En la reflexión anterior hablamos que el pensamiento sacramental es una forma de comprensión típicamente cristiana que quiere expresar que una realidad o un acontecimiento, encierra algo más profundo que lo que aparece en la superficie y que decir que la Iglesia es un misterio, equivale a decir que es un sacramento, el gran sacramento que contiene y vivifica a todos los demás; el sacramento de Jesucristo, al igual que Jesucristo, por su humanidad, es el sacramento de Dios.
La Iglesia, sacramento de salvación, se edifica y se nutre con los sacramentos. Decir que la Iglesia es sacramento es afirmar que en ella se realiza la salvación en forma visible y eficaz, comunitaria e histórica.
Que cada sacramento representa una oportunidad para el encuentro personal con Jesús, y nuestros encuentros sacramentales con Jesucristo fortalecen la fe que celebrados dignamente.
Los sacramentos confieren la gracia que significan y cada Sacramento debe contener materia y forma.
Hoy vamos a iniciar haciendo una diferencia entre sacramentos y sacramentales que me parece importante para nuestra formación.
En la religión católica, la diferencia entre los Sacramentos y los Sacramentales radica en que los primeros fueron instituidos por Cristo y los segundos por la iglesia, siendo estos últimos, Signos Sagrados mediante los cuales se obtienen efectos espirituales por intercesión de la iglesia.
Estos signos deben tratarse con respeto, algunos de ellos son las bendiciones, que son el medio en que los sacerdotes encomiendan a los fieles con Dios y éstos a sus hijos y el agua bendita que se utiliza principalmente en el Sacramento del Bautismo y en rituales religiosos para bendecir objetos y personas.
Otros objetos dentro de este grupo son las medallas, que expresan la confianza en Dios y la aceptación del cuidado de la Virgen o de los Santos; el pan bendito que se reparte el Jueves Santo al final de la Misa, como un recordatorio de la celebración de que Jesús dio su Cuerpo como Pan de Vida.
La ceniza impuesta el Miércoles al iniciar la Cuaresma, como símbolo de arrepentimiento y conversión también forma parte de ellos, así como las palmas llevadas a casa el Domingo de Ramos, recordando que Jesús es bienvenido en nuestro hogar como Salvador.
Asimismo, en este rubro se encuentran los escapularios, que comprometen a quienes los portan a cumplir con los deberes religiosos de la orden a la que pertenecen; el crucifijo que ayuda a reflexionar sobre el sacrificio que hizo Jesús en la Cruz; los cirios, velas y veladoras que se usan en la liturgia o en la oración, representando a Jesucristo como la Luz del Mundo y el Santo Rosario que es el más poderoso de los Sacramentales, mediante el cual los fieles hacen oración, entre otros más.
Los Sacramentos por su parte, provienen de la Gracia Divina
Reconocemos que los sacramentos tienen una realidad visible e invisible, una realidad abierta a todos los sentidos humanos, pero comprendidos por los ojos de la fe en la profundidad que Dios les da. Cuando los padres abrazan a sus hijos, por ejemplo, la realidad visible es el abrazo. La realidad invisible del abrazo expresa amor. No podemos “ver” el amor que expresa el abrazo, aunque a veces vemos el efecto emocional en el niño.
La realidad visible que vemos en los sacramentos es su expresión exterior, la forma que toman y el modo en que se administran y se reciben. La realidad invisible que no podemos “ver” es la gracia de Dios, su iniciativa generosa de redimirnos por la muerte y resurrección de su Hijo. Esta iniciativa se llama gracia porque es el don gratuito y amoroso por el que Dios ofrece a su pueblo el compartir en su vida, y muestra su favor y voluntad de nuestra salvación. Nuestra respuesta a la gracia de la iniciativa de Dios es en sí misma una gracia o don de Dios por la cual podemos imitar a Cristo en nuestras vidas diarias.
Las palabras y obras salvadoras de Jesucristo son el fundamento de lo que nos comunicaría en los sacramentos a través de los ministerios de la Iglesia.
Cada uno de los sacramentos es un signo de Dios presente en nuestras vidas.
Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos.
¿PORQUÉ 7 SACRAMENTOS?
