Tercer lenguaje: Las puertas.
“Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar”. Apoc 3, 8
Uno de los dialectos en las que el Señor nos habla, es de las puertas: las puertas abiertas y las puertas cerradas. En cierto sentido este lenguaje es de señas.
Ignorar las señales es desconocer al Dios que nos habla a través de ellas, por lo que seremos responsables del perjuicio que desencadenen .
¿Qué habría pasado si Noé hubiera hecho caso omiso del pronóstico?
O si José lo hubiera hecho ante los sueños del Faraón? Y si Moisés hubiera pasado junto a la zarza ardiente sin detenerse? ¿Y si los Reyes Magos hubieran ignorado el mensaje de las estrellas?
Tenemos que aprender a leer las señales como leemos las escrituras: con ayuda del Espíritu Santo. No tengamos duda de que Dios habla a través de las circunstancias. Las escrituras son nuestra evidencia directa, aunque la evidencia circunstancial también tiene importancia .
El lenguaje de las puertas requiere del don del discernimiento que va más allá de la intuición basada en la experiencia acumulada. Va más allá de la inteligencia contextual y la inteligencia emocional.
El discernimiento es la capacidad de evaluar una situación con entendimiento sobrenatural, es la percepción profética que ve más allá de los problemas y logra ver las posibilidades. Dicho en pocas palabras es tomar en tus mano aquello que Dios te está enviando.
Aclaro antes de continuar no interpretamos las Escrituras mediante las señales, más bien interpretamos las señales por medio de las Escrituras.
También es importante decir que discernir la Voluntad de Dios tiene que ver con mucho más que hacer su voluntad. Se refiere más bien, a conocer el corazón de Dios y eso solo sucede cuando nos acercamos tanto como para oír su susurro.
Vamos a comentar algunos aspectos a tomar en cuenta para discernir la Voluntad de Dios, la Voz de Dios:
1.- La prueba de la piel de gallina, o piel de ganso: Mientras le sigamos el paso al Espíritu Santo, iremos a donde Dios quiere que vayamos. A veces puede resultar difícil, pero al mismo tiempo se siente un entusiasmo tal que se nos pone la piel de gallina. Y esto porque la Voluntad de Dios debe causarnos taquicardia o algo parecido, ya es verdad que tenemos que pasar por el filtro de las Escrituras, pero cuan el Espíritu Santo nos llama, nos da vida, nos despierte un entusiasmo loco, y entonces sentimos como escalofrío y piel de gallina.
Recuerda si te deleitas en el Señor, Dios te otorga los deseos de tu corazón, y eso va calentándonos más y más a medida que nos acercamos a la Voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta.
2.- La prueba de La Paz: en Col 3, 15, San Pablo nos dice: “Que gobierne en sus corazones La Paz de Cristo.” Eso significa que sentiremos en el corazón una paz que sobrepasa todo entendimiento porque tienes una santa seguridad venga lo que venga.
3.- La prueba del sabio consejo: No discernimos la Voluntad de Dios aislados. Prov 15, 22-23 nos recomienda: “Sin consulta, los planes se frustran, Pero con buenos consejeros, triunfan. El hombre se alegra con la respuesta adecuada, Y una palabra a tiempo, ¡cuán agradable es!”
4.- La prueba de la locura: El sueño que Dios nos da siempre estará más allá de nuestras capacidad, más allá de nuestros recursos.
No se cuál sea la Voluntad de Dios para tu vida, sin embargo, la fe es la disposición a dejar que piensen que lo que haces es una locura.
Pensaron que Noé esta un poco loco cuando construía el Arca. Pensaron que Sara estaba loca porque vestía ropa de maternidad a los 90 años. Los Reyes Magos parecían un poco locos al seguir una estrella. A Pedro lo tomaron por loco cuando salió de su barca en medio del mar de Galilea.
Cuando se trata de la Voluntad de Dios ¡las locuras son locuras maravillosas!
5.- La prueba de la liberación y el llamamiento: Apoc 3, 7 nos dice: “Escribe al ángel de la Iglesia de Filadelfia: Así habla el Santo, el Verdadero, el que guarda la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar, y si cierra, nadie puede abrir.” No podemos orar pidiendo puertas abierta si nos aceptamos las puertas cerradas. Después de todo, son estas últimas las que nos llevan a las primeras. En cierto sentido la puerta cerrada equivaldría a la liberación y la puerta abierta al llamamiento.
En su segundo viaje misionero, el apóstol San Pablo tenía la intención de ir a Bitinia, una de las provincias romanas en Asia menor. Pero Dios cerró esa puerta,
Hechos 16, 7-16: “Cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces pasando por Misia, descendieron a Troas. Por la noche se le mostró a Pablo una visión: un hombre de Macedonia estaba de pie, suplicándole: “Pasa a Macedonia y ayúdanos.” Cuando tuvo la visión, enseguida procuramos ir a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para anunciarles el evangelio.
Así que, saliendo de Troas, navegamos con rumbo directo a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. De allí fuimos a Filipos, que es una ciudad principal de la provincia de Macedonia, una colonia Romana ; en esta ciudad nos quedamos por varios días. El día de reposo salimos fuera de la puerta (de la ciudad), a la orilla de un río, donde pensábamos que habría un lugar de oración. Nos sentamos y comenzamos a hablar a las mujeres que se habían reunido
Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. Cuando ella y su familia se bautizaron, nos rogó: “Si juzgan que soy fiel al Señor, vengan a mi casa y quédense en ella.” Y nos persuadió a ir.
