o menos rasguños, pero más grandes, más listos, más maduros, aunque a veces no lo percibamos así.
Tropezar y volverse a levantar a veces agota, ¿verdad? Pero ¿de verdad que preferís quedaros en el frío suelo? ¡Espero que no!
Hay que ser muy fuerte para seguir cuando la vida te pone en este tipo de situaciones. Me gustaría daros algunas claves que yo utilizo y que me funcionan:
- Lo primero, analizar de la manera más objetiva posible la situación por la que estamos pasando. Intentemos ponernos las gafas de espectador para ver lo que estamos viviendo. Contemplando la dificultad desde fuera todo es más objetivo y puede encontrarse la solución más fácil, ¿verdad? Siempre nos es más fácil aconsejar a otra persona que a nosotros mismos. Por eso, es importante pararse e intentar descargar de emociones la situación.
- Después, olvidar los lamentos. No nos sirve de nada lamentarnos. Quejarnos no va a arreglar la situación. Vale que un primer lamento, espontáneo, es casi inevitable, pero ¡ya! ¿Para qué seguir quejándonos? Piensa cómo y qué puedes hacer para mejorar o solucionar lo que está pasando.
- Pongámonos manos a la obra. ¿Cómo voy a salir de esta situación? ¿Qué me ha llevado hasta aquí? ¿Qué pasos he dado? ¿Por qué estoy ahora así? Habrá factores internos y también externos. Está claro que contra los externos es más complicado luchar, pero podemos trabajar mucho los internos, los de que dependen de nosotros.
- ¿Necesitamos ayuda? Puede ser que en ese análisis objetivo de la realidad nos demos cuenta de que tenemos que contar con alguien que nos acompañe en el camino que nos permitirá salir de esta situación. ¡Pidámosla! Seamos humildes para pedir ayuda y demos ese paso que puede facilitarnos el camino.
- Y, por último, avancemos. No nos quedemos bloqueados, parados, … la vida es eso, tropezar, caer, levantarnos y ¡seguir! Como se pueda, pero siempre seguir con todo el entusiasmo posible porque, ¿os acordáis? Esto también pasará
En Heb 4, 12 el Señor nos dice que “la Palabra de Dios es viv y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón”. Hoy el Señor nos ha hablado de tres palabras, insistir, persistir y perseverar; tres señales co las que El no invita a mostrarlo para que como nos insta San Pablo en Rom 1, 16, “predicar el Evangelio es una fuerza para salvar a todos los que creen”. El nos necesita, nos ha elegido para misionar, para que hablemos de El, para mostrarlo al mundo en este momento de la historia de la salvación que nos ha tocado vivir.
Heb 10, 36 nos exhorta para continuar, “ustedes necesitan perseverar para que,después de haber cumplido laVoluntad de Dios, reciban lo que El nos ha prometido”.
El llamado es entonces, a insistir, persistir y perseverar, El es nuestra Luz, El es nuestra salvación. Esperemos en el Señor. Tengamos confianza, no caminamos en tinieblas.
Canción
https://youtu.be/SYVYPbg4b04?si=ELsM5ujI0oN2cIKV
Fuentes:
https://omnesmag.com/actualidad/papa-angelus-13-noviembre-22/
https://es.catholic.net/op/articulos/71562/cat/331/la-insistencia-de-dios.html#modal
¡Sé molesto!Casa de Dioshttps://casadedios.org › ensenanzas › se-molesto
Resiliencia: Entrenar la perseverancia, un gran valor de …HOLAhttps://www.hola.com › Estar bien
Cómo usar la perseverancia ahora para ser más resilientes361 Gradoshttps://361grados.net › Blog
https://pensamientocristiano.com/Mes/200203.shtml
https://diccionariobiblico.org/llamado
https://luisgalindo.com/2021/11/25/insistir-siempre-nunca-te-des-por-vencido-sigue-adelante/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.