Porque 7 son las etapas de la vida. Catecismo de la Iglesia Católica (CIC n. 1210). Hay aquí una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual (cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 65, a.1, c).
Veamos:
1. En la vida natural hay que nacer: En la vida sobrenatural hay que nacer del agua y del espíritu. Nuestra madre la Iglesia nos engendra por el Bautismo.
2. En la vida natural hay que crecer y dar fruto: En la vida sobrenatural la Confirmación lleva a su desarrollo y hace fructificar esa vida recibida en el Bautismo.
3. Para vivir es necesario alimentarnos: En la Eucaristía Cristo, el Pan de Vida, nos nutre con su cuerpo y su sangre.
4. En la vida natural enfermamos y necesitamos medicina para recuperar la salud: En la vida sobrenatural Jesucristo, médico de las
almas. Se nos ofrece el sacramento de la Reconciliación para sanar las heridas del pecado.
5. En la vida natural buscamos formar un hogar: En la vida sobrenatural Cristo quiere que los esposos se amen como El ama a su Iglesia. Para eso instituyó el Matrimonio.
6. En la vida natural necesitamos de una autoridad que ordene la vida social: En la vida sobrenatural el Reino de Cristo en este mundo exige una autoridad, unos pastores que apacienten las ovejas de Cristo, para ello Cristo instituyó el Sacerdocio.
7. La vida natural llega a su ocaso y morimos: La Unción de los Enfermos nos conforma con la muerte y resurrección de Cristo. Ahora se administra, no solo en los momentos de peligro de muerte, sino como unción en la enfermedad
LOS SACRAMENTOS EN LA BIBLIA
SIETE PRUEBAS DE LA FE
Bautismo.
“Y acercándose Jesús les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id pues y enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Mateo 28,18-19.
Confirmación.
“Cuando los apóstoles oyeron cómo había recibido Samaria la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan, los cuales bajando, oraron sobre ellos para que recibiesen el Espíritu Santo, pues aún no había venido sobre ninguno de ellos; sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo“. Hechos 8, 14-17.
Eucaristía.
“Tomando pan se los dio diciendo: ´Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros, haced esto en memoria mía.´ Así mismo el cáliz… diciendo: ´Este es el cáliz de la Nueva Alianza en mi sangre que es derramada por vosotros´ “. Lucas 22, 19-20.
Confesión.
“Diciendo esto sopló y les dijo: ´Recibid el Espíritu Santo, a quien perdonéis los pecados les serán perdonados, a quien se los retuviereis, les serán retenidos´ “. Juan 20, 22-23.
Unción de los enfermos.
“¿Alguno entre vosotros enferma? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con el óleo en el nombre del Señor“. Santiago 5,14.
Sacerdocio.
“Les constituyeron presbíteros en cada iglesia por la imposición de las manos, orando y ayunando y los encomendaron al Señor”. Hechos 14, 23.
Matrimonio.
“En cuanto a los casados, el precepto no es mío sino del Señor, que la mujer no se separe del marido y de separarse, que no vuelva a casarse o se reconcilie con el marido y que el marido no repudie a su mujer“. 1 Corintios 7, 10-11.
Los sacramentos de iniciación
La iniciación cristiana es el proceso de convertirse en miembro de la Iglesia Católica. Los sacramentos de Bautismo, Confirmación y Eucaristía nos introducen en la Iglesia.
CC 1229 Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística.
1230 Esta iniciación ha variado mucho a lo largo de los siglos y según las circunstancias. En los primeros siglos de la Iglesia, la iniciación cristiana conoció un gran desarrollo, con un largo periodo de catecumenado, y una serie de ritos preparatorios que jalonaban litúrgicamente el camino de la preparación catecumenal y que desembocaban en la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana.
1231 Desde que el Bautismo de los niños vino a ser la forma habitual de celebración de este sacramento, ésta se ha convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la catequesis.
1.- El Bautismo.
CC 1213 El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu (“vitae spiritualis ianua“) y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión
1214 Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa “sumergir”, “introducir dentro del agua”; la “inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como “nueva criatura” (2 Co 5,17; Ga 6,15).
1215 Este sacramento es llamado también “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo”(Tt 3,5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual “nadie puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5).
