Nos ha movido esta serie de reflexiones, el deseo de como mujeres adultas, buscar como Jesús, el abrigo de Betania, y convertirnos en sus conciudadanas y sentir el llamado a hacer una afirmación de la fe integral, de la que nos alimentemos no para quedarnos en el mero conocimiento, sino para irradiar en el mundo, en nuestra realidad concreta de mujeres, que tienen una familia, que trabajan fuera o dentro de la casa, que como parte de la Iglesia de Cristo quieren responder con más ardor el llamado a ser evangelizadoras permanentemente evangelizadas, y así ser sal de la tierra y luz del mundo…
En esta ocasión vamos a conversar sobre el tercer camino para lograr nuestra misión: amarlo haciéndolo amar.
“Hacerlo amar” amando a nuestros hermanos: Que, “como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn. 13, 34).
Entonces, amaremos a los hermanos:
1• Porque Él nos lo pide y porque es camino para amarlo a Él.
2• Porque Él los ama y como El los ama. Hasta perdonar de corazón y dar la vida con el amor del mejor amigo y del Buen Pastor.
3• Con amor que se muestre en obras de caridad efectiva y de comunión fraterna.
4• Dejando que sea Dios, quien en mí ame a los hermanos. Con Él y en Él amamos haciéndolo amar.
5• “Hacerlo amar” dando la vida , por amor de Dios. Así respondemos a la llamada de Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame…Porque quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará” ( Mt. 16, 24-25 ).
¿Qué quiso decir el Señor con estas palabras? ¿cómo nos afecta esto en nuestro interior? ¿Jesucristo nos ofrece un camino muy diferente al mundo?, todas estas inquietudes deben escalar en nuestro corazón para poder ver la grandeza de Dios en Cristo.
Niéguese a sí mismo, es decirle NO al crecimiento diario de nuestro Yo, al egocentrismo, a la autosuficiencia, y reconocer que, para vivir, necesitamos del aliento de vida que proviene de Dios, no podemos hacer nada, pero absolutamente nada por nosotros mismos que pueda llenar el vacío con que nacemos todos los seres humanos. Pero hay que creer que Dios existe y sabe recompensar a los que le buscan (Hebreos 11.6), y es real, y llena todo vacío en el alma. De ahí, que para muchos cristianos que no experimentan el crecimiento espiritual, buscan otro tipo de mensajes que satisfaga solo la comezón en sus oídos, sin una transformación real en sus vidas. Y si quieres tomar estas palabras tan famosas que “Dios tiene un plan maravilloso para ti”, entonces, te digo que este es el plan: Creer en Cristo, y morir al YO. Y aclaro, no es negar nuestra existencia, o ufanar un falso desprecio hacia nosotros mismos, sino estar juntamente con Cristo crucificado para vivir para Dios (Gálatas 2.20).
Negarse a si mismo, es ir en cumplimiento a la voluntad de Dios para mi vida, y no al contrario, tratar nosotros de organizarle las cosas para que Él las apruebe. Es tener presente que como seguidor de Cristo seremos vituperados, burlados, amenazados, atribulados por causa del evangelio de Cristo, inclusive en nuestra propia familia por las decisiones que debemos tomar (Mateo 10.34-36). Nosotros debemos menguar para que Él crezca (Juan 3.30), y reconocer la grandeza del Señor, su Soberanía y su Gloria, y a la vez vamos experimentando su plenitud a medida que conocemos del amor de Cristo, en fin, que conozcamos ese amor que excede a todo conocimiento (Efesios 3.19).
Tome su cruz, no es para llevar cargas, pues las cruces romanas eran utilizadas para que fueran crucificados los que habían sido declarados culpables, y morían en ellas. De esa misma forma, Jesús nos llama a tomar cada uno su propia cruz, y morir a nuestros deseos egoístas, hacer su voluntad, llenarnos de su amor, de su Espíritu, que es la garantía de nuestra herencia eterna.
El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”, y nos va direccionando e implica también que nuestro amor por nuestros seres queridos no puede estar por encima del amor hacia a nuestro Señor Jesucristo, esto no significa, que no amemos a nuestros familiares, sino que en el amor de Dios reconocemos que solo en Él tenemos el verdadero refugio, consuelo y gozo, entre muchas otras bendiciones. Cuando Dios creo al hombre y la mujer, también lo hizo para que ellos experimentaran amor, pero teniendo presente que el amor hacia el creador debía ser siempre superior, porque de Él emana la vida, y la vida era la luz de los hombres. Cuando el pecado entró al mundo distorsionó esa comunión.
Por lo tanto, cuando una persona toma la decisión de seguir a Jesucristo, es un llamado en lo profundo de su alma, para que su amor este dirigido diariamente a Dios, y eso implica que le obedezcamos, guardando sus mandamientos (Juan 14.15, Juan 14.21, Juan 14.23), que no son gravosos (1 Juan 5.3).