Mientras íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha esclava que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grandes ganancias a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes les proclaman el camino de salvación.” Esto lo hacía por muchos días; pero desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: “¡Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella!” Y el espíritu salió en aquel mismo momento.”
El Dios que cerraba las puertas entonces, también las cierra ahora, y si no creemos eso, estamos subestimando la literalidad de las Escrituras.
Dios cierra puertas para protegernos, o para que cambiemos el rumbo, tal vez para impedir que obtengamos menos de todo lo mejor que tiene para nosotros.
Bitinia era el PLAN A de San Pablo, así que probablemente Macedonia surgiera como el PLAN B. Quizá lo percibiera como un desvío, pero gracias a ello conoció a una mujer llamada Lidia que fue la primera europea en convertirse al cristianismo.
Repito no puedes orar pidiendo puertas abiertas, sino aceptas las puertas cerradas. Dios habla a través de ambas.
Cuarto Lenguaje : Los sueños.
Dios es dador de sueños.
Los sueños son una experiencia humana universal que puede describirse como un estado de conciencia caracterizado por acontecimientos sensoriales, cognitivos y emocionales durante el sueño. Si bien hay múltiples explicaciones científicas y psicológicas, la Biblia también tiene mucho para decir al respecto.
Los neurocientíficos están interesados en las estructuras involucradas en la producción de sueños, la organización de los sueños y la narratividad. Pero el psicoanálisis se enfoca en el significado de los sueños y los coloca en el contexto de la historia del que sueña. En esta línea es el aporte de la Biblia.
En la Biblia, los sueños aparecen no como producto de nuestro subconsciente generado por nuestras preocupaciones, nuestras vivencias o nuestros miedos. Los sueños son la palabra de Dios.
De esta manera, puntualizan en que no hace falta soñar con Dios para escuchar su mensaje, porque lo hace a través de todo tipo de sueños, desde los sueños más surrealistas a los más cotidianos. La Biblia puntualiza en que la mayoría de los sueños que tenemos es la forma que Dios tiene de comunicarse con nosotros, por lo que conviene prestar atención a todas las imágenes que aparecen.
Los sueños ¿son para Dios una forma de llegar a nosotros, de unirse a nosotros por amor?
Sí, de llegar a nosotros en lo más íntimo de nuestras vidas, en nuestras heridas, nuestros miedos, nuestras fragilidades, en el momento en que el intelecto vela y donde Dios puede desplegarse, resplandecer
Génesis 28 ,10-13: “Jacob dejó Bersebá y se dirigió hacia Jarán.
Al llegar a un cierto lugar, se dispuso a pasar allí la noche pues el sol se había ya puesto. Escogió una de las piedras del lugar, la usó de cabecera, y se acostó en ese lugar.
Mientras dormía, tuvo un sueño. Vio una escalera que estaba apoyada en la tierra, y que tocaba el cielo con la otra punta, y por ella subían y bajaban ángeles de Dios..
Yavé estaba allí a su lado, de pie, y le dijo: «Yo soy Yavé, el Dios de tu padre Abrahán y de Isaac. Te daré a ti y a tus descendientes la tierra en que descansas.
Fue este sueño de Jacob lo que cambió la trayectoria de su vida .
Su hijo José, interpretó dos sueños que salvaron a dos naciones. (Gen 40)
Jesús se salvó por un sueño que les advirtió a José y María que debía huir de Belén. (Mt 2, 13-23) Gracias a eso, Jesús se libró de morir a manos del malvado rey Herodes. Cuando este murió, Dios se comunicó con José por medio de otro sueño y le dijo que regresaran a su tierra.
Dios habla por medio de los sueños con tal regularidad que a menudo los pasamos por alto.
En 1 Re 3, 9, Dios le ofreció a Salomón lo que quisiera, carta blanca, fue un sueño. Y cuando este despertó pidió un corazón con discernimiento, que literalmente significa , un corazón que oiga. Por encima de todo, Salomón quería oír la voz de Dios. Ese gesto fue el motivo original de que llegase a ser el hombre más sabio de la tierra.
Además, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, el apóstol Pedro tiene un sueño que le lleva a comprender que el evangelio es para todos, judíos y gentiles por igual. Este sueño marca un punto de inflexión en la expansión del cristianismo, mostrando la universalidad del mensaje de salvación de Jesucristo.
Los sueños en el Nuevo Testamento no solo sirven como medios de revelación divina, sino que también pueden interpretarse como metáforas espirituales que comunican verdades profundas sobre la fe y la relación con Dios. Por ejemplo, en las cartas de Pablo, se hace referencia a la necesidad de mantenerse despiertos y vigilantes en la fe, lo que puede entenderse simbólicamente como estar atentos a las señales y revelaciones que Dios nos envía, ya sea a través de sueños o de otros medios.
El Objetivo de ir tras el sueño que Dios te da no es solo cumplirlo. La verdad es que cumplir el sueño tiene importancia secundaria. El objetivo principal es en quién te conviertes a lo largo del proceso.
Sor Evelia nos decía, y cada vez que lo hacía se le llenaban los ojos de lágrimas: “Yo sueño con que esta experiencia que yo estoy viviendo llegue a todos, y esa es nuestra misión.
Los grandes sueños hacen grandes personas, puesto que tenemos que confiar en un gran Dios.
No hay nada que nos mantenga de rodillas tanto como los sueños del tamaño de Dios. Ellos nos obligan a vivir dependiendo de El y nada más que de El. Sin Dios, el sueño no puede concretarse. Los sueños del tamaño de Dios, nos obligan a acercarnos un poco más a El y es justo donde quiere que estemos.
Canción:
https://youtu.be/vQ1W4DflBIg?si=psd9N9coXQm_npQm
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.