1216 “Este baño es llamado iluminación porque quienes reciben esta enseñanza (catequética) su espíritu es iluminado” (San Justino, Apología 1,61). Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, “la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1,9), el bautizado, “tras haber sido iluminado” (Hb 10,32), se convierte en “hijo de la luz” (1 Ts 5,5), y en “luz” él mismo (Ef 5,8):
Por el Bautismo, Dios nos da el DON, el regalo, de ser hijos de Él, dándonos su mismo Espíritu, para que habite en nosotros. A partir de ese momento Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, habitarán en el bautizado.
La materia que se utiliza en el Bautismo es el agua natural.
La forma son las palabras que dice el ministro: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, las cuales deben pronunciarse al mismo tiempo que corre el agua.
El ministro normalmente es el sacerdote. En caso de necesidad, es decir, cuando un niño o un adulto se encuentra en peligro de muerte y no es posible que el sacerdote esté presente, lo puede administrar cualquier persona, siempre y cuando tenga la intención de hacerlo y use la materia y la forma correspondiente. Y hay que notificar a la parroquia para que quede registrado y, en caso de que viva, para que pueda recibir la ceremonia del Bautismo solemne.
Cuando no se sabe si la persona que se va a bautizar está viva o muerta, antes de decir la forma se añaden las siguientes palabras: ”Sí estás vivo, yo te bautizo ………… “.
El sujeto es toda persona que no haya sido bautizada:
Adultos: se necesita tener la intención de recibir el Bautismo, que tengan fe, y que estén arrepentidos de sus pecados.
Niños: los padres tienen la obligación de bautizar a sus hijos lo antes posible después de su nacimiento. Es derecho de los hijos el recibir de sus padres todos los dones y valores para su desarrollo humano y cristiano, el Bautismo es el don más preciado que tienen los padres, “el don de la vida de gracia”. Así como se les registra para que obtengan sus derechos, se les debe hacer hijos de Dios, hacerlos partícipes de la fe de sus padres, que es lo más importante, haciéndolos cristianos.
Requisitos para el Bautismo:
Los padres tienen la obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas. Cuanto antes después del nacimiento e incluso antes de él, acudan al párroco para pedir el sacramento para su hijo y prepararse debidamente. (CIC 867)
Sólo los papás tienen el derecho de llevarlos a bautizar.
En caso de adultos manifestar su deseo de bautizarse y asistir a pláticas de preparación.
Presentar el acta de nacimiento ante el sacerdote o su representante.
Tomar las pláticas prebautismales los papás y los padrinos.
Padrinos: son aquellos que presentan en la Iglesia al bautizado, contestan en su nombre y asumen la responsabilidad de la educación cristiana del bautizado si faltan sus padres. Se requiere de un padrino y una madrina en caso de los niños. En el caso de un adulto debe de ser uno solo, que debe de vigilar que lleve una vida cristiana después de ser bautizado. Ser padrinos no implica asumir responsabilidades materiales.
Requisitos para ser padrinos: Ser bautizado y tener la intención de asumir las responsabilidades, tener uso de razón, haber cumplido 16 años, estar confirmado, haber hecho su Primera Comunión y llevar una vida de fe. Los padrinos han de ser solteros o casados por la Iglesia. No pueden vivir en unión libre, ya que deben de ser modelos de vida cristiana para los ahijados.
Estructura pedagógico-religiosa: CC1234 El sentido y la gracia del sacramento del Bautismo aparece claramente en los ritos de su celebración. Cuando se participa atentamente en los gestos y las palabras de esta celebración, los fieles se inician en las riquezas que este sacramento significa y realiza en cada nuevo bautizado.
1235 La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz.
1236 El anuncio de la Palabra de Dios ilumina con la verdad revelada a los candidatos y a la asamblea y suscita la respuesta de la fe, inseparable del Bautismo. En efecto, el Bautismo es de un modo particular “el sacramento de la fe” por ser la entrada sacramental en la vida de fe.
1237 Puesto que el Bautismo significa la liberación del pecado y de su instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el candidato. Este es ungido con el óleo de los catecúmenos o bien el celebrante le impone la mano y el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será “confiado” por el Bautismo (cf Rm 6,17).
