Ayer iniciamos, como formación del Sacramento de la Eucaristía, con el tema: “Necesitamos participar en la Eucaristía, y reflexionamos acerca de la pregunta ¿Por qué vamos a misa?.
Hoy nos enfocaremos en la pregunta: ¿A qué grupo perteneces? Tratemos de buscar en cuál de ellos nos podríamos ubicar, pues es importante para ir dilucidando nuestra actitud frente a este Sacramento.
Veamos tres categorías muy generales:
a) Católico que ibas a Misa con tus padres cuando eras pequeño y un día, durante la adolescencia, dejaste de ir. Fue porque entraste en una crisis: era tiempo de dejar de ir solo porque tus padres iban y no llegaste a entender por qué debías ir.
b) Católico que nunca fuiste a Misa de modo constante. Quizá ni siquiera sabías de la obligación de asistir todos los domingos. Te parece hasta curioso o exagerado que la Iglesia pretenda esa práctica para todos.
c) Católico que va a Misa y, siguiendo el llamado del Papa, quiere ayudar a muchos a volver a sentir la necesidad de esta práctica tan esencial de la vida cristiana.
¿Eres consciente que si cada católico consiguiera por año que un católico no practicante volviera a la práctica de los Sacramentos, conseguiríamos una verdadera revolución ?
También nos explica el Papa Francisco: “« ¿Qué domingo es para un cristiano, aquel en el que falta el encuentro con el Señor?»
Tras observar que algunas sociedades secularizadas han perdido el sentido cristiano del domingo iluminado por la Eucaristía, el Papa evidenció la necesidad de recuperar el significado de la fiesta dominical, explicando el por qué:
La celebración de la Eucaristía dominical da sentido a toda la semana y nos recuerda también, con el descanso de nuestras ocupaciones, que no somos esclavos sino hijos de un Padre que nos invita constantemente a poner la esperanza en Él. Por desgracia, para muchos la Misa del domingo ha perdido sentido, piensan que basta ser buenos y amarse. Esto es necesario, pero no es posible sin la ayuda del Señor, sin obtener de Él la fuerza para conseguirlo.
El Santo Padre también se refirió a las comunidades cristianas que no pueden celebrar la Santa Misa cada domingo, y dio una anotación para ellas: “También ellas, […] en este santo día están llamadas a recogerse en oración en el nombre del Señor, escuchando la Palabra de Dios y teniendo vivo el deseo de la Eucaristía”.
Nosotros no vamos a misa para “dar algo a Dios” – corrigió el Pontífice – sino para recibir de Él algo que nosotros de verdad necesitamos: En la Eucaristía recibimos del Señor lo que más necesitamos, Él mismo se nos da como alimento y nos anima a seguir caminando. La Misa es también prefiguración del banquete eterno al que somos llamados; el domingo sin ocaso donde no habrá llanto, ni luto, sino el gozo y la alegría de estar siempre juntos con Jesús.”
Un católico que vive como si no lo fuera, que permanece siendo católico solo en el campo teórico, va perdiendo también la fe, su adhesión a la doctrina católica. Y esto es así, en primer lugar, porque la va olvidando. Es cada vez menos católico. Se cumple lo de San Agustín: “el que no vive como piensa, termina pensando como vive”. Su relación con Dios llegará a reducirse a compromisos sociales (bautismos, bodas, primeras comuniones, confirmaciones, funerales…) y necesidades (salud, dinero, trabajo) que sean tan imperiosas como para hacerle acordar que Dios existe y que uno debe dirigirse a Él.
Un problema serio de dejar de ir a Misa, es que significa el comienzo de una religiosidad centrada en uno mismo, en la que lo que Dios manda deja de ser la regla, para ser reemplazado por lo que yo siento, pienso, me cae bien, etc. Una religiosidad frente al espejo. Uno ha dejado de ponerse frente a Dios para ponerse frente a sí mismo. Como consecuencia de abandonar esta cita semanal con lo sagrado, comienza un proceso de insensibilización espiritual: la espiritualidad se va secando, el terreno del alma se va volviendo cada vez más árido para las cosas de Dios, que cada día mueven menos, aburren más, etc. Pecados que antes preocupaban, dejan de preocupar, cada vez son más los días que no reza nada. El alma se va volviendo indiferente, pierde sensibilidad espiritual. Y esto sucede poco a poco. Quien deja de ir a Misa, al principio puede tener la impresión de que no ha pasado nada, de que todo sigue igual, pero no es así. Ha dejado de ser teocéntrico, de vivir centrado en la Eucaristía semanal. Ha desplazado a Dios del centro y esto se paga. Es como el pecador a quien puede parecer que su pecado no tiene consecuencias, pero tarde o temprano descubre que de Dios nadie se burla. Que sí tiene serias consecuencias dejar a Dios.
En el camino para ser un católico no practicante, el punto central es el abandono de la Misa dominical. Nunca encontrarás un motivo positivo para dejar de ir a Misa, que sea virtuoso, es decir que provenga de algo valioso, que dé valor al acto de no ir, que demuestre que es mejor no ir que ir.
Lamentablemente, casi nadie ha dejado de ir a Misa por una decisión serenamente meditada, después de haber pensado y estudiado el asunto, racionalmente decidido que era mejor no ir. Es decir, casi nadie decide dejar de ir a Misa. Lo que pasa es que de hecho se deja de ir, sin saber bien porqué.
El error es bastante común: se deja de ir un domingo por dejadez y pereza, o porque le daba vergüenza confesarse; y como no se confesaba, no podía comulgar; y como no comulgaba se sentía mal en Misa; y como se sentía mal y le daba no sé qué no comulgar, dejó de ir. Y después otro domingo, y uno se acostumbra a no ir, casi sin darse cuenta, y al final algunos tratan de justificar el incumplimiento de este deber básico del cristiano. El argumento final y definitivo para tapar la boca de la madre que insiste para que vayas a Misa es “¡Déjame en paz, vieja!”, lo que no parece un argumento muy convincente. No se quiere por nada del mundo que a uno le recuerden el tema… Es normal que muchos quieran no cumplir y olvidarse de que deberían…
Mañana estaremos reflexionando acerca de: ¿Cuáles son los motivos comúnmente aducidos para no ir a Misa?
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.