Dar la vida: En Jn. 13, 13-15, Jesús nos dice ““ Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” Lavando los pies, humilde y sacrificadamente como Jesús, a cada uno de los hermanos, según la misión que hemos recibido de Él y conforme a los deberes que nos corresponde cumplir cada día.
Entre las muchas costumbres judías estaba la según la cual el cabeza de familia debía lavar las manos de los comensales antes de comenzar la cena pascual. Además, en el mundo judío, lavar los pies a alguien era una manifestación de gran hospitalidad y devoción, un gesto que el siervo reservaba para su amo, o la esposa para su marido. El hecho de que en la Última Cena haya sido Jesús quien se desnudó, se ciñó las caderas con la toalla, el paño que se utilizaba precisamente para esta práctica, y se arrodilló, sitúa el acto del lavatorio de los pies bajo una luz completamente nueva.
El Papa Francisco en una audiencia en Pascua,recordó que: «Jesús sustituyó la víctima del sacrificio – el cordero pascual – consigo mismo: su Cuerpo y su Sangre nos donan la salvación de la esclavitud del pecado y de la muerte. La salvación de toda esclavitud está ahí. Es la tarde en la que Él nos pide que nos amemos haciéndonos siervos los unos de los otros, como hizo Él lavando los pies a los discípulos.»
Lo que Jesús hace es mostrar a sus discípulos lo que espera que hagan después de que Él se haya ido, un entregarse continuo y total a los demás, viviendo diariamente el amor al prójimo y la misericordia de los que Él fue profeta durante el tiempo de Su corta misión en la tierra. Si Él que es Maestro y Señor se rebaja a un acto tan humilde, hecho sólo para complacer y cuidar a otra persona, ¿por qué no deberían hacerlo los Apóstoles, y como ellos todos nosotros? Jesús lava los pies de los Apóstoles y se convierte en siervo de los siervos de Dios. Así se lo dice a Sus Apóstoles: «De cierto, de cierto les digo que el siervo no es mayor que su señor ni tampoco el apóstol es mayor que el que lo envió» (Juan 13,16).
Es a través de gestos como éste como se gana el Reino de los Cielos. A Pedro, que protesta y se niega a que le laven los pies, Jesús le responde: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”, como para subrayar que sólo siguiéndolo e imitándolo incluso en esos humildes gestos, los discípulos merecerán compartir con él la gloria que vendrá.
6• Realizando la grandiosa misión evangelizadora que nos ha encomendado: ”Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 19-20).
HAGAMOS ESTE CAMINO CADA DÍA :
Teniendo, a Dios Amor como el fundamento, la fuerza y el fin de todo:
a• con nuestra fe, esperanza y caridad;
b• con nuestro seguimiento evangélico de Jesús pobre, casto y obediente;
c• con nuestra vivencia de la comunión eclesial fraterna. Por ejemplo, viviendo La Palabra de Vida de este mes: “Ámense cordialmente con amor fraterno estimando a los otros como más dignos.” (Romanos 12, 10)
La Palabra de Vida de este mes pertenece a la rica y profunda carta del apóstol Pablo a los romanos. Presenta la vida cristiana como una realidad en la que predomina el amor, un amor gratuito e ilimitado con el que Dios ha colmado nuestros corazones y que, de nuestra parte, nosotros donamos a los demás. Para hacer más eficaz su significado él aúna dos conceptos en una única palabra, philostorgos, que encierra dos características particulares del amor que caracterizan la comunidad cristiana: el amor entre amigos y el amor familiar.
“Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos.”
Detengámonos en especial en el aspecto de la fraternidad y de la reciprocidad. Tal como escribe Pablo, quienes pertenecen a la comunidad cristiana se aman porque son miembros los unos de los otros (12, 5), que tienen como única deuda el amor (13, 8), que se alegran con quienes están alegres y lloran con quienes lloran (12, 15), no juzgan y no son causa de escándalo (14, 13).
Nuestra existencia está estrechamente relacionada con la de los demás y la comunidad es el testimonio vivo de la ley del amor que Jesús trajo a la tierra. Es un amor exigente que llega hasta el punto de dar la vida los unos por los otros. Es un amor concreto, teñido con mil expresiones, que quiere el bien del otro, su felicidad. Así se alcanza la plena realización entre hermanos, que es adelantarse a apreciar cada uno las cualidades de los demás. Es un amor que atiende las necesidades de cada uno, que se esfuerza para que nadie se quede atrás, que nos forja responsables y activos en el ámbito de la vida social, cultural, en el compromiso político.
“Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos.”