1238 El agua bautismal es entonces consagrada mediante una oración de epíclesis (en el momento mismo o en la noche pascual). La Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo, el poder del Espíritu Santo descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados con ella “nazcan del agua y del Espíritu” (Jn 3,5).
1239 Sigue entonces el rito esencial del sacramento: el Bautismo propiamente dicho, que significa y realiza la muerte al pecado y la entrada en la vida de la Santísima Trinidad a través de la configuración con el misterio pascual de Cristo. El Bautismo es realizado de la manera más significativa mediante la triple inmersión en el agua bautismal. Pero desde la antigüedad puede ser también conferido derramando tres veces agua sobre la cabeza del candidato.
1241 La unción con el santo crisma, óleo perfumado y consagrado por el obispo, significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, “ungido” por el Espíritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey (cf. Ritual del Bautismo de niños, 62).
1243 La vestidura blanca simboliza que el bautizado se ha “revestido de Cristo” (Ga 3,27): ha resucitado con Cristo. El cirio que se enciende en el Cirio Pascual, significa que Cristo ha iluminado al neófito. En Cristo, los bautizados son “la luz del mundo” (Mt 5,14; cf Flp 2,15)
Frutos del Sacramento del Bautismo: CC 1279 El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el perdón del pecado original y de todos los pecados personales; el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del sacerdocio de Cristo.
1280 El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter, que consagra al bautizado al culto de la religión cristiana. Por razón del carácter, el Bautismo no puede ser reiterado (cf DS 1609 y 1624).
El Bautismo lleva a los católicos a los otros dos sacramentos de iniciación: la Confirmación y la Eucaristía. Sin embargo, no todos comienzan o completan la iniciación cristiana al mismo tiempo. Los adultos y los niños mayores participan en el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos (RICA) y, después de un período de preparación, reciben los tres sacramentos de iniciación cristiana en una celebración, generalmente en la Vigilia Pascual.
El Sacramento de la Confirmación
En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser testigos de Cristo.
El día de Pentecostés – cuando se funda la Iglesia – los apóstoles y discípulos se encontraban reunidos junto a la Virgen. Estaban temerosos, no entendían lo que había pasado – creyendo que todo había sido en balde – se encontraban tristes. De repente, descendió el Espíritu Santo sobre ellos –quedaron transformados – y a partir de ese momento entendieron todo lo que había sucedido, dejaron de tener miedo, se lanzaron a predicar y a bautizar. La Confirmación es “nuestro Pentecostés personal”. El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy diversos. La Confirmación – al descender el Espíritu Santo sobre nosotros – es una de las formas en que Él se hace presente al pueblo de Dios.
El Signo: La Materia y la Forma: El signo de la Confirmación es la “unción”. Desde la antigüedad se utilizaba el aceite para muchas cosa: para curar heridas, a los gladiadores de les ungía con el fin de fortalecerlos, también era símbolo de abundancia, de plenitud.
CC La unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundancia (cf Dt 11,14, etc.) y de alegría (cf Sal 23,5; 104,15); purifica (unción antes y después del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores); es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas (cf Is 1,6; Lc 10,34) y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza.
1294 Todas estas significaciones de la unción con aceite se encuentran en la vida sacramental. La unción antes del Bautismo con el óleo de los catecúmenos significa purificación y fortaleza; la unción de los enfermos expresa curación y consuelo. La unción del santo crisma después del Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación, es el signo de una consagración. Por la Confirmación, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan más plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda “el buen olor de Cristo” (cf 2 Co2,15).
1295 Por medio de esta unción, el confirmando recibe “la marca”, el sello del Espíritu Santo. El sello es el símbolo de la persona (cf Gn 38,18; Ct 8,9), signo de su autoridad (cf Gn 41,42), de su propiedad sobre un objeto (cf. Dt 32,34) —por eso se marcaba a los soldados con el sello de su jefe y a los esclavos con el de su señor—; autentifica un acto jurídico (cf 1 R 21,8) o un documento (cf Jr 32,10) y lo hace, si es preciso, secreto (cf Is 29,11).
1296 Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (cf Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello: “Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones” (2 Co 1,22; cf Ef 1,13; 4,30). Este sello del Espíritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica también la promesa de la protección divina en la gran prueba escatológica (cf Ap 7,2-3; 9,4; Ez 9,4-6.
Además la unción va unido al nombre de “cristiano”, que significa ungido.
La materia de este sacramento es el “santo crisma”, aceite de oliva mezclado con bálsamo, que es consagrado por el Obispo el día del Jueves Santo. La unción debe ser en la frente.
La forma de este sacramento, palabras que acompañan a la unción y a la imposición individual de las manos “Recibe por esta señal de la cruz el don del Espíritu Santo” (Catec. no. 1300) . La cruz es el arma conque cuenta un cristiano para defender su fe.
Los requisitos para llegar al sacramento de la Confirmación
Para llegar a este Sacramento de la mejor manera es importante tener una buena preparación, que debe estar orientada a conducirlos hacia una adhesión personal a la fe en Cristo y a despertar en ellos el sentido de pertenencia a la Iglesia. Por eso se suele celebrar este Sacramento en torno a los 15-16 años, tras una formación que dura alrededor tres años.
Partes del Rito
El rito del Sacramento de la Confirmación consta de 4 partes, cada parte tiene mucha importancia en la realización de este Sacramento.
En este Sacramento participan los confirmados, el sacerdote y el obispo, creando un ambiente de paz entre todos los presentes.
A continuación analizaremos cada parte de este importante Sacramento.
- Liturgia; Esta parte se divide en dos liturgias:
A.-Liturgia de la Palabra
Se presentan y reflexionan diversas lecturas del Antiguo y del Nuevo Testamento, estas lecturas nos demuestran la acción que el Espíritu Santo realiza en el mundo, en la Iglesia y comunidad para la salvación.
B.-Liturgia del Sacramento
Comienza con la presentanción de los futuros confirmados.
El Párroco, representante de la comunidad eclesial, presenta al Obispo, Ministro del Sacramento, a cada uno de los que van a ser confirmados, y da testimonio de que se encuentran debidamente preparados; y se compromete, junto con los padres y padrinos, y toda la comunidad, a continuar su educación en la fe y a propiciar el ejercicio de su misión como católicos confirmados.
2. Renovación de los compromisos bautismales: Es la renuncia a Satanás y al pecado, y la profesión de fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
3. Participan los futuros confirmados y el Párroco de la Parroquia.
Renuncia
Profesión de Fe
Imposición de las manos : Consiste en que El Obispo extiende las manos sobre todos los que van a ser confirmados, y ora pidiendo la efusión del Espíritu Santo.
Este gesto de la Imposición de las manos proviene del tiempo de los Apóstoles, y significa precisamente la comunicación del don del Espíritu Santo.
La Unción con El Santo Crisma
Es el rito más importante de la Confirmación. Cada uno de los que se confirma recibe la unción con el crisma, que es un aceite perfumado y consagrado por el Obispo el día Jueves Santo.
Mientras lo unge, el obispo o su delegado le impone las manos y pronuncia las siguientes palabras:
O: (Nombre)…Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo.
C: Amén
O: La paz sea contigo
C: Y con tu espíritu
4. CC 1301 El beso de paz con el que concluye el rito del sacramento significa y manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles (cf San Hipólito Romano, Traditio apostolica, 21).
Los efectos de la Confirmación
1302 De la celebración se deduce que el efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés.
1303 Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:
— nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir “Abbá, Padre” (Rm 8,15).;
— nos une más firmemente a Cristo;
— aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo;
— hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia (cf LG 11);
— nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz (cf DS 1319; LG 11,12):
«Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu» (San Ambrosio, De mysteriis 7,42).
1304 La Confirmación, como el Bautismo del que es la plenitud, sólo se da una vez. La Confirmación, en efecto, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el “carácter” (cf DS 1609), que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo (cf Lc 24,48-49).
1305 El “carácter” perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo, y “el confirmado recibe el poder de confesar la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo (quasi ex officio)” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q.72, a. 5, ad 2)
El Tercer Sacramento de Iniciación es la Eucaristía. Como de este Sacramento hemos hablado en otras ocasiones, las remito a mi página http://vive-feliz.club y en el Buscador, ponen Eucaristía y encontrarán las publicaciones.
Canción
https://youtu.be/IzFZ5j4byFo?si=DUJBYtWJFiBTGPLJ
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.