“Atendiendo a las comunidades del primer siglo vemos que el amor cristiano, que se iba extendiendo indistintamente a todos, tenía un nombre, se lo llamaba filadelfia, que significa amor fraterno. En la literatura profana de la época este término era usado para indicar el amor entre hermanos de sangre. Nunca se lo empleaba para señalar a los miembros de una misma sociedad. Solamente el Nuevo Testamento hacía la excepción”. Muchos jóvenes sienten la exigencia de entablar “una relación más profunda, más sentida, más verdadera. Y el amor recíproco de los primeros cristianos tenía todas las características del amor fraterno, en la fuerza y en el afecto”.
“Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos.”
Algo que caracteriza a quienes pertenecen a estas comunidades que viven el amor recíproco es que ellos no se encierran en sí mismos, sino que están dispuestos a afrontar los desafíos reales que se presentan en el contexto donde actúan.
J. K., serbio, de nacionalidad húngara, padre de tres hijos, puede finalmente permitirse adquirir una vivienda, pero debido a un accidente no tiene los recursos económicos y la capacidad física para reformarla solo. Fue así que la comunidad de los Focolares se puso en movimiento, concretando el proyecto #DareToCare, propuesto por los Jóvenes por un Mundo Unido.
Él cuenta con entusiasmo la carrera solidaria que surgió para sostenerlo concretamente: “Muchos vinieron a ayudarme, en tres días pudimos rehacer el techo de material”. Para los trabajos contribuyeron económicamente algunas personas de la República Checa. Un gesto que hizo visible una comunidad más amplia, superando incluso las distancias”.
d• con el cumplimiento de nuestra misión por la salvación de nuestros hermanos del mundo entero;
Hagámoslo:
• Viviendo en comunión permanente con nuestro Amigo Jesús y teniendo el encuentro diario de diálogo amoroso con Él.
• Sirviendo con María y como ella. Su actitud es la más eficaz: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). La Iglesia se proclamó una Iglesia servidora del mundo y de los hombres. Por eso eligió como modelo de esa actitud a María.
Ya en la primera escena del Evangelio, en la Anunciación, vemos a la Sma Virgen llena de disponibilidad servicial. Ella se proclama la esclava del Señor. Nosotros muchas veces creemos que estamos sirviendo a Dios porque le rezamos una oración o cumplimos una promesa. Miremos a María: Ella le entrega toda su vida, para cumplir la tarea que Dios le encomienda por el ángel. Ella cambia en el acto todos los planes y proyectos que tenía, se olvida completamente de sus propios intereses.
Lo mismo le pasa con Isabel. Sabe que ella va a tener un hijo y parte enseguida, a pesar del largo camino de unos cien kilómetros. Y se queda tres meses con ella, sirviéndola hasta el nacimiento de Juan Bautista.
No se le ocurre sentirse superior: María sabe por el ángel que su hijo será el Rey del universo y el de Isabel sólo su precursor. Pero es Ella la que corre donde vivía su prima. Y no busca pretextos por estar encinta y no poder arriesgarse en un viaje tan largo.
Lo hace todo esto, porque sabe que en el Reino de Dios los primeros son los que saben convertirse en servidores de todos. Cuando el ángel le anuncia que Ella será Madre de Dios, entonces María comprende que esta vocación le exige convertirse en la primera servidora de Dios y de los hombres.
Para poder construir el país mejor que todos deseamos, se precisa mucho espíritu de sacrificio y de servicio. Es tarea de todos y saldrá adelante sólo con la entrega generosa de todos.
Pero ese servicio, lo que el país nos pide, tiene que ser dado en el espíritu de Cristo y de María. Debe ser un servicio que busque realmente mi entrega a los demás, y no mi poder personal, ni el dominio absoluto de mi empresa o de mi partido. No queremos reemplazar una clase dominante por otra, que trae nuevas formas de opresión.
Sin este espíritu, el país no será renovado, aunque disminuyan las diferencias sociales. Una justicia que no va acompañada del amor servicial, es inhumana, es una justicia sin alma.
Pidámosle a María que nos ayude a construir una Iglesia según su imagen, una Iglesia servidora de los hombres, que sea, realmente, alma de un país mejor.
Compartamos nuestras experiencias de este “camino” con otros hermanos (amigos, familiares, vecinos, y con otros a los que Dios nos envía).
Esta experiencia que Dios Amor obra en nosotros nos llevará a unirnos cada día más a Él, a vivir más en su Amor y a hacerlo amar por nuestros hermanos en el mundo entero. Este “camino nos llevará a vivir el cielo felizmente con Dios Amor: “DEJARNOS AMAR POR EL DIOS AMOR, AMARLO Y HACERLO AMAR”.
Hoy el Señor nos pregunta como lo hizo a Martha, ¿crees? ¿crees lo que te digo? Hagamos un acto de fe en la mente y en el corazón, y que se haga concreta, nuestra respuesta en nuestra acción apostólica como Betanias en el mundo.
Canción y Oración
Bibiografía:
https://ciudadnueva.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/PV-05-2023_doble.docx
https://es.catholic.net/op/articulos/41772/cat/901/maria-modelo-de-la-iglesia-servidora.html#modal
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.